jueves, 15 de marzo de 2012


¿Cuánto le debe 

Venezuela al mundo?


Victorino Márquez


tomado de Prodavinci








“Recibo un país hipotecado”. Esta fue la frase del discurso de inauguración del período presidencial de Luis Herrera Campins (1979-1984) ante el Congreso que hizo titulares de prensa al día siguiente. Venía Venezuela del primer “boom” petrolero derivado del embargo que los países árabes impusieron a Occidente con motivo de la guerra del Yom Kipur (1973) y que disparó el precio del crudo a US$40 por barril.
Para determinar el monto de esa hipoteca, el Presidente Herrera recurrió no a un Economista sino a un Ingeniero: Juan José Bolinaga. Cuantificar los pasivos externos de Venezuela en esa época era una tarea compleja pues además de la deuda del gobierno central era preciso contabilizar la deuda contraída por los institutos autónomos y empresas del Estado que para entonces tenían capacidad para endeudarse en el exterior sin mayor control y era siempre la República la que terminaba pagando los platos rotos.
Cuentan que cuando el encargo estuvo listo, pero antes de ser entregado y divulgado, el Ingeniero Bolinaga recibió varias llamadas para pedirle un maquillaje de las cifras. Los adecos (socialdemocrátas), en una operación de “control de daños”, le pedían que subestimara la cifra de la deuda total, conscientes de que resultaba difícil justificar el aumento brutal del endeudamiento en un período de bonanza petrolera como el vivido durante Carlos Andrés I (1974-1979). Los copeyanos (socialcristianos), por su parte, en un intento de enterrarle el puñal más profundo a sus adversarios, le pedían que sobreestimara el monto de la deuda no fuera a ser que aparecieran unos pasivos ocultos. El Ingeniero Bolinaga se mantuvo firme y publicó las cuentas exactas en el célebre “Informe Bolinaga”.

Esta historia viene a cuento porque en los últimos días la prensa venezolana y los analistas financieros empiezan a mostrar preocupación por el aumento del nivel de endeudamiento de Venezuela durante los períodos presidenciales de Hugo Chávez.  Sin embargo, a la hora de medir el monto total de endeudamiento de Venezuela y el peso de la deuda en relación con el tamaño de la economía (Relación Deuda-PIB) se escuchan opiniones disímiles en una materia que debería ser más de hechos contrastables que de opiniones.
Fue así como, apoyado en la información recabada de Bloomberg, de las páginas del Ministerio de Finanzas y del BCV y del blog The Devil’s Excrement, me senté a hacer unos cálculos veloces de lo que le debemos al mundo y de la relación de esa deuda con el tamaño de nuestra economía.  Sumando todos los bonos en circulación emitidos por la República, PDVSA, Electricidad de Caracas y Sidetur tenemos US$ 62.740 millones. A esta cifra le agregamos US$ 6.206 millones de préstamos bilaterales de la República y otros US$ 4.000 millones de préstamos bancarios de PDVSA.  Por otra parte, tenemos el Fondo Chino que es deuda con privilegios sobre barriles de petróleo, por un monto de US$ 28.000 millones. No hay que olvidar por otro lado la deuda de PDVSA con sus proveedores (US$ 7000 millones aproximadamente) y los préstamos internos de la República denominados en moneda extranjera que ascienden a US$ 5.600 millones.  Y de último, pero no menos importante, está la deuda por expropiaciones a compañías extranjeras que hemos estimado conservadoramente en US$ 10.000 millones.  Lo anterior arroja un total de US$ 123.546 millones que podrían convertirse en US$ 135.564 millones si el gobierno cumple con el endeudamiento anunciado de US$ 12.000 millones para el 2012. Una tabla resumen del endeudamiento externo puede verse pulsando aquí.
Para poner en perspectiva esta cifra calculamos la relación Deuda-PIB en el caso venezolano. El PIB de 2011 asciende a  Bs. 1.057.508.137.000. Utilizando la tasa de cambio oficial en vigor (1US$=Bs. 4,3) la relación Deuda-PIB se ubica en 55%. Si en el 2013 el gobierno hiciera un ajuste cambiario del 50% (1US$=Bs. 6.5) esa relación se colocaría en 83%. Si el ajuste fuera de la misma magnitud que la última devaluación (2010), esto es de un 100% (1US$=Bs. 8.6) la relación quedaría en 110%. Los tres escenarios resultan bien distantes del 21,3% declarado por el Ministro Giordani a principios de 2011.
En uno de los libros más influyentes de finanzas públicas modernas “Esta vez es diferente: ocho siglos de disparate financiero”, (Princeton University Press, 2009) REINHART y ROGOFF se refieren a Venezuela –en forma un tanto severa- como “la campeona moderna del default soberano” y apuntan que para el momento de la última reestructuración de la deuda venezolana (1982) la relación Deuda-PIB era del 41,4%.  Sin embargo, hablar de una “zona de peligro” en materia de relación de Deuda-PIB que predisponga a los países a una cesación de pagos es complicado y la realidad es en la historia reciente han los países que han cesado en sus pagos registran relaciones Deuda-PIB bien divergentes. Para el momento del default en Argentina (2001)  esa relación era de 150% del PIB; la atribulada Grecia tiene actualmente una deuda que equivale a 127% del PIB; cuando México entró en cesación de pagos en 1982 esa relación era de apenas 46,7% y en el caso de Perú (1978) de 81%. Con todo y eso REINHART Y ROGOFF sostienen que los países emergentes con una relación Deuda-PIB superior a 100% corren un riesgo significativo de cesación de pagos.
Por esa razón, para determinar que tan comprometida está la capacidad de pago de un país, los economistas complementan la relación Deuda-PIB con la relación Deuda-Exportaciones. Para el 2001, esa relación para el caso argentino era de 500% mientras que el promedio mundial de los países que han entrado en cesación de pagos entre 1970 y 2008 es de 229%.  En el caso venezolano, esa relación es en la actualidad de 150%.  Otra relación que ayuda a medir la capacidad de pago de un país es la relación entre servicio de la deuda (lo que se paga anualmente por vencimientos de capital más intereses) y el nivel de exportaciones.  Para 2011 el servicio de la deuda representa el 15% de las exportaciones petroleras y el número se estima subirá a 20% en el 2013, todo ello asumiendo que el precio del petróleo se mantenga estable en US$ 100 (Barcalys).
Si bien éstas últimas relaciones indican que Venezuela tiene capacidad para seguir pagando su deuda con cierta holgura no es menos cierto que el tamaño de la deuda en relación con el PIB puede entrar en un zona poco confortable, especialmente si se utiliza una tasa de cambio más sincera, lo cual es probable que suceda en el 2013.  En un mundo donde los “cisnes negros” hacen acto de presencia con más frecuencia de lo deseable, y las percepciones  de riesgo cambian de la noche a la mañana, el peso de la deuda nos hace vulnerables, sobre todo teniendo en cuenta que nuestra capacidad de pago está atada a una sola variable: lo que suceda con el precio del petróleo.
No está demás recordar las palabras del economista Rudiger Dornbusch, estudioso de la macroeconomía del populismo, sobre la crisis mexicana : “La crisis tarda mucho más tiempo en venir de lo que pensamos y luego viene mucho más rápido de los que habíamos pensado. Esa es la historia de la crisis mexicana. Tardó por siempre y luego llegó en una noche”.

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