EMBOSCADA?
GONZALO GONZALEZ
En Venezuela no existen las condiciones
ambientales, políticas, institucionales ni
técnicas para la realización de un proceso
electoral que garantice el pleno ejercicio de
la voluntad soberana del pueblo mediante el
voto.
La presencia del Covid-19 en plena etapa de
expansión (tal y como pronosticaron los
expertos y el régimen, en un acto de
voluntarismo y ceguera, se negaba a
reconocer) sin que se conozca a ciencia
cierta su duración, efectos y consecuencias
sanitarias establece una limitación
insuperable para la realización de un proceso
de necesaria participación masiva y
presencial del cuerpo electoral como lo es
una elección nacional con campaña electoral
(por más limitada que sea) y el acto de
votación.
Las últimas acciones del régimen:
designación ilegal, unilateral y sesgada del
Cne , la concesión al mismo de competencias
para legislar sobre el sistema electoral e
integración de la Asamblea Nacional (ambas
de reserva legal del parlamento de acuerdo a
la Constitución vigente), la expropiación de
PJ y AD y la amenaza de hacerlo con otros
partidos, las recientes afirmaciones del
ministro de La Defensa y comandante del
Plan República y otros actos de ventajismo
profundizan la desconfianza ciudadana en
los procesos electorales convocados por
régimen del 2016 en adelante.
El propio Cne, de acuerdo a testimonios
públicos y reservados de conocedores del
tema técnico electoral, no está en
condiciones de asumir la organización de
unos comicios que cumplan los estándares
técnicos adecuados. Se afirma que el
organismo ha perdido por deserción
alrededor del 60% del personal técnico;
también se recuerda la desaparición de las
máquinas de votación y de otros
instrumentos claves para el proceso en un
reciente incendio (suceso, todavía no
aclarado) y otras deficiencias. Hay ex
rectores del Cuerpo que estiman en casi un
año de duración el tiempo necesario para
poner a punto al Cne.
Es verdad que existe el mandato
constitucional de renovar la integración de la
AN; pero también existen unas limitaciones
considerables – como las arriba glosadasque conspiran contra la legalidad,
legitimidad, eficiencia y eficacia técnicas
necesarias para cumplir efectivamente con
el mandato.
Coincido con quienes proponen que el
proceso debe ser postergado hasta que
existan las condiciones adecuadas.
Desafortunadamente, eso no va a ocurrir. El
chavismo está empeñado en cerrar todas las
vías pacíficas, civilizadas e institucionales
para salir de la crisis política. Su obsesión por
como diría Sergio Ramírez: “…la quimera del
poder para siempre” y a como dé lugar
agregaríamos nosotros sin importarle las
consecuencias negativas para el país que ello
ha provocado y provocará.
Ese proceso electoral que está preparando el
régimen - por sus deficiencias y carencias
que prostituyen y deforman el sentido
participativo, liberador y plebiscitario del
voto como instrumento - es rechazado por
la comunidad internacional democrática:
OEA, UE, Grupo de Lima, Grupo de Contacto
y Estados democráticos no miembros de los
organismos mencionados. Incluso el
Gobierno argentino, sí, el argentino por boca
de su Canciller expresó, hace unos días, que
la solución en Venezuela pasa por comicios
presidenciales.
Los rechazos, arriba mencionados, hacen
suponer que los resultados de tal proceso no
serán avalados ni reconocidos por los
Estados democráticos y por supuesto
tampoco el parlamento derivado de los
mismos como ocurrió con la constituyente y
la usurpación maduriana. Con las
consecuencias del caso.
Ante un contexto político como el descrito,
nada tienen que hacer las fuerzas
democráticas (partidos, gremios, sociedad
civil y ciudadanos en general) que resistir
activamente lo que es más una emboscada
que una oportunidad de cambio.
Caracas, 7 de julio de 2020
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