domingo, 31 de enero de 2021

El encuentro Fedecámaras-Asamblea Nacional


Mesa de Trabajo


El día 27-1-21 ocurrió en la sede de Fedecámaras, un encuentro entre la Comisión para el diálogo de la Asamblea Nacional y el directiva de Fedecámaras. Tanto el parlamento como el gremio empresarial presentaron sus visiones del encuentro.

La reunión causó revuelo en redes sociales. Aunque había señales que indicaban que un encuentro entre el gobierno y la organización de empresarios ocurriría en algún momento, que haya sucedido pareció sorprender a muchos. 

Como siempre sucede cuando se trata de algún "diálogo", aparece el escepticismo y el pesimismo. No es para menos. Nuestras experiencias con los intentos de diálogo no han sido satisfactorias. Hasta Noruega, que tiene fama de "negociadora exitosa", salió con las tablas en la cabeza de los diálogos de Barbados en 2019.

¿Cómo entrarle, entonces, a esta reunión? Para romper con el escepticismo y pesimismo de buena parte de la opinión pública, mi ángulo para el análisis será otro. 

El valor de este encuentro es que es el primer paso para definir unas relaciones entre un gremio de la sociedad civil y el gobierno del Estado; relaciones "maduras", "adultas", que se caracterizan por no evadir el conflicto, buscar acuerdos en cuestiones de políticas públicas, y construir una relación de confianza, que no significa amistad. Lo que echo de menos es que este primer paso se haya dado en el marco de una forma de gobierno autoritaria y no en el marco de un gobierno democrático. Tal vez así fue durante los primeros años del "espíritu del 23 de enero" como se refería Miguel Otero Silva a la unidad que promovió la histórica fecha. Pero relaciones "adultas" no son frecuentes en Venezuela. Nos movemos más en la cooptación, la amenaza, o el chantaje.

Pero la Venezuela del chavismo es distinta a la Venezuela de AD-Copei. Esta reunión fue posible porque tanto el gobierno como Fedecámaras reconocieron sus límites. Principalmente por el alto costo del conflicto político para los dos. Nuestro conflicto ya tiene bajas concretas. A diferencia del pasado donde las pérdidas podían compensarse vía sector público o un mercado de alto consumo como el venezolano, hoy las pérdidas las asumen directamente los actores. Esto es lo importante y lo que lo diferencia de otros encuentros, porque nuestro conflicto ya es uno "intratable", estancado y "normalizado", que requiere otra manera para abordarlo. 

Reconocer límites es lo que hizo posible una "ZAP" (zona de acuerdo posible) para que los dos actores se encontraran.

El gobierno reconoce que su hegemonía tiene límites. No renuncia a ella. Tal vez la quiera lograr por otros medios. Sabe como resultado de la crisis, de su propia incompetencia y corrupción, y las complicaciones derivadas de las sanciones, que tiene que dejar respirar a la sociedad. Junto a que la cultura venezolana es de "revire" no tanto de hegemonías. Esta tiene que conquistarse, no imponerse. Esto explica la tenue liberalización que hay en Venezuela.

El cómo lograr la hegemonía es lo que el gobierno define en estos momentos. Es mi conclusión luego de escuchar a Maduro en una actividad con la dirección del PSUV el día 25-1-21. Maduro habló de 4 líneas para el partido: partido-gobierno, partido-movimientos sociales, partido-elecciones, y partido-AN. 

En varias entradas he escrito acerca del "autoritarismo limitado" que básicamente consiste en compartir la incertidumbre entre los distintos grupos dentro de un gobierno autoritario (para reducir la desconfianza), y en el caso venezolano, son contrapesos principalmente a la gestión del gobierno para mejorarla. La lógica del gobierno apunta hacia allá con una distribución del poder con Maduro como "primero entre iguales". Una "lógica de los elevados": un problema de abajo se resuelve con una solución por arriba. Aquí, el poder se distribuye entre el ejecutivo, el partido, y la AN. Hacia abajo, en la estructura social del chavismo (por eso el tema comunal). 

