lunes, 17 de junio de 2019

DICTADURA TOTALITARIA Y CORRUPTA


CARLOS CANACHE MATA

Avergüenza a los venezolanos el régimen que tenemos. Es una dictadura distinta a las que habíamos conocido. No se limita a la abolición de la libertad y la democracia, sino que anda de manos tomadas con el terrorismo y el narcotráfico, dos fenómenos que, aunque viejos, ahora, gracias a la globalización y los avances de la comunicación, tienen condiciones más propicias para alcanzar mayor relevancia.

   Desde hace 20 años comenzó el largo entierro del Estado de Derecho. No estamos ante la clásica dictadura que secuestraba para sí el poder político, sin la tentación de arropar el resto del acontecer nacional. Se le han pedido préstamos al fascismo  y al comunismo staliniano para ahogar el país en el puño totalitario. Sería una fábula decir que en Venezuela hay separación de poderes. Actualmente en nuestro país, el poder ejecutivo es omnímodo, controla la Asamblea Constituyente que se inventó para invalidar la Asamblea Nacional, controla el poder judicial de arriba abajo, controla el Poder Ciudadano (el Ministerio Público, la Defensoría del Pueblo y la Contraloría General de la República), controla el Poder Electoral (que ejerce como ente rector, el tristemente célebre CNE). Montesquieu decía que el poder es el peor enemigo de la libertad, pero como el poder es necesario, sólo mediante la división de éste (que “el poder detenga al poder”) se puede garantizar la libertad. Ese mecanismo de pesos y contrapesos entre los poderes, fue pulverizado por el autodenominado “socialismo del siglo XXI”.

   Por lo expuesto anteriormente, es que no hay libertad en Venezuela y se cierran las puertas a la disidencia. Según el investigador y profesor universitario Marcelino Bisbal, hace 20 años había 334 periódicos impresos en nuestro país, ahora apenas circulan 28. La ONG Espacio Público informó que en el pasado mes de mayo hubo 114 violaciones de la libertad expresión, entre las que hay que contar el cierre de RCR por darle cobertura a los sucesos del 30 de abril, los frecuentes bloqueos a las redes sociales, a portales y plataformas web, especialmente cuando Juan Guaidó  participa en actividades públicas. El abogado Fernando Fernández ha declarado que se está aplicando “el derecho penal del enemigo” a los que discrepan del oficialismo. Está prohibido pensar distinto.  Además del dominio político-institucional, el régimen obstaculiza la iniciativa privada, dirige su gestión al control de la economía nacional e invade áreas que no le competen. Se prodiga en un afán totalitario que no oculta.

   Por si fuera poco lo dicho, la dictadura que nos oprime navega a velocidad de crucero en el mar  de la corrupción. Recientemente, un reportaje publicado por el rotativo estadounidense The Washington Post reveló que el llamado “Cartel de los Soles” traslada miles de toneladas de cocaína desde Venezuela que finalmente llegan a EEUU y Europa, y que “el entorno inmediato de Maduro no está solo inmerso en tráfico de drogas, sino también en otras actividades ilícitas como la minería ilegal, el contrabando de gasolina, la corrupción en la venta de divisas, así como el control de las importaciones de medicinas y comida”.  Si se cuestiona ese reportaje por provenir desde “el imperio”, valga citar entonces a los países del Grupo de Lima que en un comunicado del día 4 de este mes de junio “instan a la comunidad internacional a tomar acciones ante el creciente involucramiento del régimen ilegítimo de Nicolás Maduro en distintas formas de corrupción, narcotráfico y delincuencia organizada transnacional que implica a sus familiares y testaferros, así como el amparo que otorga a la presencia de organizaciones terroristas y grupos armados ilegales en territorio venezolano y el impacto en la región de sus actividades”.

   Un cuadro dantesco.

  


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