sábado, 3 de marzo de 2012


¿Democracia genera crecimiento o crecimiento genera democracia?


Xavier Sala i Martin


El Banco Mundial acaba de publicar un informe sobre el futuro de China: “China 2030: construyendo una sociedad moderna, harmoniosa, creativa y con altos ingresos”. A muchos les ha sorprendido de que en ningún momento se menciona si China debe intentar democratizarse. Aunque supongo que la no-mención de la democracia en el informe refleja más el hecho de que China es un creciente contribuyente financiero a las instituciones financieras internacionales como el Banco Mundial y el FMI, la pregunta que algunos periodistas se han hecho es relevante: ¿La democracia (o en general la libertad política) contribuye a generar crecimiento económico?
Desde el punto de vista teórico, no está claro. Milton Friedman (1962) decía que sí. La libertad política demanda más transparencia de los políticos, menos corrupción, menos arbitrariedad a la hora de conceder permisos y contratos y más de todos aquellos aspectos institucionales que son buenos para la economía.
El principal argumento a favor de la democracia es que, a diferencia de la dictadura, permite eliminar a los malos gobernantes. En la vida hay gobernantes buenos y gobernantes malos. Y es muy difícil distinguirlos ex ante. Lo bueno de la democracia es que a los malos los puedes echar mientras que en una dictadura, si tienes la suerte de que el dictador hace cosas buenas para el crecimiento bien, pero si no, estás atrapado para siempre.
Otro argumento a favor de la democracia es que a menudo los dictadores no quieren el crecimiento de la economía sino su beneficio propio (el ejemplo de Marcos en Filipinas con los miles de zapatos de su esposa como muestra, o Mobuto Sese Seko en Zaire, con sus cuentas billonarias de diamantes en Suiza). Los críticos a esa teoría dicen que incluso un político ladrón tiene incentivos a generar crecimiento porque cuanto mayor es el pastel más hay para robar.
Entre los detractores de la democracia están los que dicen que para tomar decisiones hay que tener consensos y mayorías, y la construcción de esos consensos y mayorías a menudo implican decisiones dañinas. Por ejemplo, imaginemos que para tomar una decisión que en principio puede ser buena para el crecimiento se necesitan los votos de los representantes de la región que produce naranjas y ésos no van a votar a favor a no ser que se de un subsidio a las naranjas. Una vez pagados todos los subsidios y todos los sobornos legales, la decisión acaba teniendo un impacto mucho menor. De hecho, esta es la crítica que los indios hacen de su propia democracia cuando se quejan de la desventaja que la India, una democracia, tiene respecto de la China, una dictadura.
Llegamos a la conclusión, pues, de que la teoría no establece una relación clara entre democracia y crecimiento. ¿Y qué dicen los datos? ¿Es verdad que las democracias tienden a crecer más que las dictaduras? La respuesta es que no. Robert Barro escribió una serie de artículos en los noventa donde no encontraba ninguna relación entre democracia y crecimiento. Existen países de alto crecimiento que son dictaduras (China y Singapur serían dos ejemplos) y países de bajo crecimiento que también lo son (Zimbabwe o Uzbequistan). Por otro lado, hay democracias con mucho crecimiento (Korea o Finlandia) y democracias que son un desastre (Grecia o Portugal). Si comparamos todos los países a la vez, llegamos a la conclusión de que el crecimiento no tienen nada que ver con la libertad política.
Lo cual nos debe llevar a la conclusión de que la democracia es deseable. Es decir, se podría montar un argumento en contra de la democracia si ésta fuera perjudicial para el crecimiento. La libertad política, per se, es buena ya que la gente quiere libertad, pero quizá valdría la pena plantearse sacrificar un poco de libertad a cambio de ser un poco más ricos. Esta alternativa existiría si la dictadura fuera garantía de crecimiento. ¡Pero no lo es! La democracia no está positivamente correlacionada con el crecimiento pero tampoco lo está negativamente. Por lo tanto, dado que no es verdad que democracia va a perjudicar la economía y dado que la democracia es buena per se, es siempre mejor tener democracia.
Lo que nos lleva a Aristóteles. Aristóteles decía que un país donde la mayoría de ciudadanos fueran pobres no podía ser una democracia. Para tener libertad política se necesita un cierto nivel de renta porque, según Aristóteles, cuando la gente vive en situación de pobreza extrema, no puede tomar decisiones inteligentes y es víctima de demagogos irresponsables (y no miro a nadie). O dicho de otro modo, a medida que un país se hace rico, la demanda de democracia sube. Este fenómeno (conocido como ley de Lipset (Lipset 1959)) sí es un fenómeno que se observa en los datos: a medida que los países se hacen ricos, se vuelven más democráticos (Barro 1997). España sería un ejemplo de este tipo de países, pero también están el Chile post Pinochet o Korea del Sur, que no fue una democracia hasta que se aprobó la constitución de 1988. Supongo que la explicación es que la democracia debe ser defendida por los ciudadanos. Sin un apoyo masivo de gente que quiere libertad política es muy difícil que la democracia sea permanente y sin una gran cantidad de gente que no es pobre (lo que hoy diríamos, sin una gran clase media) es difícil que la democracia se perpetúe.
De aquí se derivan dos conclusiones interesantes. La primera es que intentar introducir desde fuera una democracia en un país pobres no va a funcionar. De hecho, sabemos que no funciona porque eso es lo que hicimos en África al independizarse. En 1960, la mayor parte de África era democrática. Quince años más tarde, no quedaba en África más que un puñado de países libres. Del mismo modo, el intento burdo de los Estados Unidos por instaurar una democracia en Iraq o Afganistán está condenada al fracaso.
La segunda conclusión es que el miedo a que China, ese país que todo el mundo piensa que se va a convertir en la nueva gran potencia económica mundial a mediados del siglo XXI, el miedo, repito a que el líder mundial sea una dictadura que no respeta los derechos humanos, es un miedo real... pero no tan real como muchos imaginan. China no será la primera potencia mundial (si es que lo acaba siendo) hasta dentro de varias décadas. Pero es que además, si sigue creciendo, la presión por tener libertad política, la presión por convertirse en democracia será tan grande que, yo apuesto a que cuando llegue el momento de liderar el mundo, China será una democracia.

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