COLLAGE DE RÓMULO BETANCOURT (VII)
CARLOS CANACHE MATA
Como se señaló en
el anterior Collage, el Sexto, desde el 3 de febrero de 1937, cuando fueron
apresados varios dirigentes de la izquierda, Rómulo Betancourt y otros líderes
de de la oposición pasaron a la clandestinidad. El 4 de febrero, de ese año
1937, se ilegalizaron los partidos y organizaciones que integraban el Partido
Democrático Nacional (PDN), el primer PDN, cuya existencia formal, es decir, su
legalización, no se llegó a materializar porque había sido negada el año 1936
(ver Quinto Collage), y el 13 de marzo de 1937, por decisión del presidente
López Contreras, se decreta la expulsión del territorio nacional de 47
dirigentes políticos y sindicales, 23 de los cuales salieron del país el 26 de
marzo a bordo del vapor “Flandre”.
Rómulo Betancourt,
desde la clandestinidad, va a vivir entonces una de las etapas más difícil y
combativa de su palmarés político. En Caracas hubo una reunión preliminar en la
casa de Alfredo Conde Jahn –ubicada en el callejón Negrín de LaFlorida- en la
que se eligió un Comité Ejecutivo Provisional del PDN, asumiendo Rómulo
Betancourt la Secretaría General. Se trataba de reconstituir el PDN como
partido único de las izquierdas, con los efectivos y vanguardias militantes de
los partidos disueltos. Manuel Vicente Magallanes, en su libro “Los Partidos
políticos en la Evolución Histórica Venezolana” (páginas 285-286) asienta:
“Pequeños comités o células de cinco miembros constituían en la clandestinidad
los grupos básicos del PDN. Semanalmente éstos se reunían y discutían los
diversos aspectos de la organización. Servía de órgano periodístico el
semanario “Izquierdas”, el que se repartía por las noches y circulaba de mano
en mano, difundiendo el pensamiento del partido”. Aun cuando en la clandestinidad es muy
difícil en la práctica una democracia interna real, Arturo Sosa Abascal ha
señalado: “El militante es activo en la toma de decisiones a través de la
discusión semanal en los grupos de base y por medio de sus representantes en
los organismos intermedios y nacionales. Activo también en el cumplimiento de
las ‘tareas’ que asigne la dirección”. Para dificultar o evadir la persecución
gubernamental, los dirigentes y activistas del PDN cambiaban sus ‘conchas’
frecuentemente y usaban seudónimos (Betancourt usó, entre otros, el de Roca; Leoni,
entre otros, el de Arsenio; Valmore Rodríguez, entre otros, el de Telémaco,
etc).
El PDN hizo un
último intento de que se creara un partido democrático legal, apoyando la
formación del “Partido Demócrata Venezolano”, encabezado por el general
antigomecista José Rafael Gabaldón, que en su asamblea constitutiva del 27 de diciembre de 1937 aprobó un
programa moderado, donde se recogían planteamientos y soluciones sobre los
problemas fundamentales del país. El gobierno y la Corte Federal negaron su
legalización con el alegato, según dice Sanín (Alfredo Tarre Murzi) en su libro
“Rómulo” (página 184), de que había aparecido una carta de Rómulo Betancourt
“apoyando al nuevo partido, siendo afiliado al Partido Comunista, prohibido por
la Constitución”.
Rubén Carpio Castillo, en su libro “AD,
bosquejo histórico de un partido”, escribe (páginas 39 -40): “El PDN continuó
su actividad política clandestina, sorteando exitosamente las celadas que se
tendieron para apresar a sus dirigentes y particularmente a Rómulo Betancourt,
quien se convirtió en el hombre más solicitado por la policía política del
régimen. Dentro de esa azarosa vida de perseguido político (nota mía, de CCM:
En su libro “Venezuela, política y petróleo” (página 790) cuenta Betancourt que
“en 1938, el gobierno dio a la publicidad la historia de una supuesta pelea
entre un policía y yo; y la ilustraron con la que dijeron era una de mis
orejas, conservada gentilmente en alcohol, que se aseguraba había cercenado la
certera dentellada de mi contrincante, y tan de raíz como la del siervo de
Caifás por el sablazo de Pedro, el Apóstol”), Betancourt dedicaba su tiempo a
escribir en el diario “Ahora” artículos que representaban la más clara
orientación política y en los cuales se analizaba de manera certera la realidad
nacional. Y combinaba esa labor de propagación ideológica y programática con la diaria tarea de organizar los cuadros
del PDN y de insuflarles combatividad “.
El objetivo de
consolidar el PDN como partido único de las izquierdas fue un proceso complejo
que derivó finalmente hacia un deslinde ideológico. Se podría decir que las
diferencias internas comenzaron prácticamente desde el inicio de la
reestructuración del PDN en la clandestinidad para hacer oposición al gobierno
de López Contreras. El día 8 de agosto de 1937 se realizó en Maracay la Primera
Conferencia Nacional del Partido Comunista de Venezuela (PCV) en la que se
aprobó “reafirmar la ideología marxista-leninista como base de la organización;
crear la estructura nacional, independiente, organizativa y política del
Partido Comunista de Venezuela; y ‘dar la cara’ dirigiéndose al pueblo con su
propia propaganda clasista, sin perjuicio de continuar junto con otras fuerzas
progresistas en organizaciones policlasistas y de frente único como el PDN”. El
desenlace se hizo inevitable cuando el 8 de octubre de 1937 el Primer Pleno del
Comité Central del PCV exige a los que
se “autodenominaban verdaderos comunistas” retirarse del PDN, militar solamente
en su propio partido y sacar propaganda
legal.
