Los enemigos de Occidente
Karl Krispin
El Nacional
El atentado terrorista de Barcelona vuelve a recordarle al mundo que nada sigue siendo seguro y que la serpiente del enemigo se arrastra entre nosotros. Cada cierto tiempo, algún negador de Occidente vuelve a accionar su maquinaria destructora y siembra el miedo colectivo. Muchos de los grupos de la izquierda mundial marxista han tolerado el terrorismo y lo han apoyado. De eso no queda la menor duda. Las FARC, ETA y el IRA siempre contaron con la sonrisa cómplice de quienes apostaron por dinamitar el sistema de las libertades burguesas. ¿Qué decir de ese país promotor de la violencia y el terrorismo llamado Cuba?
Hoy en día, los inútiles contestatarios de esa izquierda están ocupando curules parlamentarios, especialmente en España, aguardando el momento de pulverizar la democracia. La demoledora lucha revolucionaria los hermana. Basta revisar los TL de los jerarcas de esa organización del fracaso llamada Podemos para encontrar ese apoyo gozoso a la destrucción de los valores occidentales. ¿No es así, Judas Monedero?
Más allá de las alertas naranjas o rojas para enfrentar el terrorismo, Occidente debe imponer la defensa irrestricta de los valores occidentales, más allá de cerrar la migración musulmana y revisar la que ya tiene. Por encima de que los europeos descrean de tener hijos para conseguir tasas de crecimiento negativas, seguir aceptando refugiados de una cultura radicalmente distinta a la occidental abre las puertas para desdibujar los rasgos culturales de esos países.
El proyecto de la multiculturalidad no es posible, no ha dado resultados. El lema debe ser: “Si quieres vivir en mi país, acepta nuestros valores o vete”. Es una vergüenza inaceptable el sistema de neoesclavitud a que están sometidas las mujeres musulmanas viviendo en las naciones occidentales. Por mucho tiempo la prohibición del velo islámico en los países europeos me resultó chocante. Hoy es un símbolo de la lucha contra la discriminación de la mujer.
Me ha parecido siempre atroz que se condene al mundo islámico como un todo. Nunca he creído en las facturas colectivas y respeto el derecho de cada civilización de ser como es. Nunca ha sido sensata la idea de occidentalizar al resto del mundo. Cada sistema debe tener el derecho de asumir la vía de su particularidad y desarrollo cultural en sus lugares de origen. En aplicación estricta de ese predicamento, si un musulmán emigra debe acogerse por entero a las leyes de la sociedad que lo acoge. Pero para que resulte transparente la lucha contra el terrorismo integrista, sí me gustaría escuchar la condena de las organizaciones islámicas del mundo a este despreciable atentado contra nuestra nación madre occidental, España.
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