FERNANDO RODRIGUEZ
EL NACIONAL
No podía ser de otra manera, sino como un asalto a mano armada, la
convocatoria adelantada de elecciones presidenciales por la manada de la
ANC. Se cansaron de simular en la mesa de negociaciones, de jugar a
presentar algunas razones con un mínimo de lógica y civilidad, idiomas
que aborrecen, y decidieron optar por la penumbra y la navaja, en eso en
que siempre tan diestros se han mostrado.
El primer atropello es la convocatoria misma, como ya se ha
señalado, tanto porque ha sido hecha por una entidad bastarda y sin
competencia como porque es claramente ventajista al fijar un lapso en
exceso breve, técnicamente indecente, y para el cual el gobierno está,
por supuesto, más preparado, por ser el dueño absoluto del poder y
porque ya se había apertrechado para la artera emboscada. Lo que así
comienza anuncia ya otros, y hasta novedosos, métodos de embaucar la
racionalidad electoral. Así que mucho cabe esperar para esta vital
competencia del carnet de la patria, la corrupción del CNE o las
agresiones físicas de soldados y gamberros contra testigos y votantes.
Pero no abundemos, todos sabemos dónde estamos parados a partir de la
mañana de este 23 de enero, de esa macabra celebración de una fecha
libertaria.
Qué hacer, nos preguntamos ante esta vil celada, una vez más
apoyada en la fuerza de las armas, que no es otro su sostén .Y en la
cual nos estamos jugando la república y no es una metáfora. Un nuevo
período de Maduro es una opción genocida y la clausura de las postreras
formas de libertad que van quedando. Al parecer, ya circulan las dos
respuestas imaginables: o aceptar, aun en las condiciones impuestas, el
desafío confiando que es tal nuestra tragedia que tenemos con qué vencer
o negarse a jugar con tahúres y legitimar de alguna forma lo que será
una dictadura plena y quién sabe cuán larga. Menudo dilema, ya trajinado
en el pasado, con resultados a la vista.
Pienso que un punto clave debería ser jugar nosotros también con
esa ambigüedad impuesta. No hay por qué tomar una posición definitiva en
lo inmediato, de suyo no hay por qué tomarla nunca. Tanto más porque
hay que sopesar la opinión nacional y, también asaz importante, la
internacional, que comienza a moverse y con fuerza, de ello casi todo
depende. Lo que urge de momento es denunciar todos los abusos que
acarrea la convocatoria. Por ejemplo, ya se ha señalado que en el lapso
establecido no habría tiempo para incorporar al registro electoral
algunos millones de votantes en el exterior y el interior del país. Como
debemos atender los movimientos que tendrán que hacer los entes
gubernamentales concernidos, lo que impiden y posibilitan. Y que
servirán para delinear nuestra posición.
Pero, y ello parece indetenible porque ya está en alguna medida en
curso, habrá que cumplir con las tareas básicas que no excluyan de
entrada o, lo más triste, dividan una eventual participación.
Yo diría que una sobre todo, la unidad. La unidad que ha de servir
para lo uno y para lo otro. Ante el peligro apuntado son babiecadas
sectarias y circunstanciales las diferencias de algunos sectores
opositores, y no se deben excluir los diversos desprendimientos del
chavismo. Y otra tarea primordial es vencer esa desidia y la
desesperanza que ciertamente ha contaminado de un tiempo a esta parte a
amplios sectores, no ha mucho efervescentes.
No tenemos otra tarea en el inmediato futuro que elaborar con la
mayor inteligencia y audacia las estrategias que nos conduzcan a un voto
tan masivo que pueda aplastar todas las trampas y engañifas o irnos por
otros senderos a esa larga y difícil batalla contra la pesadilla
renovada y multiplicada. Y si alguno no está de acuerdo porque le
irritan estos nudos de la historia, pero no tiene una opción concreta y
viable que ofrecer, no joda.
No hay, no puede haber una argumentación sensata y mínimamente
creíble para que un país que ha sido literalmente destrozado, masacrado,
favorezca a sus sanguinarios verdugos. Esa es nuestra premisa mayor, y
la que debe aupar nuestra fe en que de alguna manera vamos a vencer.
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