"Debemos ganar las elecciones y no habrá excusa para la derrota"
" Hay mucho en juego, y seis años más de un gobierno como este sería muy negativo para el país" "Por quién voté en las primarias del 12 de febrero es un secreto que me llevaré a la tumba"
Ramón Guillermo Aveledo se basa no solo en las encuestas sino también en lo que se respira en el ambiente, para percibir los aires de victoria ADOLFO ACOSTA
ROBERTO GIUSTI , RAMON GUILLERMO AVELEDO , SECRETARIO EJECUTIVO MESA DE LA UNIDAD | EL UNIVERSAL
domingo 25 de marzo de 2012
Paciente, persistente y conciliador, dotado de una voluntad silenciosa pero indeclinable, desde una casi minúscula y austera oficinita, Ramón Guillermo Aveledo logró armar un mecanismo de fina hechura que permitió la unidad de las más tremenda diversidad política que se pueda imaginar. Luego lo puso a prueba en unas primarias que algunos consideraron un suicidio, pero el dispositivo consiguió una base de apoyo sobre 3 millones de votos. De allí surgió un rostro, un nombre y una propuesta que entran en liza con una fortaleza y posicionamiento que nunca antes tuvo la opción democrática.
-Cumplidas todas esas exigencias y ante una estrategia electoral que luce acertada, no parece haber excusas para la derrota. Pero, ¿es suficiente eso para ganar las elecciones o está faltando ese plus indefinible que termina inclinando la balanza?
-Las elecciones no están ganadas, pero las vamos a ganar. Y digo que no están ganadas porque falta bastante tiempo y hay mucho trabajo por delante. Esos pasos que mencionaste nos sirven para colocarnos en una adecuada posición competitiva. Tenemos la unidad, el candidato y el mensaje. Ahora hay que llevarlos a todas partes y convencer a un número suficiente de venezolanos de que somos una esperanza de mejor calidad y de una Venezuela distinta. Vamos a ganar porque lo que el país quiere se parece mucho más a lo que proponemos que lo que el gobierno puede mostrar. Un gobierno viejo cuyas promesas pueden ser comparadas con sus realizaciones. Así que el debate real es entre esto que tenemos y el futuro que podemos tener.
-Chávez no se plantea el tema en términos de gobierno, sino de sistema. Aquel que se instauró a partir del Pacto de Punto Fijo se prolongó por 40 años. Chávez apenas tiene gobernando 13 y eso es muy poco tiempo para imponer un modelo.
-Así es cómo al Presidente le gusta verse, pero la traducción más sintética es que él se presentó como una alternativa ante el pasado. Ahora debe hacerlo como una alternativa ante el futuro. El es el presente (hay quienes dicen que es el pasado) porque maneja ideas muy viejas como el personalismo, el estatismo o aquello que llamaron "el socialismo real". Y la lucha es entre prolongar el presente o atrevernos a un futuro distinto. La disyuntiva no es Chávez o Capriles, sino seguir como estamos o cambiar hacia una Venezuela del progreso y de oportunidades para todos por igual.
--Más allá del resultado electoral, ¿es Capriles el genuino representante de ese anhelo de cambio?
-El es el representante y ¿cómo lo escogimos?....
-Te pregunto tu opinión, no la de los votantes.
-Un momento. Lo escogimos por un método consensuado que pusimos en manos del país. Más de 3 millones que escogieron de modo categórico. "Este es el líder que queremos". Y toda la unidad se ha colocado detrás de él porque así lo siente y ese era su compromiso con el país. Yo he apreciado en los viaje por el país cómo ya la gente no siente a Capriles como precandidato, sino como el candidato de todos. Y si me preguntas a mí, te digo que yo también. Por quién voté yo para candidatura, es un secreto que me llevaré a la tumba.
-O sea, no fue por Capriles.
-No. Eso quiere decir que me lo llevaré a la tumba. Yo debo conservar el respeto por todos quienes participaron como candidatos y también como electores. El trabajo de la Mesa era crear las condiciones y propiciar lo ocurrido con total imparcialidad. Ahora, yo sí me siento interpretado por Capriles porque él representa, genuinamente, al país que yo quiero.
