SIMON GARCIA
En momentos de confusión, graves e insostenibles como los que
vivimos, es difícil vislumbrar el rumbo que nos permita salir de tantas
calamidades. El infierno no parece tener un buen sistema de
señalización.
El país siente que no se puede abandonar el tablero electoral y dejar
que Maduro lleve a cabo un simulacro electoral sin resistencia de
quienes están en su contra y quieren ejercer el derecho a votar contra
el régimen. Hay una mayoría que va a votar.
No es un acto de colaboración con el régimen porque implica una
manifestación práctica para negarle legitimidad, ni deslealtad con una
oposición que incluye también a quienes dudan o han han decidido no
votar, aunque el resultado concreto sea que Maduro se proclame para seis
años más.
Al modelo de gobierno único no hay que contraponerle una oposición
única, sino una resistencia política democrática que comparta fines
aunque contemple métodos y tácticas diferente. La amplitud supone
respetar las diferencias, no satanizarlas en búsqueda de ganancias
pequeñas.
El excelente evento realizado en la simbólica Aula Magna de la UCV
constituye un renacimiento de la participación ciudadana en términos de
reivindicaciones sectoriales, demandas de cambio político y exigencias
de unidad. Lo más innovador es su naturaleza autonómica que promete el
desenvolvimiento de un movimiento desde la sociedad civil, relacionado
con los partidos sin ser simples extensiones de ellos. Su impacto
positivo va a multiplicarse si sus dirigentes logran hacer
complementarias rutas que visiones rígidas pretenden manejar como
excluyentes.
En el terreno más específicamente político y más propios de los
partidos hay que sostener la misma actitud de integración en las
diferencias para asegurar una unidad estratégica dentro de la diversidad
de tácticas y medios aplicados por las tres oposiciones que se proponen
salir de la crisis saliendo de Maduro. Si hay un norte común, ¿para qué
dividirse y peor aún, por qué sustituir la lucha contra el régimen por
una furia defensiva de la parcelita propia?
El régimen tiene sus objetivos en el terreno electoral y la oposición
debe tener los suyos, sin subordinarse al plan continuista de Maduro.
La abstención se propone crearle un vacío al poder, poner en evidencia
su ilegitimidad y a partir de ella elevar el choque con el poder. Es un
método válido pero tiene muchos puntos débiles y desventajas como se
demostró en el parapeto montado por el régimen para crear y legitimar un
poder legislativo inconstitucional y paralelo como la ANC que está allí
legitimada por la fuerza de las armas y legalizada por otros entes
ilegítimos de la hegemonía autoritaria del Estado.
La lucha por arrancarle al régimen condiciones más cercanas no es
ingenuidad, porque se sabe que voluntariamente no va a permitir una
elección democrática. Pero no debemos quedarnos en el límite de luchas
por mejores condiciones electorales, renunciando a disputar el poder con
los votos. Sobre todo, cuando existen condiciones para ganar y hacer
valer esa victoria en la calle.
¿Se encontrará el Aula Magna con los votos, la calle y la presión
internacional? ¿Hará una transición que se den la mano, el Frente Amplio
y Henry Falcón?
@garciasim
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