Benigno Alarcón: “El retiro de Henri Falcón sería un desastre para la legitimidad del Gobierno”
Elvia Gómez
24 de marzo de 2018
“La única manera de que el
sector democrático opositor pueda tener algún impacto en el proceso
electoral convocado para el 20 de mayo es que Henri Falcón retire su
candidatura”, opina Benigno Alarcón Deza, director del Centro de
Estudios Políticos de la Universidad Católica Andrés Bello (CEP-UCAB).
El
CEP-UCAB tiene un grupo permanente de expertos en varias áreas del
conocimiento, que revisa permanentemente escenarios y ha previsto con
bastante aproximación la deriva autocrática del país.
Alarcón
trae al presente, porque le parece que hay similitudes con la situación
nacional, lo ocurrido en el año 2000 en Perú, en el proceso electoral
entre Alberto Fujimori y Alejandro Toledo, cuando el contendor
desencadenó un proceso en plena campaña, que deslegitimó y desestabilizó
al mandatario, lo que lo llevó, a la larga, a prisión.
“La
elección del 20 de mayo no la vamos a poder parar y lo único que le
generaría un daño real al Gobierno es que Falcón se retire. Con eso, sí
es verdad que los niveles de participación se irían al suelo”, insistió
el académico, experto en teoría de juegos, estrategia, conflicto y
negociación.
Argumenta
que la participación electoral caería a menos del 40% si el candidato
opositor se retira de la contienda y eso eliminaría el peligro de que el
Gobierno de Nicolás Maduro se relegitime por seis años más. “Creo que
Maduro, ante un retiro de Falcón, tendría un escenario donde el día 21
de mayo sería peor que el día 19”.
“El mejor
escenario para Henri Falcón es ganar la elección y que se le reconozca;
el segundo mejor escenario es retirarse si, aun sabiendo que puede
ganar, no tiene la certeza de demostrarlo y defenderlo. El tercer y peor
escenario es ir a una elección que, ganándola o perdiéndola, termine en
la incertidumbre y con él reconociendo unos resultados porque no tiene
cómo contradecir el resultado oficial. Ese sería, entonces, el mejor
escenario para el Gobierno: relegitimarse con un candidato que no tiene
manera de contradecir los resultados que dé el CNE”.
–¿A dos meses de la cita electoral
presidencial, qué le puede decir a un elector que se encuentra en el
dilema de ir o no a votar?
–Votar es
un derecho, no es condenable ir a votar o dejar de hacerlo. La gente
tiene derecho a decidir si vota o no, ambas son maneras de expresarse.
La gente, normalmente, vota para elegir, pero si votar no permite
elegir, la pregunta debería ser: ¿tiene sentido votar en un proceso en
el cual se vota pero no se elige? De cara a las elecciones del 20 de
mayo vemos que las condiciones mínimas para que la gente decida no están
dadas, porque los principios para que la elección se considere limpia y
transparente no se han respetado y por eso no hay garantía de que la
escogencia del elector sea reflejada en las urnas. Ahí hay una
debilidad. Otro problema es el plazo. Se requiere tiempo para la
organización logística (testigos, miembros de mesa, veedores), pero
también para que el mensaje llegue a los electores y puedan comparar las
ofertas. Además, eso requiere acceso a los medios de comunicación, y si
el mensaje electoral no se puede expresar en igualdad de condiciones,
el Gobierno tiene una ventaja enorme. También hay una limitación al
derecho a elegir cuando hay candidatos a los que se les impide competir,
bien porque los inhabilitaron, los apresaron o les eliminaron sus
tarjetas. Ya el Gobierno “escogió” por el elector quién va a ser su
candidato. Eso, sin mencionar que al haber el CNE eliminado la tarjeta
de la MUD –que aglutinó también el voto de los electores que no querían
hacerlo por un partido político– reduce los niveles de participación.
Todo eso pone a la oposición en una posición de mucha debilidad.
–Uno de los aspectos que alimenta el
debate es que nunca, desde que el chavismo llegó al poder, ha habido
garantías electorales plenas y así la oposición ha concurrido y ganado,
en algunas ocasiones.
