LUIS MANUEL ESCULPI
En algunos países europeos se
ha venido estudiando la variación de los hábitos de consumo desde los inicios
de la presencia del Corona Virus, así han establecido que en la primera semana
los productos más demandados eran alimentos enlatados y aquellos dedicados a la
higiene personal, llamó especialmente la atención el requerimiento excesivo de
papel toallet.
A partir de la
segunda semana se modificó el comportamiento inicial, adquiriendo equipos para
ejercitarse desde los domicilios que han pasado a ser los solicitados en
primera instancia, situación comprensible a partir de la realidad de esos
países, radicalmente distinta a la que confrontamos en el nuestro.
Estamos
convencidos que, de realizarse investigaciones semejantes en Venezuela, nuestro
comportamiento mostraría una constante durante toda la cuarentena. La mayoría
sale a buscar la manera de obtener algunos ingresos, para así poder adquirir
los alimentos imprescindibles. Incluyendo a los empleados públicos que con sus
modestísimos sueldos les resulta imposible resolver las necesidades básicas de
sus familias.
Entre tanto
la hiperinflación sigue haciendo estragos, junto al alza violenta del dólar y
la escasez de la gasolina, han agudizado aún más la grave crisis que ya
veníamos arrastrando y que imposibilita el cumplimiento estricto del
«aislamiento social».
La
intensificación de las protestas durante la semana pasada, en diversas regiones
del país, son manifestaciones claras del hambre que está azotando a millones de
venezolanos.
Los anuncios
de, régimen de Maduro de la ocupación por ciento ochenta días de la empresa
Coposa, en el estado Portuguesa, el denominado mecanismo de ventas supervisadas
de alimentos Polar, Plumrose y el matadero de Turmero, junto a la regulación de
veinte y siete productos, en lugar de operar como un paliativo, agravará la
situación y sus consecuencias serán nuevamente la escasez y la reaparición
de los bachaqueros. La
regulación de los productos en dólares constituye el reconocimiento de una
realidad; ya el bolívar no es la referencia para el intercambio comercial, con
su devaluación ha dado paso a la moneda norteamericana.
En una
economía distorsionada igualmente el salario mínimo, el monto de las pensiones
o jubilaciones y los sueldos de la mayoría de los empleados del Estado, (por
esa razón se viene produciendo numerosas deserciones de el personal técnico y
profesional en Corpoelec, el Metro etc…) nuestra moneda dejó de ser desde hace
mucho tiempo una medida para calcular los costos de los alimentos y de los
bienes y servicios en general.
Para ser
coherentes si mantienen la política de anunciar aumento de sueldos y del
salario mínimo, a propósito de la conmemoración del Primero de mayo, en esta
oportunidad deberían ser efectuados en dólares, para eliminar esa inmensa
brecha existente entre el salario mínimo mensual, que no alcanza los dos
dólares, mientras el más barato de los productos regulados ronda la unidad de
la divisa norteamericana.
Para
nosotros, lamentablemente, no habrá regreso progresivo a una supuesta
«normalidad», antes de la pandemia ya lo que vivíamos no podía ser definido de
esa manera. Ahora si añadimos la disminución de los precios del petróleo, la
escasez de gasolina, las recientes medidas del régimen y la existencia del
Corona Virus, por más que no lo deseamos, el panorama luce cada vez más triste
y sombrío.
Existe una
alternativa sobre la mesa: la
conformación de un Gobierno de Emergencia y Unidad Nacional,
para poder abordar acorde con las exigencias planteadas los graves problemas
que confrontamos, agravados por las serias dificultades que se avecinan, si no
estuvieran tan aferrados a conservar el poder a como dé lugar, procederían a
dar un paso lateral, para facilitar una transición lo menos traumática posible.
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