-Sin embargo, Capriles transmite una imagen desenfadada y heterodoxa que desafía el estereotipo del estadista tradicional.
-Capriles demostró, en un estado grande y complejo como Miranda, su capacidad como gobernante. Ha probado, también, a lo largo de este tiempo, incluyendo las primarias y luego, una vez investido candidato, su calidad de líder político. Ahora, la imagen de cómo debe ser un presidente cambia mucho. Cuando Betancourt fue electo no calzaba en la imagen que la gente tenía de un jefe de Estado. Incluso antes, cuando no había elección popular, fue muestra de un cambio radical que (Eleazar) López Contreras se quitara el uniforme y vistiera de civil. Con todo, la gente siguió llamándolo General López Contreras, porque en esa época era más importante ser general que Presidente. Pero las cosas han cambiado.
-No tanto si tenemos al Teniente Coronel Chávez como Presidente.
-Porque se parece más al pasado que al presente, y por eso ya no "pega". A él sus partidarios no le dicen Teniente Coronel sino comandante-presidente, para asociarlo con otros comandantes de revoluciones y satisfacer su ego. Pero lo que el venezolano quiere es alguien serio, inteligente, abierto, próximo, que le comprenda y resuelva sus problemas y ese es Henrique Capriles. Así que es un candidato bastante más completo de lo que ciertos prejuicios pueden indicar. Capriles no sólo es más joven en edad, sino en ideas. La gente rechaza la confrontación y la polarización. Capriles tiene respuesta a todos los problemas existentes. Eso no ocurre con Chávez. Esta vez la confrontación no es entre pasado y presente, sino entre el presente y el futuro y Chávez no es el futuro.
-Dices que no se debe confrontar, pero hablas de confrontación. ¿Acaso es posible ganar sin arremeter en contra del contrincante?
-Capriles no insulta ni personaliza la política. No ataca a la persona sino al problema. No teme a las diferencias y por eso al referirse a la decisión que prohibe hablar de contaminación de las aguas fue claro, dijo que no se trata de silenciar el problema sino de resolverlo. Esa es la confrontación. Los venezolanos están cansados del pleito que no cesa y del empeño en convertir el debate político en un insulto dirigido al ser humano y no a sus planteamientos o su gestión. Ese cansancio no lo expresan sólo los deseosos de un cambio, sino también los partidarios del proceso. Por eso cuando les preguntan en las encuestas que cambiarían de Chávez la mayoría responde: "que no pelee tanto".
-¿Cómo ir más allá de tareas electorales que ocupan a la Mesa en este momento?
-La Mesa tiene objetivos que trascienden el 7 de octubre. Además de la importantísima tarea electoral, hay una misión que excede a la elección. Desde el 8 de octubre corresponderá dar sustento político al gobierno de unidad nacional de Henrique Capriles e ir más allá, porque el proyecto seguirá adelante y no concluirá con el gobierno. De acuerdo con el documento del 8 de junio del 2009, que significó el lanzamiento de la Mesa, esta no se planteó como una coalición electoral, sino como alternativa política. Por eso su responsabilidad no concluye una vez elegido el Presidente, los gobernadores o alcaldes. Al contrario, comienza una nueva tarea. Cada etapa impone sus condicionamientos y añade circunstancias al trabajo de la Mesa. En este momento el trabajo electoral nos ocupa fundamentalmente porque si no cumplimos esa meta cambian mucho las exigencias.
-¿Han previsto ustedes el escenario de una derrota?
-En una elección puedes ganar o perder. Es lo normal.
-Pero en este país las derrotas se consideran como algo definitivo, aunque hasta ahora no ha sido así. A menos que estemos llegando a un punto en el cual una victoria de Chávez haga irreversible el cambio político.
