lunes, 2 de noviembre de 2020

MURIENDO DE HAMBRE 



         GLORIA CUENCA


Con verdadero horror contemplamos las imágenes de los cuerpos famélicos de dos hermanos, muertos por hambre en la populosa barriada de San Agustín en Caracas. ¿Las fotos son amarillistas?  ¡La realidad lo es más! De eso no tengo dudas. Tristemente hacemos uso de la frase: “Me estoy muriendo de hambre” lo decimos coloquialmente, cuando tenemos hambre; comúnmente, exageramos. No deberemos hacerlo, después de ver esas trágicas fotografías, tendremos que hacer un uso más apropiado del lenguaje. Hay que entender que ya no es una metáfora, sino una realidad: nuestra gente se está muriendo de hambre y eso es real.

El régimen cada vez más debilitado y por ende más desesperado ya no sabe qué hacer, ni que decir, su respuesta es represión, agresión, maltrato, persecución. Los sectores más vulnerables sufren toda clase de violencia por parte del gobierno cada vez más asustado. Como el tigre herido no ve salida, no la encuentra. Hay que mostrársela

La enloquecida hiperinflación ha logrado que todos estemos en la ruina o la semi ruina. Los reales no alcanzan, además no hay: desaparecieron todas las monedas nuestras y lo peor, el dólar transformado en nuestra moneda por el régimen nefasto, tampoco se consigue en denominaciones pequeñas. ¿Quiénes pagan todas estas peripecias? Nosotros, los usuarios.   Somos las víctimas de una especie de esquizofrenia política, de la que ya hace algún tiempo hemos escrito y conversado, al hacerlo con gente de la martirizada isla de Cuba. Pocos entienden –como ellos y nosotros- de lo que se trata. Han pretendido hacer realidad un sueño macabro, ¿una pesadilla? que por supuesto en nuestro caso, difícilmente, tendrá un buen fin. Hemos insistido democráticamente, frente a un adversario entre fascista-comunista, que no ha querido entender que no aceptamos su desastre, ni como gobierno, ni como ideología. Hacen como si no recuerdan que su querido comandante, siempre dijo no ser comunista, lo mismo que Castro, para engañar a los más ingenuos. Más dramático aún es lo que ocurre: el comunismo en el mundo fracasó. Hace más de 3 décadas. Los chinos para transformarse en una potencia económica, tuvieron que cambiar el modelo, regresaron al capitalismo salvaje, el del siglo XVII y XVIII. Son de antología los cuentos que han forjado los comunistas, para lograr sobrevivir. Vietnam, Camboya y Laos, se pasan al capitalismo económico, siguiendo a China, siguen con la cuestión mental del comunismo, que nadie les cree, ni siquiera ellos mismos. Las hambrunas en el comunismo, en la época de Lenin y Stalin en la URSS, probablemente mataron a 30 millones de personas. Mientras Mao en China, con sus épocas de hambre, llegó a 60 millones de personas, entre el hambre y la represión. Modestamente, los muertos de Fidel Castro son unos 3 millones, en una población de 7 millones, no es despreciable; sin embargo no es comparable con los “holocaustos rojos” de Stalin y Mao.

¿Será que estamos en una competencia para ver quien mata más gente? Aquí, entre nosotros, ya hay suficientes muertos. Ahora, empezará el censo de quienes mueren por hambre, ¿será que habrá un nuevo record para América Latina?


 

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