La oposición venezolana apela al Ejército para frenar a Maduro
ALONSO MOLEIRO
La Asamblea Nacional de Venezuela, dominada por la oposición al régimen de Nicolás Maduro, eligió ayer a su nuevo presidente, Juan Guaidó, de Voluntad Popular, el partido del dirigente Leopoldo López, en prisión domiciliaria. Guaidó declaró "ilegítimo" al mandatario y consideró "rota o usurpada la cadena de mando" en las Fuerzas Armadas —principal sostén de Maduro—, a la que pidió apoyar los esfuerzos para "restablecer la democracia" en el país. La diputada Delsa Solórzano negaba más tarde que el pedido de apoyo a la Fuerza Armada sea para "dar un golpe de Estado".
Maduro se dispone a asumir el próximo jueves su segundo mandato de seis años como presidente de la República Bolivariana, investidura que ya ha sido vetada el pasado viernes por los principales Gobiernos de la región reunidos en el Grupo de Lima, en una declaración que no firmó México. En su discurso inaugural, Guaidó se comprometió a "generar las condiciones para un Gobierno de transición" y convocar "elecciones libres". Como vicepresidentes de la Asamblea fueron elegidos Edgar Zambrano, de Acción Democrática, y Stalin González, de Un Nuevo Tiempo.
Guaidó fue presidente de la comisión de Contraloría de la Asamblea Nacional durante dos años y es un duro crítico de Maduro. A su despacho le tocó adelantar parte de las investigaciones de los múltiples casos de corrupción del chavismo, todos los cuales han sido engavetados por el control que tiene Miraflores del resto de las instituciones del país. Zambrano y González son dos diputados de línea moderada.
La nueva dirección del Parlamento se constituye pocos días antes de la toma de posesión Nicolás Maduro, el próximo 10 de enero. Maduro fue proclamado ganador por el Consejo Nacional Electoral, controlado por el chavismo, en las elecciones presidenciales del pasado 20 de mayo. Los comicios fueron boicoteados por la oposición y desconocidas por la mayoría de la comunidad internacional.
En su discurso inaugural, Guaidó reconoció que los partidos opositores "tienen una deuda con la nación", por no haber logrado el objetivo de restaurar el orden constitucional, y se trazó tres objetivos: el cese de la usurpación, un gobierno de transición y la posterior convocatoria a elecciones libres para atender la crisis humanitaria en el país. Guaidó dijo que Maduro encabezará, a partir de este 10 de enero, "un gobierno ilegítimo"; le llamó "dictador" y afirmó que su régimen político es "miserable". El dirigente hizo un llamamiento "a la lucha para todos los ciudadanos que sientan que esta miseria no es la única forma de vivir" e incluye a "los militares, que también son ciudadanos y padecen los mismos problemas y sus sueldos no dan para vivir".
Después de que la oposición consiguiera hacerse con la mayoría de los escaños de la Asamblea, el Tribunal Supremo la declaró en desacato, por lo que sus actos son considerados nulos y Maduro no acude a la Cámara desde 2016. Como contrapoder, el mandatario estableció una Asamblea Constituyente bajo su control pero que no ha hecho ningún avance en la reforma de la Constitución que justificó su creación.
Muy temprano en la mañana, antes de que la ceremonia se desarrollara, funcionarios del Sebin (Servicio Bolivariano de Inteligencia), la policía política del chavismo, tomaron las instalaciones del Palacio Federal Legislativo e informaron que hallaron una granada en la entrada del Hemiciclo. La noticia causó cierto revuelo inicial, pero no produjo mayores consecuencias. Alfonso Marquina, integrante de la directiva saliente, ni siquiera se animó a confirmar la información.
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