COLLAGE SOBRE RÓMULO BETANCOURT (XXIII)
CARLOS CANACHE MATA
En los tres
Collages anteriores, ya se ha adelantado bastante sobre la gestión político-administrativa
cumplida durante el trienio democrático, que comprende la labor de la Junta
Revolucionaria de Gobierno, presidida por Rómulo Betancourt, y la del Gobierno
Constitucional, presidido por Rómulo Gallegos. En el Mensaje, ya comentado, que
presentó el 20 de enero de 1947 a la Asamblea Nacional Constituyente, Rómulo
Betancourt rindió la cuenta correspondiente a la gestión de los quince meses
anteriores, que estaba exhaustivamente expuesta en las Memorias y Cuentas de
los diversos Ministerios.
El 12 de febrero de
1948, Betancourt presentó al Congreso Nacional, electo el 14 de diciembre del
año anterior, el Mensaje de final de su mandato, y explicó que sólo haría un
balance general de la labor cumplida, ya que por la circunstancia de no coincidir
ese final de su mandato con la fecha fijada por la Constitución Nacional para
la presentación de las Memorias y Cuentas de los Despachos Ejecutivos
correspondientes al ejercicio fiscal en curso (en Collage anterior se hizo
referencia a esa circunstancia), será el Presidente Constitucional electo y
quienes con él compartan las responsabilidades gubernamentales al frente de los
varios Ministerios, los que, en su momento, harán el balance de la gestión
administrativa pendiente.
Hecha la precisión
anterior, se refirió al cumplimiento de los tres enunciados principales de la
actividad administrativa que se había
trazado el gobierno: incremento y diversificacion de una economía propia,
desplazamiento del centro de gravitación del interés del Estado desde las cosas
hacia las gentes, y la defensa de la riqueza-hombre del país.
En relación a la
diversificación económica, se crearon el Consejo de Economía Nacional y la
Corporación Venezolana de Fomento (CVF), siendo esta última “logro el más
positivo en la política económica del actual Gobierno y el organismo mejor
capacitado para darle contenido de realidad a la apasionante y justísima
consigna de sembrar el petróleo” (1) Ya antes, en el Mensaje presentado a la
Asamblea Nacional Constituyente el 20 de enero
de 1947, había expresado: “El Gobierno Revolucionario, en un solo año de
existencia, duplicó las cuotas de dinero fiscal destinables a vitalizar la
agricultura, la cría y la industria. Así hemos entendido la siembra del
petróleo y la realización de una política proyectada hacia el futuro,
ambiciosamente” (2). Y el 19 de noviembre de 1947, en las palabras que
pronunció en el agasajo ofrecido por la Junta Revolucionaria de Gobierno a los
delegados que asistieron al II Congreso de Trabajadores de Venezuela, refiriéndose
al tema, había expresado : “…el petróleo es una riqueza transitoria y
perecedera. Necesitamos sembrarla, como tantas veces se ha dicho, a fin de que
podamos auto-abastecernos en artículos esenciales y que cuando llegue el
momento en que desaparezca de nuestro subsuelo esa riqueza o que sea sustituida
por un producto sintético, las generaciones futuras, la de nuestros hijos y la
de nuestros nietos, no encuentren una Nación devastada, desde el punto de vista
económico, sino una Nación plena de pujanza, de vitalidad, de fuerza creadora”
(3). Igualmente -volviendo al Mensaje
del 12 de febrero de 1948 ante el Congreso Nacional- señaló otros aspectos de
la acción gubernativa vinculados a la política de fomento de la producción, como el impulso a las obras de irrigación (para
modificar la situación de que sólo se disponía de cien mil hectáreas con riego
permanente, siendo tierras de secano el resto del área laborable); en materia
de electrificación, se pasó, en dos años, de 319 poblaciones con plantas
eléctricas a 616; respecto a vialidad, se puso en ejecución un plan que
comprende la iniciación en marcha de una red de grandes puertos marítimos, el
dragado de las Bocas del Orinoco, la canalización de la Barra de Maracaibo,
pavimentación de vías terrestres, la creación del Instituto de los
Ferrocarriles Nacionales, construcción de nuevos aeropuertos; en servicios
públicos de transporte, se implementaron programas de ampliación de líneas y
unidades de la Línea Aeropostal
Venezolana y de la Compañía Venezolana de Navegación, se creó la Flota Mercante
Grancolombiana.