El gobierno reconoce que tiene un límite económico. Que debe dejar producir a quienes saben producir. Por eso privilegia "el capital" frente al "trabajo". Al menos ahora, optó por una visión capitalista. En términos de la teoría, el capitalismo consiste en personas que tienen capital, con ese capital contratan trabajo, y la producción es descentralizada. El gobierno lo asume. No en balde, las críticas en la base chavista es que todo se dolarizó mientras el factor "trabajo" tiene sus salarios estancados. Tampoco es casual que cada cierto tiempo el canal 8 pase documentales sobre China, pero en el momento de las reformas de Deng, y citan una expresión del dirigente chino, "Si no nos abrimos, estaremos en un callejón sin salida". 

Fedecámaras también reconoce sus límites. En una entrevista al presidente del gremio, Ricardo Cusanno, en el programa Vladimir a la 1, éste afirmó que Fedecámaras es "el brazo político del sector empresarial en términos de políticas públicas, para influir, pero no para ejercer el poder".

A mi modo de ver, aquí está el reconocimiento a los límites de Fedecámaras. El gobierno reconoce su límite económico y Fedecámaras su límite político. 

Fedecámaras siempre se vio como un organismo político no solo para influir, sino para ejercer el poder. Lo tuvo brevemente con Pedro Carmona en abril de 2002. El gremio siempre fue bastión para luchar por el poder. No solo con Chávez, también antes de Chávez. Fedecámaras fue el símbolo de la clase empresarial acomodada, porque la mediana tenía su representación en Fedeindustria la que siempre fue un "second best" o, en criollo, el "pariente pobre" de esta relación de economía política.

Incluso llegó un punto en que el sector empresarial "carajeó" a los políticos venezolanos. Se recuerda durante 1992-1993 cuando se intentó reformar la Constitución, cómo ante la decisión del parlamento de incluir un artículo acerca de la información veraz, los parlamentarios y el Congreso fueron atacados y amenazados de forma despiadada por el sector empresarial. Solo por una propuesta sobre un artículo.

Esta lógica se llevó frente al gobierno de Chávez, en donde Fedecámaras fue protagonista del conflicto político hasta el famoso -y para mi humillante y vergonzoso- "Método Chaaz" de 2005. El sector empresarial junto a otros sectores, tumbaron a Chávez y le hicieron un paro nacional que también casi lo derroca. El precio de esta guerra fue el debilitamiento del sector empresarial, por acción del gobierno (expropiaciones) y por acción de los empresarios al escoger malas estrategias (el tradicional "frentismo" y las vías de choque, muy alabadas en Venezuela). 

Empresas cerraron. Empresarios se fueron del país, y aquí pienso entró otro factor que explica el encuentro del día 27. Una nueva generación de empresarios que bien puede representar Cusanno. Personas que deben estar en los 50 años, hijos de empresarios, a quienes ahora les toca llevar las riendas de las corporaciones. 

Desde hace tiempo se observaba que esta generación buscaba romper con el conflicto existencial venezolano. Las razones pueden ser muchas. Se me ocurre que al continuar el trabajo en las empresas creadas por sus padres, optaron por no irse del país. Decidieron no abandonar espacios que en la economía también se llenan. Resolvieron algo a mi modo de ver sano y necesario: los agravios de las generaciones anteriores son de esas generaciones, no las de las nuevas. Acordaron, entonces, dar su pelea en el terreno en donde les toca actuar, aunque no sean chavistas o muchos no lo son. En otras palabras, los "viejos" vendieron o dejaron sus empresas porque no aceptaban el modelo Chávez, y sus hijos asumieron las riendas, pero con otra visión: no "tirar la toalla". 

A diferencia de la "Venezuela decente" (y hoy dolarizada) que gracias a esa criticada dolarización puede construir un mundo al margen, pontificar desde redes sociales, y solo relacionarse con el Estado cuando le toca ir al Saime, al Saren, o a renovar la licencia, la "Venezuela que produce" no tiene ese lujo. Tiene activos, tiene empleados, tiene clientes, tiene accionistas, posee cuentas por pagar y cuentas por cobrar, tiene compromisos para pagar impuestos, créditos, tiene comunidades a las que sirve, gente que ha hecho de marcas parte de su vida, y tienen historia, recuerdos, tradición, porque muchas de nuestras empresas -o casi todas- son historias de familias. No es fácil despedirse de eso.

