sábado, 23 de enero de 2021

LUIS ZAMBRANO S.:  “El gobierno está atado de manos para manejar la economía”


VICTOR SALMERÓN


Nicolás Maduro ha ganado fortaleza en el terreno político. La oposición está fragmentada, las sanciones de Estados Unidos no lo desalojaron del Palacio de Miraflores y mediante unas cuestionadas elecciones tiene un parlamento aliado. Pero en el frente económico su gobierno es frágil y no tiene más opción que permitir mayor protagonismo al capital privado.

Luis Zambrano Sequín, Individuo de Número de la Academia Nacional de Ciencias Económicas y director del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Católica Andrés Bello, analiza este escenario, sus implicaciones y las perspectivas a futuro.

La renta petrolera se esfumó, el gobierno es pobre y el sector privado gana espacio: no hay control de cambio ni de precios y la Ley Antibloqueo incluye esquemas de privatización. ¿El resurgir de la lógica del mercado mejorará la calidad de vida visto que el PIB real per cápita en los últimos seis años cayó a niveles de 1940?

La economía se redujo 70% en seis años, al cierre de 2020 el tamaño de la economía de Colombia es casi 5,5 veces la economía venezolana, la de Chile 5 veces, la de Perú 4 veces y la de Ecuador 2 veces. Es un mercado muy pequeño y el empobrecimiento produjo una elevada desigualdad. La torta se convirtió en un ponqué mucho peor distribuido. De haberlo, será un crecimiento determinado por el poco tamaño de la economía y la peor distribución del ingreso.

Un aspecto clave al pensar en un rol protagónico del sector privado es que tiene baja capacidad para generar ingresos en divisas y se enfrenta a problemas de infraestructura de servicios básicos y escasez de combustible. ¿Eso no crea una gran debilidad?

Del lado de la demanda incide el empobrecimiento y la desigualdad, pero hay nichos, hablamos de una economía de 15 mil millones de dólares, hay sectores con capacidad de compra de ciertos productos. Del lado de la oferta hay fallas de servicios básicos, de infraestructura, déficit de gasolina y pérdida de capital humano por la emigración. Empresas del Estado que suministraban insumos al sector privado ya no están. Es difícil decrecer más, se llega a un mínimo y a partir de allí puede haber tasas positivas, pero el límite para crecer y sostener ese crecimiento es muy reducido.

Hay reducción del mercado nacional y un sector privado que difícilmente podrá exportar en el corto o mediano plazo en términos relevantes. ¿Plantas industriales que están utilizando entre 5% y 20% de su capacidad instalada tendrán que achicarse y vender sus máquinas?

La inversión privada en las últimas dos décadas fue mínima y muchas de esas plantas tienen obsolescencia tecnológica porque no hubo actualización de equipos ni innovación. 

La mayoría de esas empresas funcionó, en sus mejores momentos, con subsidios de todo tipo y créditos baratos, estas condiciones ya no existen. El sector privado tiene que jugar un papel protagónico en el futuro, pero prácticamente en todos los sectores tiene que construirse desde cero.

El mantra sembrar el petróleo suponía una identificación entre industrialización y desarrollo. No nos industrializamos, la industria petrolera se desplomó y los combustibles fósiles pierden protagonismo en el mundo. ¿La idea de un país industrializado está enterrada?

El país tiene que redefinirse, estamos en medio de una transición energética y a la energía producida con base en combustibles fósiles le quedan 10 o 15 años para llegar a su máximo y luego viene un proceso de decadencia. También hay una revolución tecnológica. El tema es cómo transitamos hacia una economía distinta. Eso requiere inversiones, cambios estructurales, recursos humanos. Estos temas están ausentes de la agenda de discusión porque estamos empantanados en una crisis política que nos impide avanzar en lo que va a determinar el largo plazo. 

¿Hacia dónde caminar en caso de que lleguen condiciones para avanzar en la transición hacia esa nueva economía?

Alcanzar la mayor capacidad de adaptación, tener buenas telecomunicaciones, puertos, energía eléctrica, infraestructura, crear condiciones para que las empresas privadas puedan adaptarse con rapidez y ser flexibles para amoldarse a los cambios del mercado, pero cuando nos hablan de eso creemos que es ciencia ficción. Nuestros problemas son cómo llegar a la semana que viene.

Aparte de los problemas meramente económicos no hay un engranaje del sector empresarial, el sindical y el político bajo una idea clara de hacia dónde conducir al país. ¿Esto no es clave para generar las reformas que necesita una economía de mercado que funcione para la mayoría de la sociedad?

Una condición no suficiente pero necesaria para sentarte a discutir estas cosas y llegar a consensos es estabilidad política y esa condición la hemos perdido. Venezuela tiene un mercado interno muy reducido y para generar bienestar tiene que convertirse en una economía viable en el contexto internacional. El país se había insertado en la economía mundial a través del petróleo, pero esa es una vía que hoy tiene un gran signo de interrogación que obliga a redefinirse.

