viernes, 11 de mayo de 2012


Óscar Lucien
El Nacional / ND

“Venezuela, país de bienvenida”

11 Mayo, 2012
Cuando la joven reportera requiere mi opinión como sociólogo y como cineasta sobre Caracas, ciudad de despedidas, no pude sustraerme de mi condición familiar de tener jóvenes que han sido virtualmente expulsados a continuar sus estudios fuera de Venezuela, uno de ellos gravemente lesionado por la violencia desalmada. Mis respuestas, de manera resumida, expresaron las siguientes líneas de pensamiento: 
1. Asumo que voy a contracorriente de la ­en apariencia­ dominante recepción negativa y, en particular, contra los laboratorios de guerra sucia de los medios oficiales. Sin ningún subterfugio, concedo a la pieza audiovisual debatida su condición de cortometraje documental. Digo más: me impactó positivamente que Ivanna Chávez y Javier Pita, realizadores de Caracas, ciudad de despedidas, asuman indagar sobre las visiones y percepciones de los jóvenes de su generación y de su entorno social sobre problemas capitales que los agobian.
Con desenfado y entrando sin barreras en un tono confesional y descarnado, los jóvenes expresan sin inhibiciones su vivencia de la ciudad, de la violencia, de la amistad, del exilio y del desarraigo, todo ello por supuesto desde una cosmovisión que se corresponde con el universo económico y social de los entrevistados y de los realizadores.
Que uno pueda diferir de los presupuestos políticos e ideológicos que subyacen en sus puntos de vista, que su pieza no se corresponda con cánones más o menos normalizados del tratamiento documental no impide analizarla, y contrariamente a quienes los descalifican apelando al insulto y a la banalización, concentrarnos en reflexionar en las problemáticas de fondo planteadas: ¿Acaso no es cierto que en 2011, más de 19.000 venezolanos murieron víctimas de la violencia y que el mayor porcentaje de esas muertes son jóvenes entre 14 y 25 años? ¿No es dramático igualmente que un alto porcentaje de los victimarios sean jóvenes entre esas mismas edades? ¿Cuáles son las oportunidades reales de primer empleo para jóvenes egresados de nuestras universidades? ¿No estamos todos, jóvenes y adultos de las clases medias y de los sectores populares más pobres, sometidos al mismo toque de queda que nos impone la delincuencia?
¿No están los padres que pueden permitírselo sacando a sus hijos fuera del país no sólo en busca de mejores oportunidades sino para literalmente salvarles la vida? “Caracas, ciudad de despedida” tiene que ver con estos asuntos capitales. Su abordaje confesional, de tribu, sobresale frente a tanto “documental” sin vida, en los que expertos diagnostican y prescriben el comportamiento a todos los demás, simples mortales. Chávez y Pita colocan frente a un espejo a sus contemporáneos y se muestran ellos mismos desde la más pura emocionalidad.
Paradójico, aquí también radica la debilidad del trabajo: no trascender su burbuja, no dirigir el lente hacia los otros jóvenes que se quedan, bien por obligación, bien por convicción. Jóvenes de su misma procedencia social comprometidos con los cambios que nos anuncia el porvenir ante la posibilidad real de elegir a otro joven, que no llega a los cuarenta años, presidente de la república.
Caracas, ciudad de despedidas no refleja la realidad de los miles de jóvenes que salieron a patear las calles cuando el teniente coronel Chávez cerró Radio Caracas Televisión y cuyo protagonismo ha marcado un punto de inflexión relevante para la construcción de un país diferente que nos permita ser nuevamente una tierra de acogida y no una ciudad o país de despedidas.
2. Caracas, ciudad de despedidas me recordó un documental que realicé en 1985, titulado “X-vocación”, sobre el dramático problema, en ese momento, de los jóvenes preinscritos que no lograban acceder a las universidades nacionales, y particularmente el destino incierto para quienes, graduados, desempeñaban oficios diferentes a las disciplinas estudiadas. Un amigo cercano criticó duramente las posibilidades expresivas y comunicativas de los jóvenes, cuyo testimonio presentaba concluyendo que si esa era la condición que tenían, ¿para qué querían ir a la universidad?
Siento que el documental Caracas, ciudad de despedidas nos interpela en cuanto al déficit que arrastramos en la educación formal de los jóvenes y en un asunto esencial como es la construcción de la ciudadanía. Independientemente del estrato socioeconómico y de la educación recibida, si no formamos ciudadanos, Venezuela no tiene futuro. Bienvenida la polémica, en la confianza de que a partir del 7 de octubre quizás algunos de estos jóvenes puedan ser ellos mismos protagonistas de un nuevo documental: “Venezuela, país de bienvenida”.
@olucien

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