En respuesta, el
PDN publicó su manifiesto del 14 de febrero de 1938, donde se formaliza el
deslinde total. Pero dejemos que sea Luis Troconis Guerrero, en su obra “La
Cuestión Agraria en la Historia Nacional” (páginas 194-195), quien lo describa: “Ocurrió que al reconstituirse
clandestinamente el PDN, a sus cuadros se incorporaron los ciudadanos de
pensamiento comunista que convivían con los demás miembros de los partidos
disueltos y, al correr de los meses, tal grupo comunista organizado en fracción
intentó imponer su ideología, su disciplina y sus tácticas al llamado ‘partido
único de las izquierdas’. El propósito chocó con la oposición de Rómulo
Betancourt, quien defendía, con apasionada justedad, la tesis de que no era un
partido comunista lo que reclamaba la coyuntura histórica sino una organización
policlasista, con raíz nacional y programa democrático, dotada de convicción
revolucionaria, capaz de ser vanguardia en la lucha por la vigencia de
libertades públicas amplias, por la afirmación de la justicia social, por la
creación de la prosperidad colectiva y por la defensa de la nacionalidad frente
al imperialismo…el 14 de febrero de 1938 un manifiesto del PDN anunció a la
Nación que era un partido revolucionario, democrático, antimperialista y
policlasista y que de sus filas se habían retirado cuantos diferían de su
programa, advirtiendo que en lo sucesivo aparecería propaganda propia del
partiddo comunista, distinta y –lógicamente- contrapuesta a la del PDN…sus
adversarios de esa y otras filiaciones decían burlescamente que era ‘un partido
que cabía en un automóvil’, a causa de su reducida militancia, pero su programa
justo, su táctica ágil, su estrategia planeada sobre la realidad nacional, la
devoción de sus miembros y la capacidad política de Rómulo Betancourt vencieron
las duras circunstancias iniciales y el PDN fue, después de breve ejercicio, el
eje de la oposición y una estupenda escuela política”. Troconis Guerrero agrega
seguidamente que el PDN “galvanizó voluntades, despertó simpatías, capitalizó
esfuerzos y así su organización creció en escala nacional” y que “fracciones
edilicias, legislativas y parlamentarias de sus miembros hicieron oir la voz el
partido en los cuerpos deliberantes del Estado; se publicaron sus periódicos en
todas las grandes ciudades y hasta en pequeñas localidades de provincia”. Es
necesario precisar que el deslinde entre
el PDN y el PCV no significó el cese total de las relaciones entre ambas
organizaciones, y, en efecto, en un Boletín, de fecha 19 de febrero de 1938, se
expresa categóricamente lo siguiente: “El CEN del PDN cree indispensable un
acercamiento con los paquistas (así se llamaban a los miembros del Partido
Comunista), para el trabajo en común sobre aquellos puntos en que mutuamente
estén de acuerdo. El divorcio absoluto de las fuerzas revolucionarias del país
sería hacerle el juego a la reacción. Por eso, el CEN procurará llegar a un
acuerdo con el CC de Paco para trabajar de acuerdo, manteniéndose la absoluta
independencia organizativa de ambas organizaciones, sobre aquellas cuestiones
en que haya coincidencia entre los puntos de vista de ambos partidos”.
El 25 de
septiembre de 1938, en las elecciones municipales de varios Estados, el PDN,
junto a otras fuerzas de oposición, obtuvo una buena representación; y en las
nuevas elecciones municipales del 11 de diciembre del mismo año 1938 en el
Distrito Federal, de las 22 parroquias que integraban esa entidad, la oposición
obtuvo 19 puestos, siendo la mayoría de los concejales electos miembros o
simpatizantes del PDN, y ese control del Concejo Municipal de Caracas por la
oposición permitió la elección como diputados del Congreso Nacional de
efectivos pedenistas, el 27 de enero de 1939, entre los que destacan Andrés
Eloy Blanco, Juan Pablo Pérez Alfonzo, P.B.Pérez Salinas, Luis A. Pietri y
Carlos E. Lemoine, que, con estas y otras designaciones en algunos Estados, la
oposición logró robustecer de manera significativa su representación
parlamentaria. Fue tan importante el crecimiento pedenista que Arturo Sosa
Abascal dice que “para finales de 1940, el PDN era ya una organización con
autonomía a todos los niveles, había logrado convertirse en interlocutor del
gobierno lopecista, que le reconocía su posición de izquierda, y se había
convertido en el motor principal del movimiento democrático”.
Continuaremos con
el análisis en la columna de la próxima semana.
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