-En toda elección se gana o se pierde, pero esta la debemos ganar. Es cierto que se puede pasar de una cosa a la otra pero tenemos el deber de ganar porque hay mucho en juego y la perspectiva de 6 años más de un gobierno como este es muy negativa para el país. No se puede seguir esperando para afrontar los retos de este tiempo. Mientras Latinoamérica y países africanos avanzan, Venezuela se queda atrás. Cuando Cuba liberalizaba su mercado inmobiliario, aquí hacíamos lo contrario. Por ese camino el país continuará empobreciéndose y retrocediendo en áreas fundamentales como la educación. Demasiado bien nos portamos en un país donde no se castiga el delito. Por eso debemos ganar, en eso tenemos una gran responsabilidad, depende de nosotros y aquí no hay excusa ecológica. Que estamos en desventaja al luchar con un gobierno superavitario en recursos y deficitario en escrúpulos, lo sabemos. Que hay un poder público manipulado, también. Pero hemos avanzado y mejorado nuestras propias condiciones.
rgiusti@eluniversal.com
-Cumplidas todas esas exigencias y ante una estrategia electoral que luce acertada, no parece haber excusas para la derrota. Pero, ¿es suficiente eso para ganar las elecciones o está faltando ese plus indefinible que termina inclinando la balanza?
-Las elecciones no están ganadas, pero las vamos a ganar. Y digo que no están ganadas porque falta bastante tiempo y hay mucho trabajo por delante. Esos pasos que mencionaste nos sirven para colocarnos en una adecuada posición competitiva. Tenemos la unidad, el candidato y el mensaje. Ahora hay que llevarlos a todas partes y convencer a un número suficiente de venezolanos de que somos una esperanza de mejor calidad y de una Venezuela distinta. Vamos a ganar porque lo que el país quiere se parece mucho más a lo que proponemos que lo que el gobierno puede mostrar. Un gobierno viejo cuyas promesas pueden ser comparadas con sus realizaciones. Así que el debate real es entre esto que tenemos y el futuro que podemos tener.
-Chávez no se plantea el tema en términos de gobierno, sino de sistema. Aquel que se instauró a partir del Pacto de Punto Fijo se prolongó por 40 años. Chávez apenas tiene gobernando 13 y eso es muy poco tiempo para imponer un modelo.
-Así es cómo al Presidente le gusta verse, pero la traducción más sintética es que él se presentó como una alternativa ante el pasado. Ahora debe hacerlo como una alternativa ante el futuro. El es el presente (hay quienes dicen que es el pasado) porque maneja ideas muy viejas como el personalismo, el estatismo o aquello que llamaron "el socialismo real". Y la lucha es entre prolongar el presente o atrevernos a un futuro distinto. La disyuntiva no es Chávez o Capriles, sino seguir como estamos o cambiar hacia una Venezuela del progreso y de oportunidades para todos por igual.
--Más allá del resultado electoral, ¿es Capriles el genuino representante de ese anhelo de cambio?
-El es el representante y ¿cómo lo escogimos?....
-Te pregunto tu opinión, no la de los votantes.
-Un momento. Lo escogimos por un método consensuado que pusimos en manos del país. Más de 3 millones que escogieron de modo categórico. "Este es el líder que queremos". Y toda la unidad se ha colocado detrás de él porque así lo siente y ese era su compromiso con el país. Yo he apreciado en los viaje por el país cómo ya la gente no siente a Capriles como precandidato, sino como el candidato de todos. Y si me preguntas a mí, te digo que yo también. Por quién voté yo para candidatura, es un secreto que me llevaré a la tumba.
-O sea, no fue por Capriles.
-No. Eso quiere decir que me lo llevaré a la tumba. Yo debo conservar el respeto por todos quienes participaron como candidatos y también como electores. El trabajo de la Mesa era crear las condiciones y propiciar lo ocurrido con total imparcialidad. Ahora, yo sí me siento interpretado por Capriles porque él representa, genuinamente, al país que yo quiero.
-Sin embargo, Capriles transmite una imagen desenfadada y heterodoxa que desafía el estereotipo del estadista tradicional.
-Capriles demostró, en un estado grande y complejo como Miranda, su capacidad como gobernante. Ha probado, también, a lo largo de este tiempo, incluyendo las primarias y luego, una vez investido candidato, su calidad de líder político. Ahora, la imagen de cómo debe ser un presidente cambia mucho. Cuando Betancourt fue electo no calzaba en la imagen que la gente tenía de un jefe de Estado. Incluso antes, cuando no había elección popular, fue muestra de un cambio radical que (Eleazar) López Contreras se quitara el uniforme y vistiera de civil. Con todo, la gente siguió llamándolo General López Contreras, porque en esa época era más importante ser general que Presidente. Pero las cosas han cambiado.
