Autocrítica
Eduardo Fernández
Para salir de un gobierno tan malo es indispensable que los ciudadanos cuenten con una alternativa clara y definida a la que sea posible entregarle la confianza para la alternabilidad.
He dedicado mis últimos artículos a comentar acerca de la responsabilidad del gobierno en la tragedia que ha acompañado a los venezolanos en este comienzo de siglo XXI.
Hoy me propongo hacer un ejercicio de autocrítica. Los adversarios a este gobierno hemos cometido muchos errores.
Hay uno sin embargo que los incluye a todos: No hemos sido capaces de construir una verdadera Alternativa Democrática.
Para salir de un gobierno tan malo es indispensable que los ciudadanos cuenten con una alternativa clara y definida a la que sea posible entregarle la confianza para la alternabilidad.
Una alternativa supone un mensaje claro e ilusionante. Hasta ahora los mensajes emitidos por los voceros de las oposiciones se han limitado a denunciar los errores del gobierno. Hemos adolecido de un mensaje positivo y constructivo.
Se han hecho esfuerzos encomiables por elaborar un “Plan País”. Hasta ahora esos esfuerzos permanecen ignorados por la mayoría de los venezolanos. Necesitamos “ideas-fuerza” que sean capaces de movilizar a los ciudadanos.
También es necesario, para que exista una Alternativa Democrática, tener una dirección política unida, coherente y esclarecida. Hasta ahora, lo más que hemos podido lograr, es una coordinación precaria de fuerzas políticas poco representativas. Nos ha faltado una gran dirección política capaz de interpretar la voluntad de cambio de la mayoría de los ciudadanos.
En tercer lugar, la Alternativa Democrática supone una eficiente organización geográfica y sectorial. Es decir, una organización presente en todos los rincones del país y en todos los sectores sociales.
A veces da la impresión de que la oposición estuviera mejor organizada en Miami, en Bogotá o en Madrid que en Cumaná, en Maracaibo o en San Cristóbal.
Necesitamos una organización para lograr que el mensaje llegue a toda la geografía nacional. Necesitamos esa organización a la hora en que tengamos que defender el voto y derrotar las trampas y las maniobras.
Por último, la existencia de una Alternativa Democrática supone la definición de una línea estratégica inteligente y capaz de lograr el objetivo de cambiar al gobierno.
No se trata de seguir apostando a soluciones mágicas: golpes militares o invasiones extranjeras. Soluciones poco probables y nada deseables.
Se trata más bien de construir una Alternativa con un mensaje atractivo, con una organización eficiente, con una estrategia inteligente y con una dirección política coherente.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández
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