Pero también tiene competencia: sería un error estratégico muy grande para cualquier empresario -así lo veo, antes y ahora- abandonar su espacio por "dignidad". Debe producir, salvo que algún criterio económico o de rentabilidad le indique lo contrario. Pero aún así, debe considerar seguir. Chevron, por ejemplo, si no es por el "wind down" establecido por las sanciones, tuviera actividades en el país. Seguramente tiene el músculo financiero para soportar, pero también la sagacidad para entender que si te vas, no regresas, otro ocupará tu lugar; o el regreso es tan costoso que tal vez sea mejor no volver.

Está el caso de las harinas de maíz. Desde el gobierno de Chávez, hay una política para quitarle a Polar el dominio de la harina de maíz. En términos nominales lo ha logrado, porque ahora se ven diferentes marcas de harina de maíz. En esta circunstancia, Lorenzo Mendoza pudiera empantuflarse en Venezuela o afuera. Con la dolarización pudiera llevar una vida tranquila, con "prestigio", mientras tuitea sobre el "horror" o la "opresión". Pero optó por mantenerse firme pese a los ataques del gobierno y, claro que hay un precio, porque también tuvo que "reinventarse". Posiblemente evaluar su cartera de productos dentro de Venezuela, y expandirse hacia afuera. Igual se pudiera decir lo mismo de Farmatodo: también atacados por el gobierno, pudieron abandonar por "dignidad" ¿Sería el mismo "Farmatodo"?

Y es que la ética en política en una forma de gobierno autoritaria es dar tu pelea en el terreno del autoritarismo. No es abandonar, no es tanto exigir -aunque hay que hacerlo- sino ganar en la resistencia e, incluso, en la propia mente de las personas que ejercen el poder. Es estar en el mero centro de los extremos; del que demanda la comodidad para vivir y del que pide la irreverencia porque siempre puede evadir la responsabilidad. Ahora entiendo la prudencia en el lenguaje de Havel, por ejemplo, o de Sveta -la escritora- porque realmente no tuvieron la oportunidad o no quisieron aislarse del mundo autoritario. Lo vivieron, enfrentaron, escribieron, y por eso la prudencia de quien realmente lo ha vivido. Sabe que se enfrenta con aplomo, no con verbos encendidos. Ahora, también comprendo, a quienes dicen que una cosa es estar afuera y otra "aquí adentro". Sí hay una diferencia para hablar y para actuar. 

Si se asume este límite político que Fedecámaras reconoce, se entiende la expresión de Cusanno: es el "brazo político para influir en políticas públicas", pero ya no para "el ejercicio de poder" que en algún momento Fedecámaras simbolizó (y quizás buscó). 

En la confluencia al reconocer sendas limitaciones, se dio el encuentro. El gobierno reconoce en Fedecámaras una fuerza para producir. Esa es la fuerza de Fedecámaras para sentarse con el gobierno. Es relativa porque no maneja activos, pero sí lo simbólico. Por su parte, Fedecámaras reconoce al gobierno la fuerza de quien ha permanecido en el poder a pesar de todos los pronósticos. Igualmente es fuerza política. También relativa porque está sujeta a la incertidumbre (¿y si el conflicto político renace por la situación universitaria? por ejemplo. Nadie lo sabe). 

Por eso hablo del primer paso para una relación política "adulta". Es así porque el gobierno no va a renunciar a su hegemonía. Es evidente que hay un interés político en el encuentro, que es mostrar "el clima de unidad nacional". Fedecámaras tampoco cambiará su visión de país, que es distinta a la visión del gobierno. Pero justamente en la pugnacidad de esas visiones al reconocer sus límites, es que pueden darse reglas para llevar el conflicto, en este caso, en el campo de la producción.

