COLLAGE SOBRE RÓMULO BETANCOURT (XLIV)
(Gobierno Constitucional –VI-)
Carlos Canache Mata
EL ATENTADO. En el
Collage anterior (el Cuadragésimo Tercero), mencioné la exposición que el 21 de
enero de 1960 el Presidente Rómulo Betancourt dirigió al país, por la red de
radio y televisión, en la que hizo referencia a “la activa interferencia de la
dictadura dominicana en la vida interna de nuestro país” y que “será la
Organización de Estados Americanos a la que, por expreso pedido del Gobierno
venezolano, corresponderá actuar para que cese” dicha interferencia. Y agregó:
“En caso de admitirse por la OEA su incapacidad para una acción conjunta
interamericana, le quedará a Venezuela el derecho soberano a hacer respetar,
por los medios enérgicos que conceptúe su Gobierno necesarios, el legítimo
derecho que tenemos a vivir con nuestro propio estilo democrático de vida, a
cubierto de que desde el extranjero, en connivencia con venezolanos renegados
de la nacionalidad, armen dictadores la mano
de quienes lanzan bombas, intentan asesinar a los personeros del Poder
Público y pretenden derrocar el Gobierno Constitucional” (1). El historiador
Ramón J. Velásquez anota: “Cuando el Presidente Betancourt en su discurso del
21 de enero, denunció la intromisión de Rafael Leonidas Trujillo en los asuntos
de la política interna de Venezuela…no pudo pensar que a escasos cuatro meses
iba a ser la víctima elegida” (2).
En efecto, el 24
de junio de 1960 en la Avenida Los Próceres, a las 9 y 20 minutos de la mañana,
ocurrió el intento de asesinato del Presidente Betancourt cuando, acompañado
del Ministro de la Defensa, General Josué López Henríquez, su esposa y del Jefe
de la Casa Militar, Coronel Ramón Armas Pérez, se dirigía a presenciar el
desfile militar en conmemoración de la batalla de Carabobo y del Día del
Ejército. Al entrar el automóvil presidencial en la Avenida de Los Próceres, estalló
en un carro estacionado en la vía una potente bomba, accionada a control remoto
desde un transmisor de microondas, cuya onda expansiva alcanzó al coche
presidencial, desplazándolo a varios metros, al borde de una isla divisoria.
Murió instantáneamente el Jefe de la Casa Militar, y quedaron heridos el
Presidente, el Ministro de la Defensa, su esposa y el chofer del automóvil. El
Presidente pudo salir, por sus propios medios, desde los escombros del vehículo
en llamas, y auxiliar al Ministro de la Defensa y su esposa. El historiador
Edgardo Mondolfi Gudat, en su documentado libro “El Día del Atentado, el
frustrado magnicidio contra Rómulo Betancourt”, comenta: “Se trató sin duda del
atentado más técnico en su elaboración, perpetrado a control remoto mediante un
dispositivo casi desconocido para su época, provisto de apoyos que revelaron el
papel instigador jugado por Trujillo, tramado y ensayado en la propia República
Dominicana y, que de paso, estuvo a milímetros de cobrar la vida de Betancourt”
(3).
Con la urgencia del
caso, el Presidente Betancourt fue trasladado al Hospital Clínico
Universitario, adonde concurrieron los
líderes de los partidos de la coalición gubernamental, los ex-presidentes
Rómulo Gallegos y Eleazar López Contreras y representantes de diversos sectores
de la vida nacional. El boletín médico (firmado, entre otros afamados
profesionales, por Joel Valencia Parparcén, Carlos Gil Yépez, Víctor Brito)
expresa textualmente: “El señor Presidente de la República se encuentra
hospitalizado bajo cuidados médicos por haber sufrido en la mañana de hoy
quemaduras de primer grado en manos y cabeza. Sus lesiones no son de gravedad.
Su estado general es satisfactorio”. Betancourt, al verse en un espejo, apeló
al humor negro: “Soy un Quasimodo dinamitado”. Después de las curas de rigor,
el Presidente quería e insistía en ser trasladado a Miraflores, pero los
médicos, con el apoyo de altos funcionarios gubernamentales presentes, se
oponían. Aceptó quedarse unas horas más, con
la exigencia de que los periodistas lo vieran y tener una breve
entrevista con ellos, y así se hizo. A las 11,45 pm del mismo 24 de junio, ya
estaba en Miraflores. Durante el día, el Gabinete, reunido en Miraflores, tomó
decisiones en defensa de las instituciones, y de su seno destacó una comisión
para someterlas a la consideración del Presidente en el Hospital Clínico
Universitario. El historiador Edgardo Mondolfi Gudat nos informa, en su obra,
ya citada, sobre el atentado (páginas 33-34): “…Resulta preciso tomar en cuenta
que la velocidad de respuesta por parte del gobierno y, objetivamente hablando,
la capacidad que mostró para dominar la situación, debió dejar sin efecto
cualquier plan ulterior tramado por los complotados. Tan contundente fue el
manejo que llegó a dársele a la crisis que de inmediato se suspendieron
parcialmente las garantías constitucionales, no se dejó piedra sin voltear en los
cuarteles en busca de posibles conexiones con el atentado, y se tomaron medidas
preventivas de tipo militar como esta, llamada a reforzar el Palacio de
Miraflores mientras el Presidente permanecía recluido en el Hospital
Universitario: ‘Para proteger el Palacio dispusimos una oruga (militar) en
Puente Llaguno con dos ametralladoras mirando hacia La Pastora y dos más
bajando. Eran momentos de incertidumbre y no se tenía mayor información del
atentado y de quiénes eran sus autores’ “, según cita de Oscar Zamora Conde.