-No tanto si tenemos al Teniente Coronel Chávez como Presidente.
-Porque se parece más al pasado que al presente, y por eso ya no "pega". A él sus partidarios no le dicen Teniente Coronel sino comandante-presidente, para asociarlo con otros comandantes de revoluciones y satisfacer su ego. Pero lo que el venezolano quiere es alguien serio, inteligente, abierto, próximo, que le comprenda y resuelva sus problemas y ese es Henrique Capriles. Así que es un candidato bastante más completo de lo que ciertos prejuicios pueden indicar. Capriles no sólo es más joven en edad, sino en ideas. La gente rechaza la confrontación y la polarización. Capriles tiene respuesta a todos los problemas existentes. Eso no ocurre con Chávez. Esta vez la confrontación no es entre pasado y presente, sino entre el presente y el futuro y Chávez no es el futuro.
-Dices que no se debe confrontar, pero hablas de confrontación. ¿Acaso es posible ganar sin arremeter en contra del contrincante?
-Capriles no insulta ni personaliza la política. No ataca a la persona sino al problema. No teme a las diferencias y por eso al referirse a la decisión que prohibe hablar de contaminación de las aguas fue claro, dijo que no se trata de silenciar el problema sino de resolverlo. Esa es la confrontación. Los venezolanos están cansados del pleito que no cesa y del empeño en convertir el debate político en un insulto dirigido al ser humano y no a sus planteamientos o su gestión. Ese cansancio no lo expresan sólo los deseosos de un cambio, sino también los partidarios del proceso. Por eso cuando les preguntan en las encuestas que cambiarían de Chávez la mayoría responde: "que no pelee tanto".
-¿Cómo ir más allá de tareas electorales que ocupan a la Mesa en este momento?
-La Mesa tiene objetivos que trascienden el 7 de octubre. Además de la importantísima tarea electoral, hay una misión que excede a la elección. Desde el 8 de octubre corresponderá dar sustento político al gobierno de unidad nacional de Henrique Capriles e ir más allá, porque el proyecto seguirá adelante y no concluirá con el gobierno. De acuerdo con el documento del 8 de junio del 2009, que significó el lanzamiento de la Mesa, esta no se planteó como una coalición electoral, sino como alternativa política. Por eso su responsabilidad no concluye una vez elegido el Presidente, los gobernadores o alcaldes. Al contrario, comienza una nueva tarea. Cada etapa impone sus condicionamientos y añade circunstancias al trabajo de la Mesa. En este momento el trabajo electoral nos ocupa fundamentalmente porque si no cumplimos esa meta cambian mucho las exigencias.
-¿Han previsto ustedes el escenario de una derrota?
-En una elección puedes ganar o perder. Es lo normal.
-Pero en este país las derrotas se consideran como algo definitivo, aunque hasta ahora no ha sido así. A menos que estemos llegando a un punto en el cual una victoria de Chávez haga irreversible el cambio político.
-En toda elección se gana o se pierde, pero esta la debemos ganar. Es cierto que se puede pasar de una cosa a la otra pero tenemos el deber de ganar porque hay mucho en juego y la perspectiva de 6 años más de un gobierno como este es muy negativa para el país. No se puede seguir esperando para afrontar los retos de este tiempo. Mientras Latinoamérica y países africanos avanzan, Venezuela se queda atrás. Cuando Cuba liberalizaba su mercado inmobiliario, aquí hacíamos lo contrario. Por ese camino el país continuará empobreciéndose y retrocediendo en áreas fundamentales como la educación. Demasiado bien nos portamos en un país donde no se castiga el delito. Por eso debemos ganar, en eso tenemos una gran responsabilidad, depende de nosotros y aquí no hay excusa ecológica. Que estamos en desventaja al luchar con un gobierno superavitario en recursos y deficitario en escrúpulos, lo sabemos. Que hay un poder público manipulado, también. Pero hemos avanzado y mejorado nuestras propias condiciones.
rgiusti@eluniversal.com
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