DE LA REALIDAD Y LA POLÍTICA EN LA VENEZUELA ACTUAL
Nelson Chitty La Roche
“Que la patria se debe defender siempre, con ignominia o con gloria pero, de cualquier manera estará defendida.”
Nicolás Maquiavelo
La realidad es
la certeza sensorial y la constatación cognitiva. La realidad suele convencer y
por cierto, suele tratársele como la verdad y,
como por antonomasia usar la una por la otra y al hacerlo, inferir consecuencias. Cabe sin embargo una pregunta
que pareciera de Perogrullo, ¿Qué es la realidad? La realidad es lo que es,
físicamente concreto, real, conocido. La realidad suele ser convincente de suyo
pero filosóficamente, no es lo mismo lo real que la realidad necesariamente, en
tanto y en cuanto, lo uno es de ontología y la segunda, tarea de la percepción
y el discernimiento de que disponemos.
Sin pretensiones
y con modestia legítima, digamos que el ambiente y el entorno construyen con el
conocimiento y los sentidos, la realidad que tenemos frente a nosotros mismos. Pero;
el fenómeno como nos enseñó Husserl, tiene en el receptor un componente
crucial.
Sin
pretensiones, avancemos a la consideración de la realidad venezolana y de como
la apreciamos y como la asimilamos. De un lado; como asunción de la misma y del
otro, las implicancias en cuanto a derivaciones y también, consideraciones
sobre las acciones que hemos de acometer eventualmente.
Aproximadamente,
uno de cada cinco ciudadanos venezolanos y aquí residiendo, aprueba y apoyaría
incluso al chavismo como experiencia histórica y a Maduro como gobernante.
Vistos los resultados económicos, sociales, sanitarios, educativos,
institucionales resulta difícil comprender esa actitud pero, no olvidemos que
todos no la vemos por decirlo así, de la misma manera y con el mismo prisma de
epidérmicos intereses y por el contrario, en el ejercicio de ponderar los
hechos y su significación, el elemento subjetivo priva y remachemos, una vez
más, con el poeta Bergamín aquello de, “Si
yo fuera objeto sería objetivo pero, como soy sujeto, soy subjetivo.”
Lo importante es
pues que, el cuerpo político lo integramos los ciudadanos y no pensamos de la
misma manera, teniendo el asunto desde luego, repercusiones sistémicas en
cuanto a gobernabilidad y a gobernanza. Más claramente; en cuanto a la
evaluación que hacemos los conciudadanos, de la gestión pública y, la
disposición a adherir las propuestas que de allí vienen.
Empero lo
anotado, es menester para entender a la nación que somos todos y, a los
ciudadanos que protagonizaríamos políticamente dentro de su dinámica, comunicarnos
y deliberar con las expresiones formales y las orgánicas y funcionales de esa
nación y sus raíces sociales igualmente. Tenemos los llamados brazos del estado
civil, eclesiástico, militar y las redes sociales con su notable gravitación
pero, por otra parte, oímos la referencia a obreros y empresarios, trabajadores
y empleados, profesionales liberales, magisterio, estudiantes, funcionariado y
burocracia y la clase política gobernante, para luego simplemente resaltar
generalizando a la gente como el común que sabemos pero no conocemos, para
diferenciarlos de las llamadas élites o grupos de presión, sociedad civil,
cuerpos intermedios, para abrir más el compás y otros tantos apelativos ad hoc.
He querido
resaltar como los tejidos sociales son variados y apuntan también a sexo,
religión, raza, condición u origen social, nivel de formación y Venezuela no es
la excepción, por lo cual, determinar lo que piensa la nación o la membrecía
política ciudadana requeriría una consulta referendaria o electoral para, recordando
a Schumpeter, conocer de la aprobación o desaprobación de la labor
gubernamental pero, la anomalía constitucional y democrática y la conculcación
de la soberanía, sea por la estolidez o por el avieso cálculo, es parte del
problema siendo que entroniza el sesgo que deforma.
Las encuestas y
sondeos que acompañan los estudios y registros estadísticos en un ambiente
neutral, pudieran ayudar para escudriñar y saber más pero, en Venezuela y en este tiempo, son influidos
decisivamente por las orientaciones estratégicas que de la forzada conducción
societaria surgen decisivas.
Los medios de
comunicación, venidos a menos y victimados por el ogro ideológico que controla
y sojuzga, poco pueden hacer pero, se baten a través de hendijas y resquicios
que aun dejan respirar los distintos gamberros, para guardar alguna apariencia
democrática porque la verdad está constantemente asediada por la versión
oficial de alguno de los portavoces de la entelequia cívico militar que
instrumenta y ejecuta regularmente, en un alarde real, cínico e impúdico de su
ontológica mediocridad y de su grosera impunidad.
Lo afirmado
revela en suma, una deformidad sistémica que irradia insana sobre la realidad
que se exhibe inevitablemente sospechosa para la mayoría que, también muestra
como es de suyo esperar, el prejuicio que trae la decepción y especialmente, la
desconfianza en el liderazgo impuesto, abusivo, distante, ilegítimo, ilegal y totalmente
desacreditado, al extremo que si hicieran algo bueno, costaría mucho a la
mayoría apreciarlo como tal. Es tarde para creer a quienes habitualmente
tergiversan, mienten y persiguen a quienes piensen distinto.