Lo anterior apunta a otro asunto ¿Hacia dónde irá esa relación o para qué definir unas reglas para el conflicto en la producción? A lo mejor el gobierno se come a Fedecámaras, quizás ésta no aguanta la presión de las críticas -imagino que el teléfono de los directivos debió reventarse ese día con las famosas llamadas de los "hombre serios que saben decir las cosas", así como cuando en julio de 2020 la CEV emitió su comunicado que invitó a votar, así luego dijeran que no- probablemente las "negociaciones del micrófono" -para "quedar bien" con los públicos- son las que marcan las conversaciones y fracasan, posiblemente el encuentro "metabolizará a la opresión" y Fedecámaras "normalizará" a un gobierno hegemónico, es algo que la propia dinámica de quienes se reúnen dirá. Tengo la impresión que hay conciencia que no pueden repetirse esquemas anteriores ¿Habrá conciencia para definir nuevos esquemas? Es lo que habrá que observar. Allí estará la habilidad política, más de Fedecámaras que del gobierno. 

Para Maduro, esta relación es importante. Su hijo se incorporó a la comisión que hará seguimiento a lo conversado en este encuentro. Maduro sabe dónde está el poder: Cilia en la comisión para designar a un nuevo CNE, y Maduro Guerra en la comisión para hacer seguimiento al encuentro con Fedecámaras. Su esposa y su hijo. Son canales directos con Maduro, lo que comunica la relevancia que éste le da a un nuevo CNE y a lo electoral en general; como a la relación con el gremio empresarial más importante de Venezuela.

¿Hacia dónde irá todo esto? No lo sé. Pero pienso que si se construyen relaciones "adultas" para manejar el conflicto puede ser un paso que, en un futuro, facilite la alternancia vía elecciones, por vía indirecta. Como expresé, Fedecámaras renuncia al ejercicio del poder, no a influir. Su encuentro con el gobierno será para luchar para que se respete la inversión y la producción, como lo establece la carta magna. En palabras de García Pelayo, este encuentro tiene el potencial para ser un "fenómeno políticamente condicionante". Es decir, puede "tener un efecto decisivo en la política" que trascienda el ámbito de la producción. 

Hace unos días, Borrell ofreció una entrevista. Hago la cita textual porque recoge mi idea de lo que puede ser la alternancia para Venezuela. Expresó que, "Los que llevamos unos años en este oficio sabemos que en una negociación nadie puede pretender que el otro asuma sus planteamientos. Todos tienen que poner de su parte y todas las transiciones políticas que ha habido en el mundo, la chilena, la española, la polaca, por ejemplo, pasan por el reconocimiento de las partes y en algunos casos, por soluciones pactadas que involucran a los que vienen y a los que se van".

Siempre he pensado que la alternancia en Venezuela tendrá más de Chile, por ejemplo, que de "Junta de 1958" venezolana, tesis en la que sigue la "Venezuela decente" y partidos políticos, anclados todavía al paradigma leninista de lucha política, a pesar del discurso "sobre la lucha no violenta" y las "instituciones". Se mantienen atados a una Venezuela que ya no existe. Tal vez por eso su falta de asertividad estratégica.

No sé si Fedecámaras tuvo esta lectura, pero el encuentro es un primer paso para romper con ese paradigma. Lo lógico que debe venir es la construcción de la confianza. Será la etapa más difícil tanto para el gobierno como para Fedecámaras porque allí vendrán las "presiones de lado y lado". Veremos si resisten y cómo manejan las presiones, si logran aguantar. Si es así, este encuentro puede permitir un clima en donde las "soluciones pactadas" de tipo político de las que habló Borrell, sean posibles y no inviables como son hoy.

Lamento, como escribí al inicio de esta entrada, que este primer paso para edificar relaciones pugnaces de manera "adulta", ocurra en este momento y no antes de 1998. Si la política y la sociedad se hubiesen planteado su conflicto y diferencias de manera "madura", el destino de Venezuela hubiera sido otro. Pero decidimos diferente. Ahora toca hacer viable lo posible. Es decir, una visión política.

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