En cuanto a la
política de incremento, defensa y
valorización de la riqueza humana del
país, se lee en ese Mensaje del 12 de febrero de 1948 que Betancourt dirigió al
Congreso Nacional: “En materia migratoria, habrá de reconocerse en el mañana
cómo fuimos los primeros gobernantes de este país con decisión suficiente para
abrirle las puertas de Venezuela, y procurar su arraigo en ella, a densas masas
humanas, venidas de ultramar. De 1939 a 1944 ingresaron apenas tres mil
quinientos inmigrantes, de 1945 a 1947, han llegado a Venezuela dieciséis mil
inmigrantres, mediante directa gestión oficial, y veinticinco mil extranjeros
más llegados al país por espontánea decisión…misiones especiales del Instituto
de Inmigración y Colonización seleccionan en Europa, especialmente en Italia,
nuevos contingentes humanos…se tiene estimado que en el curso de este año,
cincuenta mil inmigrantes más llegarán a los puertos de la República…está
prevista su dispersión a todas las zonas del país, de acuerdo con una
estrategia demográfica y económica, evitándose que se radiquen exclusivamente
en centros urbanos” (4).
En lo que respecta
a la defensa y valoración del capital humano nacional, el gobierno del trieno
prometió “sanear, educar, alimentar y domiciliar”. En el área sanitaria, la
lucha antimalárica tiene una relevancia especial, hasta el punto que se pudo
decir que “Venezuela es el primer país tropical que se arrebata al paludismo...
Medio millón de venezolanos fueron protegidos este año contra el anófeles
palúdico, por ‘dedetización’ de sus casas y ranchos” (5). Veamos lo que
manifiesta Naudy Suárez Figueroa sobre la lucha antimalárica que se libró:
“Alguien inventó la chanza de que, hasta 1935 gobernaban Venezuela dos
generales: el general Gómez y el ‘general’ paludismo. Y esto último sería
porque, como el dictador, también el paludismo sería ‘general’…combatir este
mal endémico histórico habría asumido caracteres de una cruzada que, bajo los
gobiernos del trienio, tuvo en el doctor Arnoldo Gabaldón su más destacada
cabeza médica…y en un insectizida, el DDT, lo que Betancourt denominó en 1947
‘una nueva deidad de la provincia esperanzada’…en una conferencia ya aludida,
la dictada por Betancourt el 29 de agosto de 1947, por invitación de la
Federación de Trabajadores del Distrito Federal y Estado Miranda, conferencia
que adoptó la forma de una detallada rendición de cuentas de gobierno, el líder
político consagró un capítulo al asunto que resulta, en nuestra opinión, de
interesante lectura en nuestros días, dijo Betancourt: ‘Acaso muchos de los que
aquí están son provincianos, gente que durante bastante tiempo ha permanecido
en Caracas, sin volver a sus pueblos natales, y por lo tanto no saben cómo el
DDT ha llegado a ser en el interior del país, una deidad esperanzada. Se trata
de una campaña que se está adelantando
en un aforma arrasadora, contra el terrible flagelo del paludismo’ ” (6). En
materia de educación, Betancourt, en su Mensaje al Congreso Nacional que comentamos,
entre otros logros, menciona: “Sesenta mil venezolanos adultos, hombres y
mujeres, perdieron su venda de ignorancia y ya leen y escriben, gracias a la
labor desanalfabetizadora realizada por el MEN el año pasado…el número de
maestros casi se ha duplicado en dos años…en vez de los mil cincuenta alumnos
de Escuelas Normales que había en 1945, son hoy tres mil cuatrocientos los
venezolanos que cursan la carrera del magisterio…el Instituto Pedagógico apenas
graduó, en diez años, doscientos treinta y seis profesores; y en la actualidad
cursan diferentes especializaciones profesionales en sus aulas cerca de
ochocientos alumnos. Las Universidades han duplicado sus matrículas, y disponen
ahora, para su manejo autónomo, de presupuestos tres y más veces mayores que
los acordados a ellas anteriormente”
(7). En lo atinente a la cuestión alimentaria, el Instituto
Pro-Alimentación Popular impulsó una importante política de poner en
fucionamiento comedores populares y comedores escolares. Y la cuarta promesa de
“domiciliar” a la gente, fue, podríamos decir, impresionante: “Del 46 al 47, el
Banco Obrero ha construido mucho más casas que en todos los anteriores
diecisiete años de su existencia, incluidos los setecientos apartamentos que
constituyen las construcciones de El Silencio. Muchos millones de bolívares
reepresentan esas dos mil setenta y tres casas construidas totalmente, las dos
mil trescientas treinta en ejecución y las mil veintiuno que se comienzan a
construir” (8).
