domingo, 9 de junio de 2019

¿DIVISIÓN OPOSITORA?

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           LUIS VICENTE LEÓN

Durante muchos años hemos analizado el problema de la división opositora. Estas divisiones son estructurales y tienen que ser consideradas como un “given” para desarrollar cualquier estrategias exitosa en materia de cambio político. 

 No es posible evitar que la visión de los subgrupos colidan frente a la forma y manejo futuro de ese cambio. Estamos hablando, por ejemplo, de los grupos radicales y moderados, cuyas visiones presentan un abismo entre ellos. Por su parte, también existen las rivalidades obvias entre los múltiples líderes que luchan en la arena política. Todos tienen aspiraciones personales y aunque hay un enemigo común, contra el que todos luchan y a quien detestan, en el segundo plano sus objetivos se enfrentan, pues cada uno de ellos aspira controlar el poder. No me extraña entonces la declaración del Sr. Pompeo sobre los cuarenta aspirantes presidenciales que dice tener Venezuela, lo raro es que no lo supieran los aliados desde el día número uno en el que diseñaron las estrategias para ayudar y no lo tomaran como un valor de la ecuación. 

Debo aclarar que aunque he mencionado esas divisiones como debilidades de la oposición, las mismas son políticamente inevitables. Las aspiraciones no son una cualidad o defecto de los políticos, sino la condición que los define, por lo que pensar que eso no será un tema presente en cualquier circunstancia de este tipo es desconocer la realidad. 

No obstante, es importante señalar que en este momento la concentración de apoyo popular alrededor de Juan Guaidó es contundente. Tiene más de 56% de aprobación popular y menos de 35% de rechazo, lo que le convierte en el líder fundamental de la oposición y le da una fuerza intrínseca que le permite articular a su grupo, incluso sin unidad y sin tener que someter cada decisión al escrutinio, ni la aprobación de la mayoría. Los líderes opositores, incluso los que están en desacuerdo con muchas de sus decisiones, se ven presionados a aceptar sus estrategias, porque atacar a Guaidó en este momento es mucho más peligroso políticamente para el atacante que para el atacado, por lo tanto no diría que el problema de desunión es el factor fundamental que explica porque ha sido tan difícil lograr el objetivo de cambio. 

Lo que sí dijimos muchas veces en el pasado y hemos puesto una gran cantidad de ejemplos concretos sobre el tema, es que las sanciones generales, petroleras y financieras suelen ser decepcionantes, tienen pésima experiencia en aplicaciones previas (recordemos Cuba, Irán, Corea del Norte, Zimbabwe, Rusia) y no suelen producir cambios de gobierno. Más bien, la evidencia nos muestra que terminan por afectar mucho más al pueblo, haciéndolo hipar dependiente del gobernante supuestamente “castigado”. Entonces, ¿cómo dejar la focalización de la estrategia opositora en las sanciones generales fuera del análisis que trata de explicar las razones de la falla o, en todo caso la demora, en el objetivo final, que sigue siendo provocar los cambios políticos en el país? 

También hemos escrito y analizado hasta la saciedad que el sector militar es una institución corporativista. Claro que presenta divisiones internas y los eventos del treinta de abril mostraron una parte de ellos. Pero eso no significa que estén dispuestos realmente a dividirse de sus compañeros si no conforman una clara mayoría interna y están dispuestos a mostrarse en cambote. Más allá de sus divisiones internas, siempre terminan actuando en conjunto y si no hay oferta creíble sobre su participación futura y el mantenimiento de poder en cualquier nuevo gobierno, es predecible que se congelen y prefieran el status quo que desmarcarse del gobierno actual. ¿Cuál es la sorpresa? Que se sorprendan. 

luisvleon@gmail.com


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