–Ciertamente,
no ha habido garantías ideales, pero la realidad es que hoy hay menos
garantías que en el pasado. El tema de las garantías ha tenido un
deslizamiento desde hace años para acá y se ha venido perdiendo. Había
problemas con las garantías desde antes de la desaparición de Hugo
Chávez, pero la caída dramática en las condiciones electores se produjo a
partir de 2013, con la elección de Maduro, cuando se presentó un
resultado muy controvertido. Luego de esa fecha debieron hacerse
elecciones de gobernadores, y no se hicieron; y las de alcaldes se
convocaron con un tiempo reducido. Debió haber elección de legisladores
regionales y municipales y tampoco la hubo, y debió hacerse una elección
presidencial a finales de este año y, después de una gran
incertidumbre, se hizo la convocatoria con un plazo de apenas tres
meses. Todas estas son señales muy importantes del deterioro de las
condiciones electorales. Desde 2009, el CNE se ha negado a hacer una
auditoría al registro electoral, y en un país donde la migración es
importante y se calcula que se ha ido más o menos el 10% de la
población, el registro electoral sigue creciendo. ¿Los que han emigrado
han sido retirados del RE? ¿Qué garantía tenemos de que esos migrados no
van a aparecer “votando”? Hay una gran incertidumbre, pero lo que sí
está claro es que el proceso electoral se ha vuelto menos competitivo.
Hoy tenemos condiciones con las cuales la oposición, aun siendo mayoría,
no podría garantizar ese resultado electoral.
–¿De todo lo que falta qué le parece más grave?
–Que
desapareció la observación electoral y sigue sin aparecer. Antes
teníamos, al menos, cuatro grupos de observadores nacionales: dos que el
CNE calificaba como proclives al oficialismo y dos a los que calificaba
como proclives a la oposición, lo que es absurdo porque se supone que
la observación es neutral. De esos, al Observatorio Electoral Venezolano
le han sido negadas las credenciales de observación en los dos últimos
proceso y a este de mayo ni siquiera los invitaron a la auditoría de las
máquinas. Eso es un paso atrás en las condiciones.
–¿Entonces, cuál puede ser el centro del dilema entre votar o no votar?
–El
problema con estos procesos sin condiciones es que para lo que sirven es
para legitimar a quien “gana” esas elecciones. Lo central es que los
niveles de legitimidad de ese tipo de procesos fraudulentos son
proporcionales al número de personas que participan en ellas. No es lo
mismo tener una elección fraudulenta sin condiciones, con el 20% de
electores participando, a tener al 80% concurriendo. Evidentemente, la
participación termina apuntalando la legitimidad de ese proceso aunque
no haya reunido las condiciones necesarias. El dilema del elector podría
resolverse así: si yo decido votar, pero no tengo garantías de que mi
voto va a ser contado como yo lo emito, mi presencia ayuda a legitimar
un proceso electoral que no necesariamente va a reflejar el resultado de
la decisión que yo tomé.
–Aun teniendo presente las amenazas de
la comunidad internacional, que ya ha adelantado sanciones económicas
importantes contra el Gobierno de Nicolás Maduro, ¿que los electores
participen masivamente el 20 de mayo legitimaría al Gobierno?
–Sí, lo
legitimaría. Para el Gobierno, el mejor escenario es que haya una
participación muy alta que le permita decir que ganó las elecciones,
bien porque las ganó realmente o, no habiéndolas ganado, pueda
atribuirse la victoria.
–¿Qué cambiaría en la relación del Gobierno con la comunidad internacional si gana?
–Si hay
niveles de participación comprobadamente muy altos, pero no hay los
mecanismos para comprobar realmente quién ganó y quién perdió –porque no
hay una red de testigos de mesa y la estructura necesaria de vigilancia
del voto, y tampoco hay un árbitro imparcial– eso pondría a la
comunidad internacional en una posición difícil. Con niveles de alta
participación, la comunidad internacional no puede ponerse en contra de
lo que sería, supuestamente, la decisión de la mayoría. Una comunidad
internacional que busca la democratización del país estaría en problemas
graves si la mayoría del país sale a votar, si el resultado es
“favorable” al Gobierno y si después de eso no hay ninguna reacción que
demuestre que los resultados oficiales no son los resultados. Si el país
entra en aceptación tácita de los resultados después del proceso
electoral, habiendo habido una participación muy alta, la comunidad
internacional no puede desconocer eso.
–¿Con todas las trabas existentes y
conocidas por qué un porcentaje importante de electores de oposición
manifiesta que va a votar?
–El
elector se siente desarmado para poder hacer algo distinto a votar. El
votante siente que el único recurso real que tiene para cambiar las
cosas es el voto y, además, creo
que el elector venezolano no quiere matarse. Por eso, aunque no crea en
el proceso electoral, prefiere ir a votar. Pero ese elector va, por un
lado, resignado, porque no tiene otros mecanismos. Por otro lado, va a
votar en la medida en que su expectativa mejora con relación a que esto
puede servir para “algo”, y viceversa, si le parece que no sirve, no va.
