PAULINA GAMUS
Siempre he creído que Hugo Chávez odiaba a Venezuela: la arruino y pauperizo para resolver problemas de otros países. Y dentro de Venezuela, a quienes más odiaba era a los médicos. Los trato como enemigos, lo hizo parias y los obligó a emigrar masivamente mientras importaba centenares de médicos cubanos de dudosa experticia. .
Ahora en tiempos de Covid19, observo el trato que el heredero elegido por Fidel Castro da a los médicos y al personal de salud en general: persecución, amenazas, encierro carcelario para algunos, y me viene a la mente el recuerdo de uno de los episodios más crueles del estalinismo, el llamado “Complot de las batas blancas”. En un discurso al Politburó el 1º de diciembre de 1952: Stalin dijo: “Todo sionista es agente del espionaje estadounidense. Los nacionalistas judíos piensan que su nación fue salvada por los Estados Unidos, allá donde ellos pueden hacerse ricos y burgueses. Piensan los judíos que tienen una deuda con los estadounidenses. Entre los médicos hay numerosos sionistas”. La sentencia había sido dictada.
En enero de 1953, Pravda publicó: “Bajo la máscara de médicos universitarios hay espías asesinos y criminales. La conspiración está organizada por el Congreso Judío Mundial y financiada por la CIA. Ese complot estaría operando bajo la dirección de once médicos (siete de ellos judíos) que habían usado tratamientos para tramar la muerte de tres importantes líderes del Ejército Rojo”.
A partir de allí se desató una cacería contra médicos judíos, incluido Miron Yovsi, médico personal de Stalin. Los arrestos, deportaciones, torturas y asesinatos se extendieron a enfermeros y farmacéuticos.
Como en los países con sistema estalinista (tal la Venezuela de hoy) decir la verdad puede ser un delito grave; se dice que la causa de esa rabia repentina de Stalin contra los médicos judíos fue que el suyo le recomendó descanso, dieta y dejar el vodka y el cigarrillo.
El recuerdo del “complot de las batas blancas” me motivó para ver por segunda vez, en Amazon Prime, “La muerte de Stalin” , una excelente sátira que refiere a ese vergonzoso suceso en la historia de la maldad. La película comienza con los allanamientos y detenciones de los médicos. Luego Stalin sufre una hemorragia cerebral el 1º de marzo de 1953 y el Politburó reunido por la emergencia, no encuentra ningún médico de prestigio que lo atienda: todos estaban presos o desaparecidos. Después de la muerte de Stalin, el 3 de marzo, el Politburó levantó la medida contra los médicos.
El estado venezolano invirtió grandes recursos para formar a esos centenares de magníficos profesionales de la medicina que nos enorgullecen por sus éxitos en distintos países. Quienes se han quedado en Venezuela son héroes y heroínas que soportan humillaciones de toda índole, comenzando por sus salarios miserables. Ahora, con el estado deplorable de los servicios sanitarios, se suma la muerte por Covid19, de médicos y enfermeros (solo en el Zulia han muerto ya once médicos) sin que de los labios del médico-siquiatra que da las noticias sobre la epidemia, salga una sola palabra de reconocimiento para ellos. Como Stalin.
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