La Junta
Revolucionaria de Gobierno inició la política de dotación de tierras y de
créditos al campesinado, que no era “sino el anticipo empírico de lo que debe
cumplirse como reforma agraria planificada, normada por una Ley a cuyo
conocimiento seguramente habrá de abocarse este Congreso en sus sesiones de abril” (9),
como efectivamente ocurrió.
En esa
comparecencia ante el Congreso Nacional, Betancourt se refirió a otros aspectos
de la gestión del Gobierno Provisional. Pasó revista a la política impositiva
del Gobierno, consistente en obtener mayores impuestos de quienes perciben
mayores utilidades; a la política de hidrocarburos, que aumentó
considerablemente la participaión del país en las ganancias de las empresas del
capital extranjero que explotaban esa riqueza del subsuelo nacional, ya
expuesta y analizada en Collages anteriores; a las relaciones obrero-patronales,
señalando la conveniencia para la Nacion de la celebración de contratos colectivos como forma de estabilizar la
producción, e informó, además, que entre 1936-1945 se inscribieron en el
Ministerio del Trabajo 522 sindicatos, mientras que entre el 18 de octubre de
1945 y el 31 de diciembre de 1947 se inscribieron 740, lo que indica el
vigoroso desarrollo del movimiento sindical gracias a la Revolución de Octubre;
a las Fuerzas Armadas; y a la política internacional.
Tres días después,
el 15 de febrero de 1948, como sabemos, Rómulo Gallegos tomó posesión de la
Presidencia de la República, ocasión en la que expuso, a grandes rasgos, las
normas que guiarían su conducta de
gobernante. El 29 de abril, el ilustre novelista presentó el Mensaje al
Congreso Nacional sobre la labor política y administrativa realizada por el
Ejecutivo Nacional durante el lapso de ejercicios a que se contraían las
Memorias y Cuentas que entregarían, en la misma sesión, los Ministros del
Despacho, complementándose así el Mensaje que, a nombre de la Junta
Revolucionaria de Gobierno, había presentado semanas atrás, el 12 de febrero,
Rómulo Betancourt. Y es que, en efecto, como lo señaló en esa ocasión el
Presidente Gallegos, son “directivas políticas y realizaciones administrativas
de un régimen, que no ha sufrido solución de continuidad por el tránsito de su
conducción responsable de unas manos a otras”. Y de seguidas, a pesar del
tiempo corto en el ejercicio presidencial, pasó a hablar de su mandato.
Puntualizó la
filosofía política que ha orientado y
seguirá orientando la acción gubernamental: “Está escrita en la Constitución de
la República, fruto de bien ventiladas discusiones entre las diversas banderías
ideológicas que compusieron la Asamblea Nacional Constituyente: democrática,
popular, ampliamente garantizadora de los derechos políticos de la ciudadanía
venezolana, mantenadora de los fundamentos liberales del orden social y al
mismo tiempo previsiva de las formas de equilibrio económico y de justicia
social a que forzosamente han de adaptarse los modos complejos del Estado
moderno” (10).
