miércoles, 7 de marzo de 2012


GARCÍA MÁRQUEZ EN COTIZA

Tentado y dominguero más aún, cómo no, pretendía escribir mi columna quincenal esta vez sobre la celebración de los 85 años de García Márquez. Oxigeno, rumié.  Y buscando inspiración, reuní sus libros amados y  dispersos por la casa y puse a rodar una musiquita vacilona. Así que me preparé, propiciatoria, una cuba libre costanera pensando de antemano en la segunda mientras agarraba papel y pluma fuente. Me quedé mirando hacia un punto fijo de esa sábana en blanco que me esperaba tibia, para que tal vez apareciera la primera e inspirada palabra. Pero mire usted que me despierta el grito herido de un vecino que ladra: “¡Coño, otra vez!” Abrupto me levanto, ¿qué pasa? Nada, que en Cotiza le dispararon a Capriles Radonski e hirieron al hijo de Ismael García. ¿Y por qué no me lo habían dicho? Pero, ¿quién fue? ¡Quién va a ser!





De allí en adelante todo cambió. Lo urgente se convirtió en importante. ¡Y cómo no! Televisión, teléfono, twitter, computadora. Y así es que veo al candidato nuestro en la TV caminando por el mismísimo territorio comanche. ¡Qué bolas!, dice mi hijo chiquito inmerso en no sé qué sabiduría. ¡No hay que comer casquillo!, dictamina ahora el primogénito más avezado en esos avatares de la calle. Yo hubiera imaginado que era una repetición, porfié, pero no, decidió Henrique seguir su recorrido, casa por casa, a riesgo de su vida. Como para no olvidarlo y cuidar mejor a ese muchacho.

Enchufado como estoy, oigo versiones desde el gran gobierno bolivariano y democrático: “payasadas”, dice uno blanco y engolado con patillas; “estaban cumpliendo con su trabajo”, esputa otro; “es ilegal, llevaban armas, otro Puente LLaguno; enviamos nuestra solidaridad a los militantes del PSUV, nos resteamos con ellos”. Con eso es suficiente. Todo está dicho, otra vez. Esta gente, por las buenas, no entregará el poder, porque votos no faltan. Está todo a la vista. Motorizados de rojo-Chávez, PSUV de pancarta, pistoleteando, pagados, asustando mientras desde el más allá su jefe despacha encadenado de bondad, de energía positiva, de Jesucristo, babalú ayé.

Pues bien, me digo, tienes que terminar el artículo y ya con la cuba libre derretida y sudando abro al azar “Noticias de un Secuestro”, del cumpleañero diferido, quien en párrafo de primera página me mira muy de frente y me lee: “En realidad, no eran diez secuestros distintos, como parecía a primera vista, sino un solo secuestro colectivo de diez personas muy bien escogidas, y ejecutado por una misma empresa con la misma y única finalidad”. Vaya, vaya Gabriel, ¡mire usted!

Maestro, aquí el realismo no es mágico, con su perdón, es trágico. Malandros, militantes, militares, reunidos en una sola Cuba Libre, insultando, baleando, expropiando, secuestrando. Son la guerrilla manguangüera gobernando sin haber gateado ni siquiera por la lucha armada. ¡Qué jamón, petroleón! Maestro, cuando pueda véngase por acá y se escribe esta historia que de aquí le aseguro que se gana otro Nobel.
Leandro Area

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