martes, 28 de julio de 2015

Elecciones serán prueba de fuego para el autoritarismo venezolano
 
ANTONIO MARIA DELGADO
 
EL NUEVO HERALD
 
La represión ha aumentado en Venezuela bajo el gobierno de Nicolás Maduro y el régimen hace mucho que dejó ser una democracia, pero el chavismo incursionaría formalmente en el terreno de las dictaduras si se roba o si suspende las elecciones parlamentarias de diciembre, dijeron expertos.
“Si el gobierno fuese a suspender la elección [como algunos temen], o si prohíbe a la oposición que compita, o si descalifica a tantos candidatos que la oposición no pudiese competir seriamente, entonces allí sí estaría cruzando la línea”, comentó el profesor de Harvard, Steven Levitsky.
“Es una raya que ningún régimen ha cruzado en décadas en América Latina, y que le llevaría a perder toda la legitimidad que le queda”, señaló Levitsky desde Lima.
Por el momento, Venezuela sigue firmemente plantada dentro de lo que los académicos denominan un “autoritarismo competitivo”, término acuñado por el propio Levitsky en su libro del mismo nombre y que es utilizado para describir a regímenes no democráticos en los que la oposición aún puede competir por el poder en elecciones, aunque frecuentemente bajo condiciones muy injustas o muy desiguales.
Pero el régimen bajo la conducción de Maduro se ha vuelto mucho más autoritario que el de su predecesor, el fallecido presidente Hugo Chávez, llegando hasta el extremo que lo único que lo diferencia de una dictadura es que realiza elecciones.
“Venezuela ha pasado a ser el segundo país menos democrático en todo el hemisferio. Solo es superado por la dictadura cubana”, dijo Mark P. Jones, profesor de Ciencias Políticas, especializado en América Latina, en Rice University en Houston.
“Lo que hemos estado viendo en Venezuela es un descenso generalizado en los últimos tiempos. Comenzó con Chávez, pero se volvió mucho más severo al final de Chávez y empeoró bajo Maduro”, añadió Jones, cuyas investigaciones le llevan a monitorear constantemente la salud de las democracias latinoamericanas.
Jones coincidió en que el tema electoral mantiene a Venezuela fuera de la definición formal de las dictaduras.
“Pero analizando la situación con base en el funcionamiento de las instituciones, Venezuela dejó de ser una democracia hace ya mucho tiempo”, sostuvo al advertir la inexistencia de la separación de poderes, el uso de la justicia como instrumento de persecución política y las amenazas a las libertades civiles.
En estas áreas, Venezuela ya se comporta como una dictadura y muestra grados de opresión y de persecución política comparables a las de algunas dictaduras latinoamericanas a finales de los años setenta e inicios de los ochenta, dijo Jones.
Maduro también ha dado rienda suelta a una ola represiva que ha golpeado muy duro la imagen de su régimen ante la comunidad internacional, en medio de denuncias de ejecuciones extrajudiciales, arrestos y torturas de personas que se han atrevido a protestar contra el régimen.
Levitsky dijo que esto se debe más a la desesperación del régimen ante un clima de gran inestabilidad que a un verdadero deseo de tornarse más autoritario.
“La opresión esta empeorando porque el gobierno se siente amenazado y sabe que está debilitando, y con el tiempo se torna cada vez más desesperado. El gobierno está acorralado en una situación muy difícil, sin que parezca tener algún tipo de salida”, señaló.
Carlos Ponce, director del Programa para America Latina de Freedom House, dijo que las investigaciones de la ONG coinciden con las conclusiones de los académicos.
“Precisamente porque hay elecciones, es que Freedom House todavía considera que Venezuela está en la rayita de lo que es un país libre”, señaló Ponce antes de añadir que en el último informe sobre la Libertad en el Mundo, la organización colocó al país sudamericano a dos puntos de ingresar a la categoría de “No Libre”.
“Pero eso fue solamente por el hecho de que se organizan elecciones medianamente competitivas en Venezuela, a diferencia de países como Cuba y Corea del Norte o Zimbawe”, explicó.
Aunque eso no quiere decir que los comicios en Venezuela sean modelos de elecciones justas, libres y transparentes.
“En el caso de la realización de procesos electorales, Venezuela está justo en la raya. No ha caído aún en un esquema en el que las elecciones son totalmente fraudulentas, pero está acercándose cada vez más a ese límite”, comentó Jones, al explicar la desigualdad de condiciones bajo los que compite la oposición, la negativa del régimen de permitir la participación de observadores internacionales, las modificaciones a los circuitos electorales para favorecer al oficialismo y las inhabilitaciones de algunos de los rivales más populares.
Pero el régimen no tiene un cheque en blanco para seguir en esta tendencia.
A diferencia de procesos anteriores, las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre serán monitoreadas con mucho detenimiento por la comunidad internacional, que ya comienza a mostrar preocupación por el deterioro de las condiciones políticas y económicas de Venezuela, agregó Frank Mora, director del Centro de America Latina y el Caribe de la Universidad Internacional de la Florida (FIU).
“Estamos llegando a un momento importante. Estas elecciones no van a ser iguales que las últimas elecciones”, comentó Mora.
“La comunidad internacional está reaccionando ahora más de lo que hacía hace unos años atrás. No creo que haya la misma paciencia con el deterioro del sistema democrático en Venezuela y sí hay un robo, o aberraciones en las elecciones, yo creo que va a haber una reacción de la comunidad internacional”, enfatizó.

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