En materia de
política internacional, señaló que se mantendrá y propiciará “activa
colaboración en los organismos internacionales y en las conferencias”, teniendo
como norte la causa de la paz internacional. Hizo referencia a la conferencia
en Río de Janeiro entre las naciones del continente, “con el objeto de
suscribir un tratado interamericano de asistencia recíproca y cuyo texto será
sometido a vuestra aprobación en las presentes sesiones”, alude al famoso TIAR;
y a la Conferencia de Comercio y Empleo recién celebrada en La Habana, donde se
aprobó la Carta de Comercio Internacional que su Gobierno estudiaba para
resolver la ocasión de presentarla a las Cámaras Legislativas para su
ratificación. En su Mensaje, el Presidente Gallegos hizo mención especial de la
IX Conferencia Interamericana que aún, a pesar de la conmoción provocada por el
condenable asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, continuaba reunida
en Bogotá, con la participación de Venezuela, cuya delegación encabezaba el
ex-Presidente Rómulo Betancourt, quien, en el discurso que pronunció el día 6
de abril (1948) planteó, con sugerencias pertinentes, la democratización de
América Latina; la erradicación del coloniaje en América Latina y auspiciar el
acceso de los pueblos americanos en tutela al autogobierno; la superación del
desequilibrio entre los Estados Unidos, un país con un alto grado de desarrollo
y un inmenso potencial industrial, y las veinte Repúblicas latinoamericanas, de
economías retrasadas, en su generalidad monoproductoras y de precaria
industrialización, por lo que debían revisarce las relaciones de
interdependencia económica existentes entre esas dos Américas; y la defensa de
la riqueza-hombre y garantías para los derechos de los trabajadores. Mejor es
leer el resumen final que hizo de sus palabras: “Podemos resumir esta exposición
diciendo que Venezuela auspicia la sinceridad democrática continental y el
respeto efectivo de las libertades y de la dignidad del hombre; la eliminación,
por vía de pacíficos entendimientos, del anacrónico régimen del coloniaje; la
justicia económica interamericana, cuyas bases duraderas deben ser echadas en
una conferencia especial convocada a corto plazo; y la seguridad social de las
multitudes laboriosas del Continente” (11). Con toda razón, el Presidente
Gallegos en ese Mensaje del 29 de abril al Congreso Nacional, se refirió a ese
discurso como “el documento de dominio público y de amplia resonancia
continental donde el Jefe de nuestra Delegación, señor Rómulo Betancourt,
ex–presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno, dejó bien colocada, en alturas de prudencia y
de transpariencia de propósitos, la posición de Venezuela ante los problemas
que allí se ventilarían…”. Y, en cuanto a los resultados de la Conferencia misma, dijo que, además del
pacto constitutivo de la Organización de Estados Americanos (OEA), hubo “una
resolución aprobada en la cual se declara que es justa aspiración de las
repúblicas de América que desaparezca del continente el coloniaje y se
resuelve, por moción de nuestra Delegación, la creación de una ‘Comisión
Americana de Territorios Dependientes’, destinada a centralizar el examen del
problema de la existencia de territorios dependientes y ocupados, con el fin de
hallarle una solución adecuada a dicha cuestión”. Se atendió, pues, al
planteamiento que, en nombre del Gobierno de Venezuela, había hecho el
ex-presidente betancourt.
Sobre la acción
administrativa, aseguró: “Este gobierno desarrollará la suya en ajustada
continuidad respecto al que le antecedió, como etapa progresiva de un régimen
democrático y popular, preferentemente inclinado a la solución de los problemas
de las grandes masas, de cuya suerte estará siempre pendiente, en gran parte,
el destino colectivo”. El Presidente atribuyó el aumento de la renta petrolera en proporción mayor que la
explotación del producto, no solo al alza de los precios, sino también a que
“recibimos una participación más cuantiosa y más justa de esa riqueza de
nuestro subsuelo”. Ratificó el propósito de “reinvertir la mayor parte de esa
renta en empresas que propendan a mejorar las condiciones de las fuerzas de
trabajo y aumentar y diversificar nuestra producción”. Dio cuenta de los
avances sociales en la salud (especialmente en la lucha contra el paludismo),
la educación (aumento de la población estudiantil en las aulas de la escuela primaria, Liceos y
Universidades, así como el notable éxito en la alfabetización de adultos para
que “pronto haya dejado de ser el analfabetismo problema y vergüenza de
Venezuela”), y en la vivienda (aporte de mayores recursos al Banco Obrero). El
Presidente Gallegos hizo referencia de que el Instituto de Inmigración y
Colonización ”ha formulado un plan quinquenal donde se contempla el fomento de
cultivos de 144.940 hectáreas, con una capacidad de asiento para más de cinco
mil familias que serán establecidas en
forma de colonias mixtas y con miras a este plan y a modo de preparación y de
comienzo práctico de la Reforma Agraria que de vosotros espera la
estructuración legal”; efectivamente, el Congreso aprobó poco después la Ley de
Reforma Agraria, la cual fue promulgada por el Presidente Gallegos el 18 de
octubre, pero cuya aplicación fue impedida por el cuartelazo del 24 de
noviembre de 1948. En lo que respecta a obras públicas, dijo que hay un plan de
vialidad “en el cual se contempla un sistema de carreteras, puertos,
ferrocarriles, vías fluviales y aeropuertos, coordinantes de todos estos medios de comunicación en bien
estudiado provecho de la economía nacional”.
