ALBERTO BENEGAS LYNCH
Afortunadamente todos los seres humanos somos diferentes desde la perspectiva anatómica, bioquímica y, sobre todo, psicológica.
Cada
cual es único e irrepetible en toda la historia de la humanidad.
Decimos que esto es afortunado porque, de lo contrario, si fuéramos
iguales se derrumbaría la cooperación social debido al bloqueo de la
división del trabajo a través de diversos talentos y ocupaciones. Además
sería invivible por otro motivo y es que los conflictos se
multiplicarían si a todos los hombres les gustara la misma mujer, todos
quisieran ser médicos y así sucesivamente. Todavía debe agregarse el
aburrimiento colosal que serían las relaciones sociales en el contexto
del igualitarismo puesto que las conversaciones serían lo mismo que
hablar con el espejo.
Pero como
afortunadamente la naturaleza no es igualitaria resulta que los
gobiernos de los hombres la pretenden forzar y torcer de otra manera con
lo que aplican la guillotina horizontal para que los resultados de
diversas aptitudes queden desfigurados en un igualitarismo amorfo.
Además de lo dicho, los que se encuentran bajo la línea de igualación
tenderán a esperar a ser compensados por la diferencia, compensación que
en definitiva no llegará porque los que se encuentran arriba se
inclinarán a no producir si saben que serán expoliados por la
diferencia.
Pero hay
un asunto aun de mayor importancia y es el grave perjuicio que se
infringe especialmente a los más necesitados a través de políticas
igualitarias en el sentido referido. Resulta crucial comprender que la
única causa de salarios e ingresos en términos reales es las tasas de
capitalización, esto es equipos, maquinarias, conocimientos relevantes,
instalaciones que hacen de apoyo logístico para aumentar el rendimiento.
Esa es la diferencia central entre países ricos y pobres junto, claro
está, con marcos institucionales que garanticen el uso y la disposición
de lo propio.
Es curioso
y paradójico que con razón se insista en la consideración por la
naturaleza y el cuidado de animales, vegetales y minerales y, sin
embargo, se pretende torcer el rumbo y faltarle en respeto a la
naturaleza de los humanos.
Por otra
parte, la redistribución de ingresos realizada por aparatos estatales se
traduce inexorablemente en un esperpento de proporciones mayúsculas por
el hecho que significa contradecir la distribución que hizo la gente en
el supermercado y afines, lo cual, al reasignar los siempre escasos
recursos en direcciones distintas de las preferidas por la gente se
incurre en derroche, situación que consume capital y, por ende, contrae
las antedichas tasas de capitalización y consiguientemente los salarios.
En este
sentido es del todo irrelevante el delta o el diferencial de ingresos y
patrimonios, lo realmente significativo es la preferencia de la gente
que con sus votos en el mercado, es decir, con sus compras y
abstenciones de comprar va asignando —distribuyendo— factores de
producción.
En
realidad la guillotina horizontal constituye un atropello y un ataque a
cualquiera que sobresalga en cualquier tarea, es una afrenta para
cualquier logro más allá del promedio, es un insulto y una agresión para
cualquiera que pretenda niveles de excelencia. Es en otros términos un
achatamiento deliberado al progreso, es en resumen una apología de la
mediocridad.
Siendo
cada persona diferente, necesariamente su acción producirá resultados
también diferentes y si se atacan esos resultados, la sociedad se
debatirá en la pobreza moral y material. Cada cual debe tener la
libertad de proceder como le plazca siempre y cuando no lesiones
derechos de terceros y cada cual debe tener la libertad de atribuir
distinto valor a los resultados que producen otros.
Pero
entonces ¿cuál es el motivo de la manía por el igualitarismo de ingresos
y patrimonios? Tal vez el motivo más profundo sea la envidia, esto es,
no se tolera que otro sea mejor. Es un sentimiento sumamente
destructivo, una cosa es la sana emulación por ser mejor y otra bien
diferente es el deseo de destruir o amputar el éxito del vecino.
Otra de
las razones del igualitarismo es la errada noción de que la riqueza es
algo estático y por tanto se la mira en el contexto de la teoría de la
suma cero, es decir, lo que tiene uno es porque otro no lo tiene sin
percatarse que la riqueza es un concepto dinámico. No hay más que mirar
la evolución humana desde la cueva y el garrote hasta el presente. Los
países y regiones que han quedado en situaciones primitivas es,
precisamente, debido a las políticas retrógradas de sus gobiernos que
han coartado la libertad y los derechos de los gobernados. Poco tienen
que ver los recursos naturales puesto que, como se ve, hay continentes
como el africano que representan los mayores recursos naturales del
planeta y, sin embargo, las hambrunas y las pestes lo acechan en casi
todo su extenso territorio, mientras hay otras regiones como la japonesa
que es un cascote en el que solo el veinte por ciento es habitable pero
con un alto nivel de vida.
La
única igualdad compatible con una sociedad abierta es la igualdad ante
la ley anclada en la Justicia de "dar a cada uno lo suyo" y lo suyo
remite a la propiedad, primero del propio cuerpo, luego de la expresión
de sus pensamientos y finalmente de lo adquirido legítimamente.
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