¿Qué podemos hacer que ellos no puedan?
MIGUEL ÁNGEL SANTOS |
EL UNIVERSAL
viernes 25 de mayo de 2012
El gobierno ha decidido echar el resto en el 2012 y corregir en alguna medida la cadena de desequilibrios que ha ido generando en el camino a través de una macrodevaluación en el año 2013. Piensan que de ganar en octubre tendrán capital político de sobra para hacerlo. Ese no es el caso de la oposición. No sólo porque de ganar en efecto no podrá presumir de capital político, sino porque cuenta además de una amplia gama de opciones de política para sacar a Venezuela adelante que ya no están disponibles para el gobierno.
En primer lugar, puede producir un cambio en el activo más devaluado de la revolución: la credibilidad. Puede iniciar un programa para levantar las restricciones que tienen amarrado y disminuido al sector privado venezolano y garantizar a los productores el acceso a las divisas. Puede lanzar un programa de conversión de deuda en inversión que le permita aprovecharse de los ampliosspreads que exhibe la deuda externa venezolana. Dentro de un marco de respeto a la propiedad privada, están dadas las condiciones para que en Venezuela ocurra lo que ya está pasando en el resto de América Latina: una colosal entrada de capitales. En esa circunstancia acaso nuestro principal problema sería evitar una fuerte apreciación del bolívar. Venezuela es una economía con una enorme capacidad de demanda, que nos tiene haciendo colas, persiguiendo bienes y anotándonos en listas de espera, mientras padecemos la mayor inflación del planeta. Una nueva administración puede acabar con el dilema inflación versus escasez en el que se encerró a sí mismo el gobierno desde hace rato, estimulando una expansión de oferta.
También tiene capacidad para iniciar un diálogo con los productores nacionales y extranjeros que le permita levantar de forma gradual el control de precios sin un impacto significativo en la tasa de inflación actual. La nueva administración puede utilizar la verdadera característica del liderazgo, convencer, persuadir, en contraste con la imposición a ultranza y la amenaza que ha predominado todos estos años. Puede racionalizar el gasto público, y hacer mucho más con lo mismo y eventualmente con menos.
Una nueva administración también podría sacudirle de encima unos cuantos puntos a la prima de riesgo de la República. Eso lo podría conseguir despolitizando el directorio del Banco Central y devolviéndole autonomía plena. También podría generar un plan de endeudamiento y amortización creíble dentro de un marco sostenible, y explicárselo a esos mismos inversionistas que hoy el gobierno toma por sorpresa con su improvisada estrategia de deuda. ¿Será fácil? No. Se heredarán unas reservas mínimas, una Pdvsa con una capacidad muy mermada y agobiada por los compromisos de deuda. Para mantener el gasto y tratar de garantizar la gobernabilidad harán falta recursos. Ese es el principal reto de la administración: levantar recursos suficientes para apuntalar las reservas y hacer posible esa transición, sin necesidad de recortar el gasto de inmediato ni de un ajuste contractivo. Es una apuesta, sí, pero una apuesta con una buena posibilidad de éxito. Es eso, o es el gobierno utilizando la única estrategia que le ha quedado disponible: una macrodevaluación.
@miguelsantos12
En primer lugar, puede producir un cambio en el activo más devaluado de la revolución: la credibilidad. Puede iniciar un programa para levantar las restricciones que tienen amarrado y disminuido al sector privado venezolano y garantizar a los productores el acceso a las divisas. Puede lanzar un programa de conversión de deuda en inversión que le permita aprovecharse de los ampliosspreads que exhibe la deuda externa venezolana. Dentro de un marco de respeto a la propiedad privada, están dadas las condiciones para que en Venezuela ocurra lo que ya está pasando en el resto de América Latina: una colosal entrada de capitales. En esa circunstancia acaso nuestro principal problema sería evitar una fuerte apreciación del bolívar. Venezuela es una economía con una enorme capacidad de demanda, que nos tiene haciendo colas, persiguiendo bienes y anotándonos en listas de espera, mientras padecemos la mayor inflación del planeta. Una nueva administración puede acabar con el dilema inflación versus escasez en el que se encerró a sí mismo el gobierno desde hace rato, estimulando una expansión de oferta.
También tiene capacidad para iniciar un diálogo con los productores nacionales y extranjeros que le permita levantar de forma gradual el control de precios sin un impacto significativo en la tasa de inflación actual. La nueva administración puede utilizar la verdadera característica del liderazgo, convencer, persuadir, en contraste con la imposición a ultranza y la amenaza que ha predominado todos estos años. Puede racionalizar el gasto público, y hacer mucho más con lo mismo y eventualmente con menos.
Una nueva administración también podría sacudirle de encima unos cuantos puntos a la prima de riesgo de la República. Eso lo podría conseguir despolitizando el directorio del Banco Central y devolviéndole autonomía plena. También podría generar un plan de endeudamiento y amortización creíble dentro de un marco sostenible, y explicárselo a esos mismos inversionistas que hoy el gobierno toma por sorpresa con su improvisada estrategia de deuda. ¿Será fácil? No. Se heredarán unas reservas mínimas, una Pdvsa con una capacidad muy mermada y agobiada por los compromisos de deuda. Para mantener el gasto y tratar de garantizar la gobernabilidad harán falta recursos. Ese es el principal reto de la administración: levantar recursos suficientes para apuntalar las reservas y hacer posible esa transición, sin necesidad de recortar el gasto de inmediato ni de un ajuste contractivo. Es una apuesta, sí, pero una apuesta con una buena posibilidad de éxito. Es eso, o es el gobierno utilizando la única estrategia que le ha quedado disponible: una macrodevaluación.
@miguelsantos12
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