Hizo mención especial del proyecto de autopista Caracas-La Guaira y que
“ya se han comenzado los trabajos en el extremo correspondiente a La Guaira”, a
la vez que también se refirió a “la posibilidad de colaborar con la
Municipalidad de Caracas para la ejecución de la proyectada Avenida Bolívar, y
otras obras de transformación urbanística de la ciudad”.
Después de
referirse, a grandes rasgos, a la actividad administrativa, señaló la
implementación de una política para “la intensificación y la expansión de la
cultura, exigida por la dignidad cabal que deseamos para nuestro pueblo”.
La magnitud y
trascendencia de las realizaciones de la Revolución de Octubre, que, desde la
acción gubernamental, tuvo en los presidentes Betancourt y Gallegos sus
principales actores, son objeto de una carta –suerte de documentada crónica
histórica- que el economista de relevancia internacional, Manuel Pérez
Guerrero, dirigió desde el exilio al autor de “Doña Bárbara”, fechada el 10 de
febrero de 1949 en New York. Es que, realmente, como lo registra Manuel
Caballero en su libro “Las Venezuelas del Siglo Veinte” (Grijalbo, S. A.,
Caracas, 1988, página 79), el 18 de Octubre de 1945 “partió en dos la historia
venezolana de este siglo”. Después de esa fecha, Venezuela comenzó a ser otra,
y entró plenamente a la modernidad.
El análisis
continuará la próxima semana.
1)”4 Presidentes”.
Tomo I, página 63. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas, 1981.
2) Obra citada.
Página 38.
3) Rómulo
Betancourt. “Trayectoria Democrática de una Revolución”. Tomo I, página 162.
Imprenta Nacional. Caracas, 1948.
4) “4
Presidentes”. Tomo I, página 70. Ediciones de la Presidencia de la República.
Caracas, 1981.
5) Obra citada.
Tomo I, página71.
6) Naudy Suárez
Figueroa. “Estudio Preliminar 1945-1948”. Fundación Rómulo Betancourt.
Antología Política. Volumen Cuarto. Páginas 57-58.
7) “Cuatro
Presidentes”. Tomo I, páginas 71-72. Ediciones de la Presidencia de la
República. Caracas, 1981.
8) Obra citada.
Tomo I, página 71.
9) Obra citada.
Tomo I, página 72.
10) Obra citada.
Tomo I, página 86. Todas las citas del Mensaje de Presidente Gallegos al
Congreso Nacional, han sido tomadas de la obra “4 Presidentes”, que, en dos
tomos, publicó en el mes de septiembre de 1981, con motivo de los 40 años de la
fundación de Acción Democrática, el Gobierno del Presidente Luis Herrera
Campins, quien, a manera de prólogo titulado “Justo Reconocimiento”, escribió: “Con
esta publicación, quiere el gobierno de amplitud y de participación que
presido, hacer un público reconocimiento a los aportes que, en sus 40 años de
vida, ha dado Acción Democrática a la democracia venezolana”.
11) Rómulo
Betancourt. “Selección de Escritos Políticos 1929-1981”, página 258. Fundación
Rómulo Betancourt. Caracas, 2006.
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