ESTRATEGIAS 2O20
https://ismaelperezvigil.wordpress.com/
ISMAEL PEREZ VIGIL
Nadie se debe sorprender. Solo cambian los instrumentos, pero es la
misma estrategia de parte del régimen. Intimidación, chantaje, soborno y
compra de conciencias que busca dividir a la oposición, sembrar
desesperanza en la población y aferrarse al poder a cualquier precio,
dejando saber, además, que ese es su propósito y no escatimara recursos
en ello. No hay ni siquiera un ejercicio de imaginación. Solo son
eficientes aplicando esos instrumentos en un alarde de procaz violencia,
para lo único que son muy “creativos”.
Si algo quedo claro de lo ocurrido en la política venezolana en 2019 y los primeros días de 2020 es que el régimen extrema su objetivo de mantener el poder a toda costa. Parte de su estrategia es terminar de copar todos los espacios políticos y por ello arremete con más saña contra la Asamblea Nacional. Ya no le basta desconocerla a través de su dócil TSJ y privarla de recursos económicos, ya no es suficiente inhabilitar diputados, perseguirlos, apresarlos u obligarlos al exilio, táctica que no le dio mayores resultados.
Si algo quedo claro de lo ocurrido en la política venezolana en 2019 y los primeros días de 2020 es que el régimen extrema su objetivo de mantener el poder a toda costa. Parte de su estrategia es terminar de copar todos los espacios políticos y por ello arremete con más saña contra la Asamblea Nacional. Ya no le basta desconocerla a través de su dócil TSJ y privarla de recursos económicos, ya no es suficiente inhabilitar diputados, perseguirlos, apresarlos u obligarlos al exilio, táctica que no le dio mayores resultados.
El régimen ha perdido ya todo “decoro”, cualquier respeto a las
formas. Ya procede sin disimulo a usar sus dos únicos argumentos: la
fuerza armada y la violencia física de sus hordas fascistas para copar
los espacios del Congreso Nacional e impedir las sesiones de la legitima
AN, la que elegimos todos los venezolanos, incluidos ellos.
Estamos ante un nuevo intento de usurpar las funciones de la AN. Ya
no es mediante decisiones del TSJ, como hace algún tiempo intentaron
infructuosamente, ahora es un asalto final, comprando diputados con los
que montó un sainete con los que logro y que saltaron la talanquera para
elegir una apócrifa junta directiva, que no dudamos que más temprano
que tarde será reconocida y “bendecida” por el TSJ, gracias a la ayuda y
apoyo de un recurso de interpretación introducido por un supuesto
opositor, miembro de la mal llamada Mesa de Dialogo o “mesita de
dialogo”.
Del otro lado de la calle, el de la oposición, hay algo que también
quedó claro en el 2019 y estos inicios del 2020, además de haber
finalizado el llamado mantra –cese a la usurpación, gobierno de
transición y elecciones libres–. Y es que nadie nos va a liberar y que
no hay salida rápida. Se requiere una nueva estrategia y esta es una
tarea compleja. Ya lo hemos visto por algunos balbuceos de líderes
opositores y diputados que se aferran al mantra y pretenden darle una
“continuidad” que ya es imposible invocar.
Los elementos fundamentales de esa nueva estrategia, en mi opinión,
son: Primero la unidad, como condición indispensable, como principio
fundamental, básico, para lograr derrotar a la dictadura venezolana. Ya
no es cuestión de interpretaciones, sabemos que el camino de la unidad
no es fácil, que hay desvíos y tropiezos, pero quien no obre
decididamente para lograrla, se le debe y que quede al margen del
camino.
Segundo, es imperativo definir un objetivo que sea alcanzable,
realizable, por el cual sea posible luchar e incorporar de manera segura
a la mayor cantidad posible de venezolanos. Y esto tampoco es nada
fácil; requiere de una profunda meditación, ser sinceros y despojarnos
de todo prejuicio falsamente principista.
Paradójicamente, la reflexión sí creo que es simple. En el 2020 habrá
elecciones nos guste o no. El régimen, basado en su estrategia de
“toma” por la fuerza de la AN da los pasos en esa dirección, soltando
globos de ensayo para medir la reacción; en cualquier momento anunciara
una fecha –como si elegir la AN este año fuera una graciosa concesión y
no una obligación constitucional– y un mecanismo para designar
autoridades del Poder Electoral, el “nuevo” CNE. Solo le queda decidir
el mecanismo: lo hará mediante su falsa AN –tras ser reconocida esta por
el TSJ–, lo hará mediante el TSJ, volviendo a usurpar las funciones de
la AN; o lo hará mediante la ANC, como uno de sus muy conspicuos
representantes acaba de dejar entrever.
Es una jugada con doble propósito. Buscar que la oposición se
abstenga, al no haber un “nuevo” e “imparcial” CNE para conducir un
proceso, posiblemente adelantado y seguramente amañado; y de paso
quitarse de encima el San Benito del desconocimiento internacional, al
adueñarse de manera “legitima” de la AN, que le permitirá firmar todos
esos acuerdos y contratos que sus socios internacionales –Rusia y China–
quieren que gocen de reconocimiento legislativo.
Frente a este muy probable escenario no es momento de hacer
afirmaciones categóricas que sin duda molestaran a muchos; pero si caben
algunas preguntas y reflexiones: ¿Qué camino tomara la oposición? ¿Dirá
que sin un “nuevo” e imparcial CNE –como si eso fuera posible– no habrá
condiciones y se abstendrá de participar, como ocurrió en 2005 y en
algunas elecciones recientes, regionales y locales? ¿Le regalaremos la
AN al régimen y sus socios “opositores”, que de cualquier manera
acudirán al proceso?
La oposición tiene por delante varios retos; el más grande, vencer la
natural resistencia de mucha gente hacia los procesos electorales;
resistencia incentivada –vamos a estar claros–por el propio régimen y
por políticas anteriores de abstención opositora, que en realidad no
produjeron ningún resultado. Otro reto importante es tratar de generar
condiciones para tener unas elecciones en las que podamos efectivamente
participar, pues no cabe duda que la electoral es una vía que permite
organizar a la gente y que permite la participación masiva.
El tercer elemento fundamental de la estrategia opositora en el 2020
es tratar de debilitar al régimen y para ello es imprescindible
incrementar ante el país y ante la comunidad internacional, el costo
político de su desastrosa gestión, que ha conducido al país a la
miseria.
La oposición solo cuenta para esta tarea con dos elementos: el apoyo
popular a la AN, medido en múltiples encuestas; además, la Asamblea
Nacional es el único poder reconocido internacionalmente de Venezuela y
por eso, con base en ella, hay que fortalecer también a los partidos
políticos, a las ONGs de carácter social y político y fortalecer las
protestas ciudadanas, dándole contenido a esa cantidad innumerable de
protesta que se hacen todos los días, que no están conectadas, que son
inconexas y que no tienen un objetivo político claramente definido.
Y el segundo elemento de apoyo a la oposición es la comunidad
internacional. Apoyo que es necesario mantener, estimular y fortalecer y
ello solo será posible con políticas coherentes de enfrentamiento a la
dictadura.
Politólogohttps://ismaelperezvigil.wordpress.com/
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