martes, 28 de julio de 2020


COLLAGE SOBRE RÓMULO BETANCOURT (XXIII)

Adónde Vamos?
    CARLOS CANACHE MATA

En los tres Collages anteriores, ya se ha adelantado bastante sobre la gestión político-administrativa cumplida durante el trienio democrático, que comprende la labor de la Junta Revolucionaria de Gobierno, presidida por Rómulo Betancourt, y la del Gobierno Constitucional, presidido por Rómulo Gallegos. En el Mensaje, ya comentado, que presentó el 20 de enero de 1947 a la Asamblea Nacional Constituyente, Rómulo Betancourt rindió la cuenta correspondiente a la gestión de los quince meses anteriores, que estaba exhaustivamente expuesta en las Memorias y Cuentas de los diversos Ministerios.
El 12 de febrero de 1948, Betancourt presentó al Congreso Nacional, electo el 14 de diciembre del año anterior, el Mensaje de final de su mandato, y explicó que sólo haría un balance general de la labor cumplida, ya que por la circunstancia de no coincidir ese final de su mandato con la fecha fijada por la Constitución Nacional para la presentación de las Memorias y Cuentas de los Despachos Ejecutivos correspondientes al ejercicio fiscal en curso (en Collage anterior se hizo referencia a esa circunstancia), será el Presidente Constitucional electo y quienes con él compartan las responsabilidades gubernamentales al frente de los varios Ministerios, los que, en su momento, harán el balance de la gestión administrativa pendiente.
Hecha la precisión anterior, se refirió al cumplimiento de los tres enunciados principales de la actividad  administrativa que se había trazado el gobierno: incremento y diversificacion de una economía propia, desplazamiento del centro de gravitación del interés del Estado desde las cosas hacia las gentes, y la defensa de la riqueza-hombre del país.
En relación a la diversificación económica, se crearon el Consejo de Economía Nacional y la Corporación Venezolana de Fomento (CVF), siendo esta última “logro el más positivo en la política económica del actual Gobierno y el organismo mejor capacitado para darle contenido de realidad a la apasionante y justísima consigna de sembrar el petróleo” (1) Ya antes, en el Mensaje presentado a la Asamblea Nacional Constituyente el 20 de enero  de 1947, había expresado: “El Gobierno Revolucionario, en un solo año de existencia, duplicó las cuotas de dinero fiscal destinables a vitalizar la agricultura, la cría y la industria. Así hemos entendido la siembra del petróleo y la realización de una política proyectada hacia el futuro, ambiciosamente” (2). Y el 19 de noviembre de 1947, en las palabras que pronunció en el agasajo ofrecido por la Junta Revolucionaria de Gobierno a los delegados que asistieron al II Congreso de Trabajadores de Venezuela, refiriéndose al tema, había expresado : “…el petróleo es una riqueza transitoria y perecedera. Necesitamos sembrarla, como tantas veces se ha dicho, a fin de que podamos auto-abastecernos en artículos esenciales y que cuando llegue el momento en que desaparezca de nuestro subsuelo esa riqueza o que sea sustituida por un producto sintético, las generaciones futuras, la de nuestros hijos y la de nuestros nietos, no encuentren una Nación devastada, desde el punto de vista económico, sino una Nación plena de pujanza, de vitalidad, de fuerza creadora” (3). Igualmente -volviendo  al Mensaje del 12 de febrero de 1948 ante el Congreso Nacional- señaló otros aspectos de la acción gubernativa vinculados a la política de fomento de la producción,  como el impulso a las obras de irrigación (para modificar la situación de que sólo se disponía de cien mil hectáreas con riego permanente, siendo tierras de secano el resto del área laborable); en materia de electrificación, se pasó, en dos años, de 319 poblaciones con plantas eléctricas a 616; respecto a vialidad, se puso en ejecución un plan que comprende la iniciación en marcha de una red de grandes puertos marítimos, el dragado de las Bocas del Orinoco, la canalización de la Barra de Maracaibo, pavimentación de vías terrestres, la creación del Instituto de los Ferrocarriles Nacionales, construcción de nuevos aeropuertos; en servicios públicos de transporte, se implementaron programas de ampliación de líneas y unidades  de la Línea Aeropostal Venezolana y de la Compañía Venezolana de Navegación, se creó la Flota Mercante Grancolombiana.
