VENEZUELA: UNA Y DOS
FERNANDO RODRIGUEZ
1. Me parece acertada la delegación opositora a México y ello por varias razones. La primera es que son políticos para una reunión que es especialmente política. No es una perogrullada decir, sobre todo aquí y ahora, que de la política deben ocuparse los políticos. Lo demás, un poco más un poco menos, es antipolítica.
De paso, señalemos que el que no hayan dejado participar a alias la mesita y los alacranes —por razones obvias— es otra muy buena cosa y confirma que fue un desatino el intento gubernamental de dotarse de una oposición a su servicio, pues, por lo visto, este no se batió porque participaran todas las oposiciones, como andaba pregonando.
Pero, no dudo que debidamente movilizada, la sociedad civil sea muy importante para la transición que algún día habrá de venir. Seguramente sus mejores espacios organizados, debidamente coordinados, pueden darle bases muy sólidas e imprescindibles a los que quieren tránsito, pero no hay que exagerar.
Esperemos que los delegados con la bendición del mundo occidental –o algo parecido–, Biden más la Unión Europea, traigan algunas preseas.
2. Ustedes recordarán que los habladores de las redes y hasta destacados columnistas pasaron un buen tiempo calumniando a la pobre fiscal (¿o fiscala?) de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda, porque tenía un estrecho y torvo vínculo con el chavismo a través, más precisamente, de una hermana de Tareck El Aisammi, la señora que tenía la representación venezolana ante la CPI.
Como sabrán, la fiscala, antes de abandonar el cargo, dejó un informe en el que deja diáfanamente claro que las Fuerzas Armadas, la Policía y otros agentes gubernamentales practicaron horrendos crímenes de lesa humanidad y, segundo y no menos importantes, el gobierno jamás hizo lo que mínimamente debería hacer: iniciar procesos judiciales contra los criminales; es decir, reinó la mayor impunidad y complicidad.
Este rudo golpe de resonancia mundial es otra denuncia demoledora de la dictadura chavista que, además, ha caído justo en los días previos a las negociaciones de México. Habría que disculparse con la ahora fraterna Fatou. Para mí que en la vergonzosa campaña en su contra hubo algo de racismo. El gran aplastado por la noticia reciente es, en primera instancia, el fiscal nacional que hizo no sé cuántas operaciones jurídicas truculentas y tramposas para que la apreciada Fatou no emitiese su demoledor testimonio. Ha quedado en un ridículo planetario y en cualquier país medianamente serio lo hubiesen despedido por incapaz o hubiese renunciado por tratar de salvar algo de su honor.
Lástima, dirá el gobierno, que como es sabido el imperialismo yanqui es el peor enemigo de la Corte y es difícil culparlo de la catástrofe.
NB. No hay que hacerse muchas ilusiones sobre los resultados concretos de la acción emprendida por la CPI, ver a unos cuantos de los criminales con esposas o tras rejas. Su tempo es lento, lentísimo. Y aun después de finalizar, los sentenciados tienen muchas maneras de eludir la condena (Sudán entregará próximamente al expresidente Al Bashir condenado hace algo más de diez años por crímenes cometidos contra 3.000.000 personas en el 2003). De todos modos, es una contundente pieza para evidenciar ante el mundo la criminalidad del régimen de Maduro, que ya compite por ser de los más apestosos dictadores del planeta.
Fernando Rodríguez es filósofo. Exdirector de la Escuela de Filosofía de la UCV.
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