Derrotar el golpe de Maduro
Se puede decir que en el ADN de los partidarios de las tesis de Chávez y ahora de Maduro, está incrustada la idea golpista, el culto a la personalidad, la represión más salvaje a quien disienta, –que sin exageración supera a la de la Seguridad Nacional de Pérez Jiménez–, pero también una corrupción galopante que ha consumido, junto con el despilfarro, millones y millones de dólares.
El número de asesinatos alcanzado va a batir records, incluyendo los de la dictadura de Juan Vicente Gómez. Históricamente hablando se puede afirmar que este es el peor gobierno del siglo XXI. Los periodos dictatoriales hay que ubicarlos dentro de su contexto y este régimen de Maduro y su camarilla hay que ubicarlo precisamente en el presente siglo, cuando los avances de la humanidad han logrado establecer parámetros aceptables de gobernabilidad.
No vacilamos en asentar que estamos en un periodo de ingobernabilidad, sobrarían los ejemplos pero señalemos los relativos a la crisis económica, al desabastecimiento y la hambruna, la inseguridad y el desbordamiento de los cuerpos represivos que no tienen en este momento ningún control y atropellan los derechos humanos a diestra y siniestra, convirtiendo a las cabezas visibles de la cadena de mando en fuertes candidatos a ser juzgados en los tribunales de La Haya.
El país vive un suspenso que lo lleva a la inestabilidad hasta el punto de que es difícil encontrar inversionistas tanto nacionales como extranjeros que se atrevan a colocar en Venezuela siquiera un dólar, a lo cual agregamos el hecho de que no hay instituciones y que cuando se anula la acción legislativa nadie se atreve a prestar un dólar.
El grito que se escucha en toda Venezuela, y nos referimos hasta en los más apartados rincones del país, es basta de Maduro. Venezuela no puede seguir sumergida en una crisis cuyas consecuencias principales las padecen las grandes mayorías nacionales.
Estas consideraciones nos conducen inexorablemente a que las soluciones para salvar a Venezuela y a su pueblo de mayores catástrofes está en constituir un amplio frente nacional, pues no se trata de salvar a un partido, a una personalidad o a un sector social, sino a todo un país que está hundido en la miseria gobernado por un grupo de incapaces, lo que determina que no basta con cambiar a Maduro sino conquistar un cambio político hacia la democracia, la libertad y mejores condiciones de vida para todos por igual.
Conquistaremos el cambio político. No hay dudas.
Hay que valorar en su justo término la responsabilidad de la actual dirección política de la disidencia, independientemente de los errores cometidos a lo largo de estos 18 años muchos de los cuales han sido valientemente reconocidos por la dirección de la MUD, bien con Ramón Guillermo Aveledo o con Chúo Torrealba.
Sería sano advertirle a muchos de los críticos de la MUD que de habernos seguido por ellos estuviéramos en condiciones desfavorables; ellos han sido incapaces de reconocer en qué se han equivocado y en darle los méritos necesarios a una dirección política que se ha ido forjando al calor de la lucha, y como lo indica la experiencia toda lucha implica la posibilidad de cometer errores, el detalle está en saber corregirlos acertadamente en el menor tiempo posible.
No hay dirección política en el mundo que no haya cometido errores al actuar. Solo no los cometen los críticos de escritorio y los que no actúan, pero así se forma el equipo dirigente y podemos decir, sin que ello justifique ningún desliz, que Venezuela cuenta en este momento con un núcleo dirigente que abarca los ámbitos local, municipal, regional y nacional. En nuestra opinión la ruta que se está transitando es la correcta y conquistaremos el cambio político que Venezuela pide a los cuatro vientos.
El país, y lo decimos con firmeza, no puede continuar por este camino lleno de disparates por el que lo conduce Maduro y su camarilla militar y la experiencia indica que ningún pueblo se hunde indefinidamente, que ninguna nación desaparece a pesar de los errores cometidos por quienes ejerzan el poder en ese momento. Los pueblos son sabios, se equivocan como lo han hecho en oportunidades, se dejan ilusionar por falsas promesas pero al final rectifican. Como me decía un chavista que me visitó: pusimos a Maduro con los votos fraudulentos y lo desalojaremos del poder mediante votos.
Dada la experiencia electoral de estos años, la vía de CALLE y VOTO nos conducirá al triunfo porque contamos con la fuerza necesaria, con la unidad, con una ruta clara, una plataforma mínima de acción y el invalorable apoyo de los demócratas del mundo, si a eso agregamos esa dirección política a la que hicimos mención, levantemos la convicción y la fe en que Venezuela perdió el miedo, al igual que en 1957.
Conquistaremos democracia, libertad y mejores condiciones de vida para todo nuestro pueblo con un gobierno de transición nacional que gobierne para todos y enmiende el camino equivocado que un grupo de fanáticos hace transitar al país. El sector institucionalista de las FANB también tiene un papel que desempeñar en este momento. ¡Sí se puede!
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