Al día siguiente,
25 de junio, el Presidente dirigió una alocución al país, he aquí algunos
fragmentos: “Estoy hablándoles desde mi cama de enfermo…Quiero decirle al
pueblo de Venezuela que debe tener confianza en la estabilidad del Gobierno y en
la decisión del Presidente que él eligió para cumplir su mandato, como he
venido diciendo y hoy reitero, hasta el 19 de abril de 1964…No me cabe la menor
duda de que en el atentado de ayer tiene metida su mano ensangrentada la
dictadura dominicana. Existe una conjunción de esfuerzos entre los desplazados
el 23 de enero y esa satrapía, para impedir que Venezuela marche hacia el logro
de su destino final; pero esa dictadura vive su hora preagónica. Son los
postreros coletazos de un animal prehistórico, incompatible con el siglo XX. A
través de la Organización de Estados Americanos se está extendiendo un cerco de
asfixia en torno de ese régimen absurdo, régimen que no se ha conformado con
perseguir, humillar y despotizar a los nativos del país, sino que ha venido
practicando impunemente el crimen extrafronteras…Le digo al pueblo de Venezuela
que esta coyuntura y esta oprtunidad deben servir para que hagamos un examen de
conciencia. Los enemigos del avance democrático y del desarrollo económico de
la Nación no han sido definitivamente vencidos, sino derrotados. Disponen de
medios y de recursos suficientes como para contratar aventureros
internacionales que vengan a Venezuela a preparar un crimen perfecto. Y es
absurdo que las fuerzas democráticas vuelvan a la discordia y al
entredevorarse, cuando el enemigo acecha. Si algún esfuerzo y si algún
sacrificio he hecho por una mejor vida para mis compatriotas, en nombre de ese
esfuerzo y de ese sacrificio les pido que hagamos en este momento un examen de
conciencia, que volvamos al espíritu unitario del 23 de enero, que cesen las
luchas acerbas y que busquemos fórmulas de entendimiento para trabajar todos
unidos por la patria de todos…Ocho horas después del atentado, con las manos
vendadas, me vine a Miraflores, porque el puesto del timonel es el timón. Es
desde Miraflores de donde les estoy hablando y donde a pesar de mis
transitorios quebrantos de salud sigo en contacto directo con todos los
sectores del Gobierno, tanto en la ciudad de Caracas como en el resto del país…El
gobierno está adelantando investigaciones, que llevará hasta el fin, para
tratar de sacar, de una vez por todas, las raíces de la recurrencia
dictatorial” (4).
El Gobierno de
Venezuela denunció ante la Organización de Estados Americanos (OEA) al Gobierno
de la República Dominicana por su responsabilidad en el atentado. Tal como dice
Ramón J. Velásquez, “las investigaciones iniciales probaron la activa y directa
participación del Gobierno de Santo Domingo en la preparación y ejecución del
atentado, pues fue el propio Rafael Leonidas Trujillo quien intervino en la
organización del grupo ejecutor del plan; en un fuerte militar de la isla se
hicieron ensayos del atentado y desde un aeropuerto militar de aquella
República fueron enviados a Venezuela los elementos del crimen” (5). Además de
la denuncia, se solicitó la convocatoria de de una Reunión extraordinaria de
Consulta de los Ministros de Relaciones Exteriores para dar cumplimiento al
Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca o Pacto de Río de Janeiro, lo
que fue aprobado por unanimidad por el Consejo General de la OEA y,
adicionalmente, se decidió el envío de una Comisión Investigadora para examinar in loco las pruebas presentadas por Venezuela. Como
resultado de la tarea de esta Comisión,
se acordó celebrar en San José de Costa Rica la VI Reunión de Consulta
de Cancilleres, y ésta decidió sancionar al Gobierno dominicano con el retiro
de todas las representaciones diplomáticas y consulares de los países
integrantes e la OEA. Posteriormente, el Consejo General de la OEA ordenó que
ningún país de la comunidad regional comerciara petróleo u otro producto con el
régimen del dictador dominicano.
Venezuela había
alcanzado un éxito diplomático. Y en el país, los autores materiales del
atentado fueron apresados, procesados y sentenciados por los tribunales
competentes.
En el próximo
Collage, seguiremos con los sucesos del año 1960.
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Notas
1-Rómulo Betancourt. Exposición al
país. Antología Política 1959-1964. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas, 2007.
Volumen Séptimo. Pág. 140.
2- Ramón J.
Velásquez. “Aspectos de la Evolución Política de Venezuela en el Último Medio
Siglo”. Venezuela Moderna. Fundación Eugenio Mendoza. Caracas 1976. Pág. 206.
3-Edgardo Mondolfi
Gudat. “El Día del Atentado, el frustrado magnicidio contra Rómulo Betancourt”.
Editorial Alfa, 2013. Pág. 28.
4-Rómulo
Betancourt. El Atentado presidencial. Mensaje dirigido al país el 25 de junio
de 1960. Antología Política 1959-1964. Obra citada. Pág. 208-209.
5-Ramón J. Velásquez.
Obra citada. Pág. 207.
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