jueves, 8 de marzo de 2012


Terreno común, voluntad común

Consenso y voluntad que hoy se resumen en la candidatura unitaria de Henrique Capriles Radonski

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DIEGO BAUTISTA URBANEJA |  EL UNIVERSAL
jueves 8 de marzo de 2012  
Hay momentos en la historia de los países en los cuales se acumulan tantos problemas y de una naturaleza tan básica que parece que no hay lugar para mayores desacuerdos en cuanto a cómo abordarlos. El clima es propicio para una especie de consenso técnico, en el cual convergen los expertos más destacados de las diferentes áreas. Aparece un terreno en el cual las diferencias ideológicas parece que se difuminan y entre la derecha, la centro-derecha, el centro, la centro-izquierda, y la izquierda existe por los momentos un área común lo suficientemente amplia y cuya puesta en práctica desde el Gobierno daría lugar a suficiente trabajo, como para que sea en ella que se concentre la atención y el esfuerzo. Otra manera de decirlo es que las diferencias ideológicas retroceden para ubicarse en un segundo plano, en espera del momento en que puedan hacer ver con más claridad. No es en realidad que hayan desaparecido, sino que los problemas han llegado a un nivel tal que, hasta nuevo aviso, los expertos de diversas ideologías coinciden en lo que hay que hacer para enderezar entuertos de tal magnitud. 

En nuestra historia ha habido momentos como esos. Por ejemplo, a la muerte de Juan Vicente Gómez. En efecto, la dictadura de Gómez había legado a los gobernantes que venían a sustituirlo un país plagado de problemas elementales. Había, podían decir sus defensores, resuelto el más básico de ellos, el del orden y la paz. Pero lo había hecho a un precio exorbitante e innecesario, y así el país en 1936 era posiblemente un país sin guerras civiles, pero también era un país enfermo, pobre, analfabeto. De modo que en 1936 surgió la tesis de que no era el momento de los debates ideológicos, sino de las soluciones concretas. Sus adalides no podían ser de más categoría: Alberto Adriani y Mariano Picón Salas. Adriani, por ejemplo, decía: "lo que se requiere urgentemente es que todo nuestro pueblo se una en el propósito tenaz de lanzarse a la acción para resolver la media docena de problemas de todos conocidos... Sería trágico que nos entretuviéramos en luchar con el solo fin de decidir cuál es la etiqueta con que vamos a marchar a la ruina". 

Arturo Uslar Pietri, tan cercano a aquellos dos venezolanos, nos recuerda el clima del debate de esos años: "no se hablaba de otra cosa que de problemas. Se puso de moda la palabra problema". Es en ese ambiente que surge la tesis de esa especie de democracia técnica auspiciada por Adriani y Picón Salas, de la que no sería exagerado decir que orienta la gestión de López Contreras y Medina Angarita, aunque ninguno de ellos la proclamara tal cual. 

Hay otros momentos de nuestro pasado que quizás podrían compararse con aquel de 1936. Pero en realidad ningún otro gobierno había dejado al país con tantos y tan básicos problemas por resolver como el de aquella larga dictadura. 

Hoy estamos viviendo otra de esas situaciones. Este Gobierno va a entregar al que le suceda el resultado de catorce años de errores, de dogmatismo, de arbitrariedad, de confrontaciones, de corrupción, de subordinación a intereses extraños al país. Habrá que empezar a construir desde muy abajo. Por ello es posible llegar a grandes zonas de consenso entre los conocedores de los problemas que habrá que resolver, tal como se ha hecho al elaborar los lineamientos programáticos de la Unidad Democrática. Allí, expertos de diversas ideologías, han encontrado un terreno común en el que se coincide para abordar los problemas que el país va a enfrentar cuando haya un cambio de gobierno. 

Las diferencias ideológicas siempre subsisten. No existen programas que no expresen ideologías. Siempre habrá una izquierda y una derecha. Siempre será posible diferir en cuanto a la prioridad entre, por ejemplo, la igualdad y la libertad o en cuanto a las relaciones entre esos dos conceptos fundamentales. Siempre habrá teorías sociales en disputa. Lo que ocurre es que, en ciertos momentos históricos, personas con diferentes ideologías pueden estar de acuerdo respecto a lo que hay que hacer en lo inmediato y estar dispuestas a prescindir hasta nuevo aviso de la ideología que en cada caso está detrás de esa postura, para poner el hombro en la tarea común. 

Lo importante entonces es que el país cuenta con ese consenso y esa voluntad que evocaba Adriani, de enfrentar entre todos los tremendos problemas por los que el país atraviesa, consenso y voluntad que hoy por hoy se resumen en la candidatura unitaria de Henrique Capriles Radonski. 

dburbaneja@gmail.com

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