martes, 22 de enero de 2019

ENCRUCIJADA

CARLOS CANACHE MATA

El entronizamiento de la mentira como política de Estado es una de las características, casi incuantificable,  de quienes actualmente ejercen el poder en Venezuela.  Decir que en Venezuela hay democracia porque en los últimos años se han realizado 26 procesos electorales, que  la Gran Misión Vivienda ha construido y entregado 2 millones 500.000 unidades habitacionales, que la hiperinflación que arrastramos desde octubre de 2017 es “inducida”, que la recesión de cinco años consecutivos y la crisis humanitaria son causadas por una supuesta “guerra económica”, que está  en marcha un plan de “recuperación, crecimiento y prosperidad”, son falacias en las que nadie cree. No es difícil entender por qué las encuestas muestran que el respaldo gubernamental rueda en el suelo.
   Se están realizando en todo el país cabildos abiertos (figura contemplada en el artículo 70 de la Constitución) en los que la ciudadanía manifiesta su descontento contra la gestión gubernamental y su apoyo a la Asamblea Nacional, que acaba de elegir a sus nuevos directivos. Han sido concentraciones populares exitosas, con la participación de compatriotas pertenecientes a las diversas clases sociales. La decición del TSJ ilegítimo, que el gobierno controla, de declarar “nulos” los actos de la Asamblea Nacional, entre éstos la elección del 5 de enero  de su nueva Mesa Directiva, va a agravar la situación en que se encuentra el chavomadurismo aposentado en Miraflores. Desesperación y miedo cunden en el ámbito del oficialismo, como lo testimonia la solicitud de una entrevista que, días atrás, le  hizo Maduro al presidente de EEUU, Donald Trump, no obstante los insultos que a diario le propina.  Si en la Rusia zarista se decía que había más condes que gente, ahora se podría igualmente decir que en el gobierno y en el PSUV hay más acobardados que gente, ante la suerte que les aguarda un  futuro del que ya se oyen sus pasos. Pareciera que ya no hay tiempo para que el tiempo se dé más tiempo. La encrucijada es inequívoca: o vuelve la democracia o se prolonga su ausencia.
   No sé cómo ocurrieron en Caracas y ciudades y pueblos del país las concentraciones y marchas que la Asamblea Nacional convocó para ayer miércoles 23 de enero, porque debía escribir y entregar este artículo el martes 22. Pero, los vientos de entusiasmo renovado que soplan en el seno de la oposición y, en general, del pueblo, son auspiciosos de buenos resultados.  En política, la futurología tiene que andar empinada para  no hacer ruidos que después pueden dejarla mal parada.

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