–¿Al elector le queda sólo el voto ante la orfandad de conducción política?
–Esto me
recuerda el tema de las protestas del año pasado: me han preguntado si
ese proceso no sirvió para nada. Bueno, eso es como decir que el voto
tampoco sirve para nada y tenemos 18 años votando en desventaja. El voto
o la protesta son medios, la clave está en cómo usarlos. No se puede
decir que el voto –o las protestas– no sirven para nada porque no se ha
logrado cambiar o desplazar al Gobierno con eso. Lo que me parece es que
el elector, ante alternativas muy limitadas y que no controla, asume
las que cree que controla. Si al elector le dicen: “usted ahora lo que
puede hacer es votar”, pues lo asume porque no hay otra alternativa al
alcance de sus manos. Pero, si luego lo convocan a protestar y cree que
le sirve para algo, sale y protesta. Entonces, moverse y sacarle
provecho a lo que tiene a la mano tiene mucho que ver con las
expectativas: si tiene un mínimo de expectativas de que puedan servir
para algo, va a ir a votar; si no, termina no yendo.
–¿Es posible que en lo que resta hasta
el 20 de mayo la evolución política nacional lleve a Henri Falcón a
retirarse y buscar con eso darle una sacudida a la estructura
oficialista?
–Si no hay
condiciones electorales y si Henri Falcón, ganando las elecciones no
tiene garantías de que su triunfo sea reconocido, creo que ganaría más
credibilidad rectificando su actitud que manteniéndose en el proceso.
Hay que recordar la circunstancia que se presentó en Perú (año 2000), en
aquellas elecciones entre Alberto Fujimori y Alejandro Toledo, cuando
el contendor desencadenó, en plena campaña, un proceso que deslegitimó
la reelección de Fujimori en segunda vuelta y lo llevó a renunciar desde
Japón. Hubo ventajismo gubernamental, intimidación de votantes,
sobornos, parcialización del árbitro y, finalmente, fraude electoral
masivo. En la segunda vuelta, Toledo llamó a votar nulo, porque no había
condiciones libres ni justas. Aunque Fujimori fue proclamado para otro
mandato con el 74% de los votos, la inestabilidad política sembrada en
la campaña lo llevó a dimitir, tras perder la mayoría parlamentaria.
Entonces, volviendo al caso venezolano: es más capitalizable para Henri
Falcón una actitud coherente con la realidad a la que está sometida esta
votación que lanzarse en una aventura audaz, que se termine
convirtiendo en una apuesta perdedora. Yo creo que si Falcón va a un
proceso electoral contra viento y marea, sin poder garantizar que si
gana los resultados van a ser respetados, el riesgo de que la gente vea a
Falcón como cómplice de la relegitimación del proceso es muy alto. Creo
que si Falcón decide rectificar y, si él está convencido de que no
tiene las condiciones mínimas para poder garantizar los resultados y
decide retirarse, yo creo que va a ganar mucha más credibilidad.
–¿En esa gama de opciones cuál sería el peor escenario para Henri Falcón?
–Su peor
escenario es mantenerse en el proceso y perderlo, así su credibilidad va
a estar en tela de juicio. El mejor escenario para Falcón es competir y
ganar y que pueda demostrar que ganó. Pero si gana y no puede
demostrarlo, va a estar en una situación muy complicada que lo puede
convertir en cómplice, y la gente va a señalarlo por cooperar. La
segunda mejor jugada de Falcón sería negarse a seguir con el proceso si
no se cumplen las condiciones mínimas que le garanticen a él que, en
caso de ganar, esos resultados van a ser reconocidos.
–Si se retira no sería simplemente
renunciando a esa postulación. ¿Debería considerar Falcón asumir la
conducción de la lucha por la consecución de un mínimo de condiciones y
garantías electorales para unas próximas elecciones?
–Así es.
Debería asumir la conducción de un proceso de desconocimiento de las
elecciones del 20 de mayo y asumir la lucha por lograr un proceso
electoral con un mínimo de legitimidad, que pueda ser reconocido. Esa
sería el segundo mejor escenario para Falcón.
–¿Cómo afectaría al Gobierno un retiro de Falcón en fecha próxima al 20 de mayo?
–Creo que
para el Gobierno, en términos de legitimidad, sería un desastre. En
primer lugar, las cifras de participación caerían por debajo del 40% y
así esa elección tendría muy poca credibilidad, y el objetivo que tiene
el Gobierno de relegitimar a Maduro por seis años más tendría muchos
problemas. Creo que Maduro, ante un retiro de Falcón, tendría un
escenario donde el día 21 de mayo sería peor que el día 19 de mayo.