En cuanto a la política de  incremento, defensa y valorización  de la riqueza humana del país, se lee en ese Mensaje del 12 de febrero de 1948 que Betancourt dirigió al Congreso Nacional: “En materia migratoria, habrá de reconocerse en el mañana cómo fuimos los primeros gobernantes de este país con decisión suficiente para abrirle las puertas de Venezuela, y procurar su arraigo en ella, a densas masas humanas, venidas de ultramar. De 1939 a 1944 ingresaron apenas tres mil quinientos inmigrantes, de 1945 a 1947, han llegado a Venezuela dieciséis mil inmigrantres, mediante directa gestión oficial, y veinticinco mil extranjeros más llegados al país por espontánea decisión…misiones especiales del Instituto de Inmigración y Colonización seleccionan en Europa, especialmente en Italia, nuevos contingentes humanos…se tiene estimado que en el curso de este año, cincuenta mil inmigrantes más llegarán a los puertos de la República…está prevista su dispersión a todas las zonas del país, de acuerdo con una estrategia demográfica y económica, evitándose que se radiquen exclusivamente en centros urbanos” (4).
En lo que respecta a la defensa y valoración del capital humano nacional, el gobierno del trieno prometió “sanear, educar, alimentar y domiciliar”. En el área sanitaria, la lucha antimalárica tiene una relevancia especial, hasta el punto que se pudo decir que “Venezuela es el primer país tropical que se arrebata al paludismo... Medio millón de venezolanos fueron protegidos este año contra el anófeles palúdico, por ‘dedetización’ de sus casas y ranchos” (5). Veamos lo que manifiesta Naudy Suárez Figueroa sobre la lucha antimalárica que se libró: “Alguien inventó la chanza de que, hasta 1935 gobernaban Venezuela dos generales: el general Gómez y el ‘general’ paludismo. Y esto último sería porque, como el dictador, también el paludismo sería ‘general’…combatir este mal endémico histórico habría asumido caracteres de una cruzada que, bajo los gobiernos del trienio, tuvo en el doctor Arnoldo Gabaldón su más destacada cabeza médica…y en un insectizida, el DDT, lo que Betancourt denominó en 1947 ‘una nueva deidad de la provincia esperanzada’…en una conferencia ya aludida, la dictada por Betancourt el 29 de agosto de 1947, por invitación de la Federación de Trabajadores del Distrito Federal y Estado Miranda, conferencia que adoptó la forma de una detallada rendición de cuentas de gobierno, el líder político consagró un capítulo al asunto que resulta, en nuestra opinión, de interesante lectura en nuestros días, dijo Betancourt: ‘Acaso muchos de los que aquí están son provincianos, gente que durante bastante tiempo ha permanecido en Caracas, sin volver a sus pueblos natales, y por lo tanto no saben cómo el DDT ha llegado a ser en el interior del país, una deidad esperanzada. Se trata de una  campaña que se está adelantando en un aforma arrasadora, contra el terrible flagelo del paludismo’ ” (6). En materia de educación, Betancourt, en su Mensaje al Congreso Nacional que comentamos, entre otros logros, menciona: “Sesenta mil venezolanos adultos, hombres y mujeres, perdieron su venda de ignorancia y ya leen y escriben, gracias a la labor desanalfabetizadora realizada por el MEN el año pasado…el número de maestros casi se ha duplicado en dos años…en vez de los mil cincuenta alumnos de Escuelas Normales que había en 1945, son hoy tres mil cuatrocientos los venezolanos que cursan la carrera del magisterio…el Instituto Pedagógico apenas graduó, en diez años, doscientos treinta y seis profesores; y en la actualidad cursan diferentes especializaciones profesionales en sus aulas cerca de ochocientos alumnos. Las Universidades han duplicado sus matrículas, y disponen ahora, para su manejo autónomo, de presupuestos tres y más veces mayores que los acordados a ellas anteriormente”  (7). En lo atinente a la cuestión alimentaria, el Instituto Pro-Alimentación Popular impulsó una importante política de poner en fucionamiento comedores populares y comedores escolares. Y la cuarta promesa de “domiciliar” a la gente, fue, podríamos decir, impresionante: “Del 46 al 47, el Banco Obrero ha construido mucho más casas que en todos los anteriores diecisiete años de su existencia, incluidos los setecientos apartamentos que constituyen las construcciones de El Silencio. Muchos millones de bolívares reepresentan esas dos mil setenta y tres casas construidas totalmente, las dos mil trescientas treinta en ejecución y las mil veintiuno que se comienzan a construir” (8).
