La triste destrucción de Hato Gil
Damián Prat C.
10 Noviembre 2020
Correo del Caroní
Era un sitio de creación y progreso. Un sitio inspirador. Generador de modernidad y progreso. Al destruirlo, la “revolución” repite su “obra” de liquidar la soberanía nacional productiva. En este caso, la del agro guayanés.
Cuando se menciona a CVG, uno siempre piensa en la industria. La del mineral de hierro, la siderúrgica, la cadena del aluminio, las briquetas, la madera. Es lógico que así sea. Sin embargo, CVG siempre fue mucho más que eso. CVG fue también, por ejemplo, su División de Desarrollo Agrícola, que prestaba asistencia muy amplia a los productores del campo en la amplia Guayana e incluso otros sectores de oriente.
El emblema y centro de todo de aquello era un lugar que todos llamaban “Hato Gil”, al que se llegaba tras dar toda la vuelta a San Félix y tomar la carretera a El Pao (tras cruzar en una cercana alcabala en vía a Caruachi).
Aún no existían Macagua II y III ni la avenida Leopoldo Sucre Figarella cuando hace algo más de 30 años, quizás 35 o 36, fui a conocer Hato Gil, por la recomendación de amigos, para comprar unos frutales injertos.
Hato Gil era un sitio especial. Lo que más destacaba eran sus extensas siembras de cítricos injertos, con variedades que impresionaban, por la calidad de sus limones, naranjas, dianas, californias, mandarinas, toronjas y más. Más que vender cosechas, el objeto era vender plantas para apoyar y mejorar las fincas de cientos de pequeños y medianos productores agrarios. Pero había campos extensos de otros frutales.
En Hato Gil había un laboratorio de análisis de suelos al que acudían los productores para determinar virtudes y carencias de sus tierras. Había un inmenso cantero de lombricultura para desarrollar la cría de lombrices que producían fertilizantes naturales. Unas lagunas para la “siembra” de cachamotos y otros peces. También un área de plantas ornamentales. Y un extenso equipo humano de ingenieros agrícolas y técnicos que apoyaban a los productores
“Están desmantelando lo poco que queda de las estructuras de Hato Gil”. Fue un mensaje que recibí hace unos cuatro días: el alarmado mensaje de gente de CVG.
Y el líder del sindicato Sunep CVG, también de la combativa Intersectorial de Trabajadores de Guayana, Noel Hernández, lo confirma apesadumbrado.
Él ha estado difundiendo la denuncia y el reclamo, apoyado en los informes de los pocos técnicos y trabajadores del área.
Como en tantos otros sectores de la industria, el deterioro, el abandono, la ruina y la destrucción de Hato Gil fueron ocurriendo a lo largo de varios años.
La revolución destructora. Para 2014 ya casi todo estaba inoperativo. Ahora no queda nada.
* * *
Hubo esfuerzos e intentos de muchos trabajadores y técnicos por revivir y reimpulsar Hato Gil. He visto informes angustiados hasta 2014.
En paralelo, no faltaron los aguajes demagógicos de algunos jerarcas rojos de los que designaban para CVG. Hacían un show de “relanzamiento” para figurar y cuando los sacaban del cargo, ya todo estaba igual de vacío. Del último show del que tuve noticias fue de 2019.
Desde mucho antes ya no había nada. Ahora, igual que hacen en las líneas III y IV de Alcasa, desmantelan y chatarrean lo que queda.
Es muy triste porque Hato Gil era un sitio de creación y progreso. Un sitio inspirador. Generador de modernidad y progreso. Al destruirlo, la “revolución” repite su “obra” de liquidar la soberanía nacional productiva. En este caso, la del agro guayanés.
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