Maduro quedaría en una posición de mucho cuestionamiento y una falta de
legitimidad muy acentuada. Quizás el Gobierno tendría que replantearse
ir a un nuevo proceso electoral, que no es el escenario que quiere ni
busca, pero lo necesitaría.
–¿Si Falcón se retirara, eso podría abrir una vía para una transición democrática?
–Sí, creo
que sí. Ese se parecería mucho al escenario Fujimori-Toledo. Creo que el
retiro de Falcón de este proceso electoral y una caída significativa de
los niveles de participación afectan la legitimidad de Maduro y
aumentan de manera exponencial los costos de represión para el Gobierno.
Sería muy complicado poder reprimir olas de protestas y movilizaciones
que se producirían con motivo del retiro de Henri Falcón y que, aun así,
se celebre la elección presidencial. Eso pondría al Gobierno en una
situación muy incómoda dentro y fuera del país. Ya sabemos que la
comunidad internacional democrática ha dicho que no va a reconocer este
proceso electoral y, evidentemente, un retiro del candidato opositor y
una caída de la participación, pondría a la comunidad internacional en
una situación ideal para mantener su palabra. Cabría preguntarse: ¿en
qué se traduce ese desconocimiento anunciado? No puede ser meramente
declarativo, tendría que traducirse en algunos hechos, pero
definitivamente sí colocaría al Gobierno en una situación tremendamente
complicada. Y lo contrario: si el 20 de mayo concurre el 80% de la gente
y no hay manera de demostrar cómo votó ese 80%, evidentemente, el
Gobierno termina poniéndose en situación de ventaja y la comunidad
internacional quedaría en una situación complicada con sus sanciones.
–¿Es posible hacer una medición
confiable, con verificación internacional, de cuánta gente votaría en
esas elecciones del 20 de mayo?
–Sí, es
posible. Hay metodología para eso. Supongamos que Falcón se retira y
pierde el derecho a tener testigos de mesa, entonces se pueden hacer
conteos de salida –exit counts–
sobre una muestra representativa de los centros de votación. Se puede
tener una idea del porcentaje de votantes y hay para eso una metodología
confiable. Si se hiciera así, la comunidad internacional aceptaría esa
medición. Si hay momentos en los cuales los conteos son importantes son
en estos momentos, para poder demostrar cuánto porcentaje de la
población votó o no, cuál fue la participación real. Participando o no
en el proceso electoral el conteo de electores es fundamental. Existe la
metodología para hacer un conteo estadísticamente creíble y que nos
permita saber con un margen de error del 3% cuántos votaron.
–Ese conteo, con o sin la
participación de Henri Falcón, facilitaría a la comunidad internacional
tomar sus decisiones respecto del Gobierno de Maduro.
–Sin lugar a dudas.
–En el debate público se acusa a Henri
Falcón de presentar su candidatura como parte de un arreglo con el
oficialismo, mientras que otros opinan que es un genuino opositor. ¿Qué
opina?
–Vamos a
partir de que Henri Falcón está, por razones genuinas, yendo a este
proceso plena y absolutamente convencido de que puede ganar. Ya hoy
sabemos que el CNE y el Gobierno no tienen prurito en seguir manipulando
las condiciones electorales desde hoy y hasta el día de la elección,
incluso el mismo día, como lo hicieron en las últimas elecciones.
Sabemos que hay dudas sobre el número de personas que el CNE dice que
participaron, y así se desprende de las denuncias de Smarmatic. Si
Falcón compite convencido de que ganará, es su deber y su obligación
poder garantizar las condiciones para que sus votos sean contados. Si
Henri Falcón no puede garantizar las condiciones para que sus votos sean
contados, meterse en un proceso electoral donde él no puede garantizar
ese conteo, sería una aventura que terminaría haciéndole mucho daño a
los esfuerzos del sector democrático venezolano y a los de la comunidad
internacional. Entonces, hay que dejar un poco a la decisión de Falcón
evaluar si él tiene o no las condiciones para garantizar el conteo de
esos votos. Si no las tiene, hay que hacerle un llamado a la reflexión,
porque una participación sin condiciones mínimas electorales y sin
maquinaria para cuidar los votos, nos arrastraría a la tragedia de un
proceso que solamente serviría a los fines de la relegitimación del
Gobierno. Creo que ese es el llamado que hay que hacerle. Si vamos a las
elecciones del 20 de mayo sin asumir responsablemente las limitaciones
que tenemos, y vamos como si se tratara de una apuesta al azar a ver si
la pegamos, podemos terminar haciendo muchísimo daño a las posibilidades
de restaurar la democracia.
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