La Junta Revolucionaria de Gobierno inició la política de dotación de tierras y de créditos al campesinado, que no era “sino el anticipo empírico de lo que debe cumplirse como reforma agraria planificada, normada por una Ley a cuyo conocimiento seguramente habrá de abocarse  este Congreso en sus sesiones de abril” (9), como efectivamente ocurrió.
En esa comparecencia ante el Congreso Nacional, Betancourt se refirió a otros aspectos de la gestión del Gobierno Provisional. Pasó revista a la política impositiva del Gobierno, consistente en obtener mayores impuestos de quienes perciben mayores utilidades; a la política de hidrocarburos, que aumentó considerablemente la participaión del país en las ganancias de las empresas del capital extranjero que explotaban esa riqueza del subsuelo nacional, ya expuesta y analizada en Collages anteriores; a las relaciones obrero-patronales, señalando la conveniencia para la Nacion de la celebración de contratos  colectivos como forma de estabilizar la producción, e informó, además, que entre 1936-1945 se inscribieron en el Ministerio del Trabajo 522 sindicatos, mientras que entre el 18 de octubre de 1945 y el 31 de diciembre de 1947 se inscribieron 740, lo que indica el vigoroso desarrollo del movimiento sindical gracias a la Revolución de Octubre; a las Fuerzas Armadas; y a la política internacional.
Tres días después, el 15 de febrero de 1948, como sabemos, Rómulo Gallegos tomó posesión de la Presidencia de la República, ocasión en la que expuso, a grandes rasgos, las normas que guiarían  su conducta de gobernante. El 29 de abril, el ilustre novelista presentó el Mensaje al Congreso Nacional sobre la labor política y administrativa realizada por el Ejecutivo Nacional durante el lapso de ejercicios a que se contraían las Memorias y Cuentas que entregarían, en la misma sesión, los Ministros del Despacho, complementándose así el Mensaje que, a nombre de la Junta Revolucionaria de Gobierno, había presentado semanas atrás, el 12 de febrero, Rómulo Betancourt. Y es que, en efecto, como lo señaló en esa ocasión el Presidente Gallegos, son “directivas políticas y realizaciones administrativas de un régimen, que no ha sufrido solución de continuidad por el tránsito de su conducción responsable de unas manos a otras”. Y de seguidas, a pesar del tiempo corto en el ejercicio presidencial, pasó a hablar de su mandato.
Puntualizó la filosofía política  que ha orientado y seguirá orientando la acción gubernamental: “Está escrita en la Constitución de la República, fruto de bien ventiladas discusiones entre las diversas banderías ideológicas que compusieron la Asamblea Nacional Constituyente: democrática, popular, ampliamente garantizadora de los derechos políticos de la ciudadanía venezolana, mantenadora de los fundamentos liberales del orden social y al mismo tiempo previsiva de las formas de equilibrio económico y de justicia social a que forzosamente han de adaptarse los modos complejos del Estado moderno” (10).
