Tribulaciones de un margariteño del Siglo XXI
ENRIQUE VILORIA VERA
En relación con tu próxima venida a la isla, te informo que la vaina no está fácil, me dicen que en Tierra firme es lo mismo, pero, en fin, mi pana, mal de muchos, consuelo de tontos: acá estamos desconsolados y atontados, viviendo una realidad dantesca – que ni el mismo protector amante de la Divina Comedia, ha podido resolver. a pesar de tanta valla y propaganda. Estamos como Dante, no en el paraíso con Beatriz, sino en el mismísimo infierno bolivariano.
Resulta y ocurre que la cotidianidad es imposible de llevar, no hay normalidad operativa, cualquier diligencia que se tenga que hacer amerita de mucha paciencia y de una buena dosis de resignación. Te cuento:
Ayer temprano, debía ir al banco en Porlamar y luego a la notaria a fin de firmar un documento en La Asunción…imposible, en el banco no había línea y en la capital del estado la luz brillaba por su ausencia. Así es todo por acá ir y volver, regrese mañana a ver, y que Dios nos coja confesados, Recuerdo manazo un chiste bien idiosincrásico, te lo resumo.
Después de una noche de francachela, de tragos y mujeres, un par de amigos – venezolano él, alemán el otro -, estrellaron su carro y fallecieron; al alcanzar al cielo, Dios los remitió, ipso facto, al infierno, al llegar Lucifer les informo que en el averno priva un criterio de nacionalidad: el teutón al suyo y el criollito al otro, protestaron vehementemente, empero, el Diablo les comunicó que en ambos el castigo era el mismo: tres tobos de caca diarios y los fines de semana visita libre para cordializar ente los sub – infiernos.
El fin de semana siguiente, el alemán llego marrón de caca a visitar a su amigo en el infierno venezolano, para saludarlo…para su estupefacción lo encontró punta en blanco con un liquilique impoluto. Furioso iba a reclamar al demonio, sin embargo, su amigo le dijo: tranquilo…no pasa nada; el castigo es el mismo, pero, cuando hay la caca no hay tobo, y cuando hay el tobo y la caca no hay quien lo eche.
En fin, así es la vaina en la antigua Perla del Caribe, cuando hay agua no hay luz ni Internet, y a la visconversa, para echar gasolina hay que madrugar y mamarse una cola de diez horas, no hay bolívares en efectivo para pagar el por puesto o el bus, y cuando llueve todo se inunda, los drenajes no tienen mantenimiento, las calles son un verdadero lodazal, los mosquitos y las cucarachas hacen de las suyas.
En fin, hermanazo si vienes es a tu propio riesgo: el dantesco infierno margariteño no le para a nadie… ni habitantes y mucho menos a los visitantes.
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