LUIS MANUEL ESCULPI
A propósito de analizar las razones del gobierno para adelantar una
nueva reconversión monetaria -quitándole tres ceros al bolívar-
llamándolo ahora bolívar soberano, no puedo dejar de asociarlo al
trillado cuento del marido engañado, que para borrar la afrenta decide
vender el diván.
Con la edición de un nuevo cono monetario y la disminución de los
ceros, el lanzamiento del Petro como moneda para ser empleada en
diversas transacciones, pretenden disimular la espantosa hiperinflación;
sin adoptar medidas que puedan efectivamente combatir la inflación.
La mayoría de los economistas consideran que el tiempo anunciado para
implantar la fulana reconversión es extremadamente reducido, por lo que
no podrán cumplir con esa meta en el mencionado periodo. Además que la
adecuación al nuevo sistema resultaría extremadamente costosa, sin
posibilidad de producir los beneficios que solo están en la mente de los
genios que dirigen la economía.
La improvisación y la cosmetología son características de toda las
ejecutorias del gobierno actual, ahora bien en él área económica – en
una crisis como la que sufrimos- resultan más improcedentes y
perjudiciales, por la repercusión en el deterioro y agravamiento de las
condiciones de vida de los venezolanos.
Entretanto la crisis continúa haciendo estragos, las protestas por la
discontinuidad y las insuficiencias de las cajas del CLAP se
acrecientan. Las manifestaciones de los trabajadores se hacen sentir
hasta la sede de PDVSA en La Campiña. En el campo de la salud la
situación es verdaderamente critica con la escasez de medicinas, y el
estado de los hospitales adquiere proporciones dramáticas.
Los servicios públicos son un verdadero desastre el transporte, el
agua y la electricidad sumamente deteriorados, la escasez de repuestos,
la falta de mantenimiento e inversión causan el caos, un ejemplo
emblemático es lo que ocurre hoy en el Metro de Caracas.
La crisis sobrepasó al gobierno y sigue su propia dinámica, no está
en capacidad de contenerla. Al negar su existencia o pretender eludir
sus consecuencias sin ofrecer soluciones lo que hace es agravarse. La
reconversión no es solución.
Paradójicamente la peor hora del gobierno no coincide con el mejor
momento de la oposición. No hay acuerdo en la estrategia a seguir.
Iniciativas excelentes como las del Frente Amplio requieren de
continuidad para consolidarse. La unidad sigue siendo un requisito
imprescindible para avanzar y alcanzar el cambio.
Reiteramos el concepto de la unidad como un objetivo estratégico, por
lo que consideramos que las divergencias en una coyuntura no deben
obviar lo esencial. Las agresiones y descalificaciones no se colocan en
una justa perspectiva, como sería la de propiciar el reencuentro con la
máxima unidad posible para el logro de los objetivos estratégicos.
No existe liderazgo, ni organización que por sí sola y aislada del
resto de los partidos e instituciones democráticas pueda triunfar. Si
nuestra visión solo se alumbra con “las luces bajas” sin encender las
“luces altas” siempre será estrecha y no tendrá una amplia óptica, como
lo exige la complejidad de la situación.
El mundo no se acaba el veinte de mayo, la crisis seguirá su curso
cada vez más agudo y peligroso. Las declaraciones más recientes de los
voceros gubernamentales expresan la disposición de permanecer aferrados
al poder -más allá de la contingencia electoral- y persistiendo en
aplicar el mismo modelo fracasado.
La fuerzas del cambio tienen que necesariamente situarse de nuevo a
la altura de las exigencias. Superar las divergencias actuales
propiciando el comportamiento que posibilite el diseño de una ruta
estratégica unitaria. Las inmensas calamidades que estamos sufriendo nos
plantean la necesidad imperiosa del cambio político, lo que a su vez
requiere reactivar con fuerza, ideas como el Frente Amplio y la
necesaria recomposición de la Alianza Política.
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