En materia de política internacional, señaló que se mantendrá y propiciará “activa colaboración en los organismos internacionales y en las conferencias”, teniendo como norte la causa de la paz internacional. Hizo referencia a la conferencia en Río de Janeiro entre las naciones del continente, “con el objeto de suscribir un tratado interamericano de asistencia recíproca y cuyo texto será sometido a vuestra aprobación en las presentes sesiones”, alude al famoso TIAR; y a la Conferencia de Comercio y Empleo recién celebrada en La Habana, donde se aprobó la Carta de Comercio Internacional que su Gobierno estudiaba para resolver la ocasión de presentarla a las Cámaras Legislativas para su ratificación. En su Mensaje, el Presidente Gallegos hizo mención especial de la IX Conferencia Interamericana que aún, a pesar de la conmoción provocada por el condenable asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, continuaba reunida en Bogotá, con la participación de Venezuela, cuya delegación encabezaba el ex-Presidente Rómulo Betancourt, quien, en el discurso que pronunció el día 6 de abril (1948) planteó, con sugerencias pertinentes, la democratización de América Latina; la erradicación del coloniaje en América Latina y auspiciar el acceso de los pueblos americanos en tutela al autogobierno; la superación del desequilibrio entre los Estados Unidos, un país con un alto grado de desarrollo y un inmenso potencial industrial, y las veinte Repúblicas latinoamericanas, de economías retrasadas, en su generalidad monoproductoras y de precaria industrialización, por lo que debían revisarce las relaciones de interdependencia económica existentes entre esas dos Américas; y la defensa de la riqueza-hombre y garantías para los derechos de los trabajadores. Mejor es leer el resumen final que hizo de sus palabras: “Podemos resumir esta exposición diciendo que Venezuela auspicia la sinceridad democrática continental y el respeto efectivo de las libertades y de la dignidad del hombre; la eliminación, por vía de pacíficos entendimientos, del anacrónico régimen del coloniaje; la justicia económica interamericana, cuyas bases duraderas deben ser echadas en una conferencia especial convocada a corto plazo; y la seguridad social de las multitudes laboriosas del Continente” (11). Con toda razón, el Presidente Gallegos en ese Mensaje del 29 de abril al Congreso Nacional, se refirió a ese discurso como “el documento de dominio público y de amplia resonancia continental donde el Jefe de nuestra Delegación, señor Rómulo Betancourt, ex–presidente de la Junta Revolucionaria de Gobierno,  dejó bien colocada, en alturas de prudencia y de transpariencia de propósitos, la posición de Venezuela ante los problemas que allí se ventilarían…”. Y, en cuanto a los resultados  de la Conferencia misma, dijo que, además del pacto constitutivo de la Organización de Estados Americanos (OEA), hubo “una resolución aprobada en la cual se declara que es justa aspiración de las repúblicas de América que desaparezca del continente el coloniaje y se resuelve, por moción de nuestra Delegación, la creación de una ‘Comisión Americana de Territorios Dependientes’, destinada a centralizar el examen del problema de la existencia de territorios dependientes y ocupados, con el fin de hallarle una solución adecuada a dicha cuestión”. Se atendió, pues, al planteamiento que, en nombre del Gobierno de Venezuela, había hecho el ex-presidente betancourt.