No hay pues sino
en lo elemental, una realidad común a todos y aún esa, la de las carencias de
alimentos, gasolina, servicio eléctrico, gas domestico, agua potable,
medicinas, insumos médico hospitalarios variados, remuneraciones miserables a
maestros, personal de salud, personal de universidades, funcionarios públicos,
agentes de seguridad, obreros y empleados conoce una alteración fenomenológica
como consecuencia de la enajenación y la alienación forzosa o peor aún, la
alienación de la inconsciencia que también alcanza para muchos.
El grueso de la
población percibe la realidad pero, se muestra incrédula, ante las acciones que
racionalmente derivarían porque, un cierto liderazgo, tumultuoso y visceral, lo
niega todo a todos y acaso, comparte una amargura brutal que impide la
verdadera comunicación y favorece la segregación, la marginación, el odio
social, el rencor compulsivo y el equilibrio racional e inteligente.
El drama
descrito conduce a la anomia y a la desciudadanización militante además. En
efecto; en las redes sociales abundan los que acometen inmisericordes contra
aquellos que osan opinar y hacerlo en un intento de construir políticas porque,
y es lo más importante y necesario resaltar, la realidad y su metabolismo
ciudadano debe dar lugar a planes, medidas, acciones, organizaciones, deliberaciones
y decisiones de impronta social y de naturaleza política pero, los nihilistas
del teclado desde sus comodidades hogareñas ya en el exterior o en las zonas
bien de las ciudades, acribillan a quienes expresen pareceres que asemejen a
propuestas aunque las mismas obren dentro de lo posible y ante las necesidades
inminentes. El francotirador digital desde su sofá y tal vez cobrando por ello
y de diversas maneras, obstruye el intercambio y enerva los procesos de
comunicación.
Umberto Eco,
filólogo, semiólogo, filósofo, historiador italiano y mundialmente reconocido,
opinó sobre las redes sociales y sobre ese igualitarismo que de su naturaleza
pareciera desprenderse. Quiso Eco y por cierto en su último trabajo, “De la estupidez a la locura (Lumen, 2016)”
destacar la ligereza y la superficialidad con la que a menudo se opina y el
carácter desproporcionado con que se manejan en las redes las diferencias de
criterios, a menudo desnudando, expresiones esquizoides de bajo psiquismo.
Insistió en el hecho de que se contrastaban juicios entre informados y formados
y otros que no eran capacitados en los temas pero, confrontaban alegremente a
los expertos. El intelectual extremó por momentos en claro signo de angustia su
comentario y advirtió,” “las redes sociales le dan el
derecho de hablar a legiones de idiotas” (imbecilli, en el original; necios, en la traducción de Lumen… Eduardo
Huchín Sosa 15 enero 2017)
Claro que sabemos y coincidimos en que todos tienen
el derecho de expresarse y ello, no puede ni debe ni será discutido pero,
tampoco hay que consagrar la eventual orientación que de la discusión sobre
asuntos de interés general o también que conciernan a determinados segmentos
sociales, surjan del episodio deliberativo y ocasional de las redes sociales.
Deben tomarse como lo que son, un foro abierto para la expresión y la
manifestación de aquellos que quieren y necesitan mostrar sus pareceres,
audiencia manipulable y a ratos artificiosa.
Varias perspectivas concurren entonces al escenario de la realidad y como hemos insistido, la describen algunos desde posturas influidas e interesadamente dirigidas. No hay una realidad a pesar de la evidencia sino varias que se chocan y desconocen al mismo tiempo, trayendo un margen de grosera incertidumbre, desconexión, fragilización y, lo peor, será la descomposición societaria que, conviene anotar, es promovida desde posiciones de gobierno o soportadas en la desnaturalización de las institucionalidad que no deja por fuera aquella de la oposición como esa de la Asamblea Nacional errática y desprestigiada a pesar de que algunos de sus miembros y voceros merecen respeto pero, que no se les ofrece tampoco. La realidad y su glosa constituyen la torre de babel de los venezolanos.
Es altamente tóxico
lo que hace la Sala Constitucional con la constitucionalidad, desconociéndola,
alterándola, contaminándola, politizándola de acuerdo al dictado del combo
deletéreo de Maduro, Cabello, Padrino y los hermanos Rodríguez y sus
correspondientes ad lateres. Mismo
sonido de campana producen los jueces en el manejo de los casos de disidentes
políticos, los miembros de la fanb alienados absolutamente y podemos seguir
evocando la larguísima lista de los facinerosos prestos a cualquier cosa que
les solicite o se les ocurra.
La política es
el manejo de los conflictos y, su racionalización social. Por eso es
indispensable, asumir y coincidentemente, la realidad que nos atañe, más que la
episódica y emotiva circunstancialidad que nos atrae. Lamentablemente, no lo
hemos metabolizado y disgregados, desordenados, atomizados nos mostramos.
Mientras no nos
percatemos que el tumor primario obra pernicioso en ese liderazgo usurpador,
incompetente, inescrupuloso, irresponsable y criminal y, compartida la realidad
omnipresente de su malignidad por la mayoría, no como un arribo personal sino
del colectivo nacional y nos dispongamos a actuar reclamando, reconquistando
nuestra soberanía, seguiremos como estamos, entre resignados, acomplejados,
mediatizados y vacios.
La tarea
política es precisar dentro de la realidad que nos acogota, la verdadera
etiología del mal y, proceder, a su tratamiento quirúrgico, ablativo y
cauterizador.
Nelson Chitty La Roche, @nchittylaroche, nchittylaroche@hotmail.com
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