La paja, el trigo y Henri Falcón
@ibsenmartinez
El secretario general de la OEA, Luis
Almagro, se ha servido de una figura de los Evangelios para advertir que
la candidatura presidencial de Henri Falcón es instrumento de la
dictadura de Maduro. “Habíamos pedido a la oposición venezolana que separara la paja del trigo“, ha dicho Almagro, “y Falcón es la paja que se ha separado sola”.
Temí por un instante que Falcón
respondiese con algo sobre la paja en el ojo ajeno y la viga en el tuyo.
Sucede que Falcón imposta grotescamente los gestos del telepredicador
aficionado a las locuciones bíblicas que fue Hugo Chávez. El maestre
técnico de tercera Henri Falcón es, al fin, vástago político de Chávez.
Un vistazo a YouTube y apreciará usted
cómo Falcón intenta desplegar en público la misma gestual, el tono de
voz, las pausas y giros suasorios de quien fue su comandante la noche en
que juntos salieron a matar inocentes para derrocar un Gobierno
legítimo.
El parecido de Falcón con Chávez
pudiera no ser cosa estudiada y emane, más bien, de algo interior
sumamente genuino: la metempsicosis, vulgo reencarnación. Ante un
micrófono, el mismo tic con que el “presidente eterno” solía
sorber mocos en mitad de una frase nos remite, en Falcón, al Chávez
preelectoral que en 1998 aseguraba a Jorge Ramos no ser comunista y
valorar el papel de la empresa privada. Falcón no ha sido, por cierto,
el único político de oposición venezolano que condena las declaraciones
del secretario general de la OEA sobre la sangrienta tragicomedia
electoral que tantas muertes, prisiones y éxodo ha precipitado desde
2014.
“Almagro no ayuda”, afirmó tersamente,
hace solo semanas, Henry Ramos Allup, expresidente de la Asamblea
Nacional (Parlamento), al criticar la incansable gestión del secretario
general en pro de la restauración de la democracia en Venezuela.
Desazona a estas alturas ver una
nutrida fracción de sedicentes políticos de oposición, algunos de ellos
promotores del llamado Frente Amplio (esa operación de rebranding de la
MUD, como la llama Héctor Schamis), fingir ver en Falcón un puente hacia
la democracia y la convivencia ciudadana.
Aunque sus dichos alimentan la general
suspicacia de que los tiene por paniaguados de Nicolás Maduro, han
tenido eco en el gremio opinador de tuiteros, columnistas y hasta en la
aceitosa subespecie de los demoscopas anfibológicos, esos hablantinosos
del tipo “si bien es cierto, no es menos cierto”.
Todos se han ido moviendo hacia un
sibilino consenso según el cual las elecciones convocadas por Maduro
son, ciertamente, una invitación al degüello, pero que, en aras de
restituir al voto su calidad de arma absoluta, conviene acudir y ofrecer
el pescuezo a la cuchilla. Según estos fundamentalistas del voto a
cualquier precio, no hay que sobrevalorar el papel de la comunidad
internacional porque donde se bate el cobre es en Venezuela, no en
Bruselas ni en los despachos de la OEA.
Vistas así las cosas, se arguye, no
debería perderse de vista que Falcón es un disidente del chavismo; en el
peor de los casos es un chavista light. Y que, al fin y al cabo, fue
jefe de campaña presidencial de Henrique Capriles. El argumento de fondo
en favor de votar masivamente por Falcón es el ya manido de que un gran
volumen de votos puede derrotar el fraude. Acaso tengan razón los
falconistas y yo sea un inactual impolítico, pero aborrezco la idea de
seis años más de dictadura y pienso, con Almagro, que eso es todo lo que
logrará apuntalar quien participe en la farsa electoral.
Prefiero dejarme aconsejar por lo que
veo en YouTube: un militar exgolpista, de taimado traje y corbata,
remedo imperfecto de Hugo Chávez.@ibsenmartinez
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