Sobre la acción administrativa, aseguró: “Este gobierno desarrollará la suya en ajustada continuidad respecto al que le antecedió, como etapa progresiva de un régimen democrático y popular, preferentemente inclinado a la solución de los problemas de las grandes masas, de cuya suerte estará siempre pendiente, en gran parte, el destino colectivo”. El Presidente atribuyó el aumento de la  renta petrolera en proporción mayor que la explotación del producto, no solo al alza de los precios, sino también a que “recibimos una participación más cuantiosa y más justa de esa riqueza de nuestro subsuelo”. Ratificó el propósito de “reinvertir la mayor parte de esa renta en empresas que propendan a mejorar las condiciones de las fuerzas de trabajo y aumentar y diversificar nuestra producción”. Dio cuenta de los avances sociales en la salud (especialmente en la lucha contra el paludismo), la educación (aumento de la población estudiantil  en las aulas de la escuela primaria, Liceos y Universidades, así como el notable éxito en la alfabetización de adultos para que “pronto haya dejado de ser el analfabetismo problema y vergüenza de Venezuela”), y en la vivienda (aporte de mayores recursos al Banco Obrero). El Presidente Gallegos hizo referencia de que el Instituto de Inmigración y Colonización ”ha formulado un plan quinquenal donde se contempla el fomento de cultivos de 144.940 hectáreas, con una capacidad de asiento para más de cinco mil  familias que serán establecidas en forma de colonias mixtas y con miras a este plan y a modo de preparación y de comienzo práctico de la Reforma Agraria que de vosotros espera la estructuración legal”; efectivamente, el Congreso aprobó poco después la Ley de Reforma Agraria, la cual fue promulgada por el Presidente Gallegos el 18 de octubre, pero cuya aplicación fue impedida por el cuartelazo del 24 de noviembre de 1948. En lo que respecta a obras públicas, dijo que hay un plan de vialidad “en el cual se contempla un sistema de carreteras, puertos, ferrocarriles, vías fluviales y aeropuertos, coordinantes  de todos estos medios de comunicación en bien estudiado provecho de la economía nacional”.  Hizo mención especial del proyecto de autopista Caracas-La Guaira y que “ya se han comenzado los trabajos en el extremo correspondiente a La Guaira”, a la vez que también se refirió a “la posibilidad de colaborar con la Municipalidad de Caracas para la ejecución de la proyectada Avenida Bolívar, y otras obras de transformación urbanística de la ciudad”.
Después de referirse, a grandes rasgos, a la actividad administrativa, señaló la implementación de una política para “la intensificación y la expansión de la cultura, exigida por la dignidad cabal que deseamos para nuestro pueblo”.
La magnitud y trascendencia de las realizaciones de la Revolución de Octubre, que, desde la acción gubernamental, tuvo en los presidentes Betancourt y Gallegos sus principales actores, son objeto de una carta –suerte de documentada crónica histórica- que el economista de relevancia internacional, Manuel Pérez Guerrero, dirigió desde el exilio al autor de “Doña Bárbara”, fechada el 10 de febrero de 1949 en New York. Es que, realmente, como lo registra Manuel Caballero en su libro “Las Venezuelas del Siglo Veinte” (Grijalbo, S. A., Caracas, 1988, página 79), el 18 de Octubre de 1945 “partió en dos la historia venezolana de este siglo”. Después de esa fecha, Venezuela comenzó a ser otra, y entró plenamente a la modernidad.
El análisis continuará la próxima semana.
1)”4 Presidentes”. Tomo I, página 63. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas, 1981.
2) Obra citada. Página 38.
3) Rómulo Betancourt. “Trayectoria Democrática de una Revolución”. Tomo I, página 162. Imprenta Nacional. Caracas, 1948.
4) “4 Presidentes”. Tomo I, página 70. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas, 1981.
5) Obra citada. Tomo I, página71.
6) Naudy Suárez Figueroa. “Estudio Preliminar 1945-1948”. Fundación Rómulo Betancourt. Antología Política. Volumen Cuarto. Páginas 57-58.
7) “Cuatro Presidentes”. Tomo I, páginas 71-72. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas, 1981.
8) Obra citada. Tomo I, página 71.
9) Obra citada. Tomo I, página 72.
10) Obra citada. Tomo I, página 86. Todas las citas del Mensaje de Presidente Gallegos al Congreso Nacional, han sido tomadas de la obra “4 Presidentes”, que, en dos tomos, publicó en el mes de septiembre de 1981, con motivo de los 40 años de la fundación de Acción Democrática, el Gobierno del Presidente Luis Herrera Campins, quien, a manera de prólogo titulado “Justo Reconocimiento”, escribió: “Con esta publicación, quiere el gobierno de amplitud y de participación que presido, hacer un público reconocimiento a los aportes que, en sus 40 años de vida, ha dado Acción Democrática a la democracia venezolana”.
11) Rómulo Betancourt. “Selección de Escritos Políticos 1929-1981”, página 258. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas, 2006.

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