Pareciera que el gobierno ha perdido el poder de influir sobre la dirección de la economía, por ejemplo, tras el colapso del ingreso petrolero el Banco Central tiene muy pocas reservas para intervenir en el mercado cambiario, no tiene cómo regular el comportamiento del dólar.

El gobierno perdió instrumentos fundamentales, está atado de manos para manejar la economía, la economía es un avión sin piloto. Ciertamente no puede hacer política cambiaria, porque ni el Banco Central ni el gobierno tienen suficientes ingresos en divisas. Pero tampoco puede hacer política monetaria.

¿Se refiere a que el dólar ha desplazado al bolívar y por tanto el Banco Central ya no puede utilizar la cantidad de dinero como una variable para regular la economía?

Tenemos una economía bimonetaria con predominio clarísimo del dólar, la liquidez monetaria en forma creciente está determinada por la masa de dólares que circula y que el Banco Central no controla, no hay capacidad de hacer política monetaria. Además, el sector financiero se ha vuelto enano, sin capacidad para canalizar recursos hacia la actividad productiva. Por esto, las alianzas con los agentes que podrían tener capacidad para dinamizar la actividad económica tienen un lugar privilegiado en la agenda.

Con la Ley Antibloqueo queda claro que el gobierno va a desprenderse de empresas públicas y todo apunta a que los grupos que se beneficiarán de esta transferencia de activos son los más cercanos al poder. ¿A dónde puede conducir este capitalismo que William Baumol llamó de oligarcas?

La Ley antibloqueo es un cheque en blanco para que el gobierno tome decisiones sin rendir cuenta y sin una discusión pública. Busca dar seguridad jurídica a inversionistas que, principalmente, serán grupos con los que el gobierno pueda negociar y asegurarse de que quienes tomen el control de ciertos sectores de la economía sean agentes aliados que no generen problemas para el control político de la sociedad. Serán alianzas con nuevos agentes, muchos vinculados con gobiernos de países afines.

También esperaría que grupos económicos locales busquen un acercamiento.

Pero también están los viejos agentes que están desesperados y necesitan que se les tolere y facilite su actividad interna. Esos viejos agentes e incluso los nuevos agentes ante la debilidad de la oposición venezolana entienden que si quieren hacer negocios en Venezuela es mejor hacerlo de acuerdo con el gobierno.

¿Qué característica tendrán estas inversiones? 

No hablamos de grandes grupos económicos, son inversionistas que, por las circunstancias del país, con inestabilidad política, indefinición de la economía, inviabilidad del sector petrolero, tienen cortos horizontes. Estarán dispuestos a poner capital en inversiones de maduración corta, fácil recuperación y altos retornos. No va a haber inversiones a largo plazo, que son las que se requieren para desarrollar sectores básicos. Podrían crear cierta reactivación en algunos sectores, pero hablamos de un crecimiento muy espasmódico. 

¿Dejar atrás el estancamiento tras la caída brutal que ha sufrido la economía implica que a pesar de la desregulación y el espacio que se le abre al sector privado es vital contar con un gobierno que tenga acceso al financiamiento internacional y soporte de los organismos multilaterales?

Por eso decía que la condición política es necesaria, tener el soporte para asumir compromisos a largo plazo y recuperar el acceso al financiamiento externo y el respaldo de organizaciones internacionales y de otros gobiernos para generar credibilidad. Sin eso no habrá inversiones de largo plazo. 

Retomemos el tema de la dolarización de facto. Una característica de estos procesos es que tienen un avance relevante cuando lo que realmente importa a las empresas y las personas es la tasa de los precios en dólares. ¿Cree que estamos en ese nivel de dolarización?

Creo que si no estamos en ese escenario estamos muy cerca. Hoy en día el interés se centra en los precios en dólares, el precio en bolívares significa nada para muchos y poco para los otros. Lo que interesa es saber cuántos dólares vale algo. En una economía donde avanza la dolarización también la tasa de cambio pierde relevancia. 

¿Formalmente el bolívar sigue existiendo y el gobierno paga sueldos en bolívares, pero la dolarización es más profunda que meramente transaccional?

Es mucho más avanzada que un esquema donde el dólar es meramente transaccional. La dolarización comenzó hace décadas, buena parte del ahorro de los venezolanos está en dólares y hoy en día se utiliza como medio de pago, ya se están dolarizando los depósitos de la banca. Falta por dolarizarse el crédito y tarde o temprano eso va a ocurrir.

¿El gobierno está obligado a permitir una mayor dolarización en la actividad de la banca para comenzar a cobrar impuestos en dólares en un escenario donde tiene un enorme déficit en sus cuentas?

La dolarización tiene un altísimo costo fiscal porque no hay una estructura para gravar las operaciones que se realizan internamente con dólares o en divisas en general. Entonces se busca cómo hacer tributar las transacciones en dólares. Será muy difícil desdolarizar esta economía. Volver a hacer política monetaria, cambiaria va a tomar mucho tiempo, eso no está a la vuelta de la esquina; allí están las experiencias de Perú y Bolivia, son países que les ha costado mucho desdolarizarse a pesar de décadas de reformas y crecimiento.

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