domingo, 28 de mayo de 2017

UNA Y OTRA VEZ

ELSA CARDOZO

EL NACIONAL

Hay mucho que contar sobre lo que está sucediendo en Venezuela a casi dos meses de sostenida protesta en las calles con el ánimo de cambiar a mejor rumbo, a pesar o precisamente para superar los obstáculos que con creciente agresividad interpone el gobierno. Es necesario e ineludible hablar de los muertos, desaparecidos, torturados, apresados arbitrariamente, juzgados sin debido proceso y llevados a tribunales militares. Aterra la suma de casos y piensa uno en cada víctima, la mayoría jóvenes estudiantes, e imagina o lee sobre su historia personal y lo que hubiera sido de ellos si en Venezuela hubiese habido un buen gobierno. Conviene recordar que el reclamo que alienta a protestar cada día no es nada extraordinario, es precisamente ese, el clamor por un buen gobierno. Así hay que recordarlo, una y otra vez.
Los venezolanos demandamos lo que debería fluir normalmente si se respetara la Constitución: un cronograma electoral con garantías de integridad en todo el proceso, el reconocimiento de la independencia y competencias de la Asamblea Nacional –incluida su parte en la designación de los poderes Electoral, Judicial y Ciudadano–, la plena garantía de los derechos de asociación y participación política, la procura del “desarrollo humano integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad” como se lee en la Constitución de 1999. Y así, contándolo desde la Constitución, desde abril se ha ensanchado el abismo entre el régimen que la ley fundamental define y el que a punta de violencia procura seguir imponiendo el gobierno (entiéndase por tal los poderes Ejecutivo, Judicial, Electoral y Ciudadano, salvo por las notables muestras recientes de independencia de la Fiscalía). Y para desaparecer el abismo ese gobierno ha encontrado dos vías: someter a la disidencia por la fuerza y cambiar la Constitución. Tenemos que decirlo, una y otra vez.
Sobre lo del sometimiento de la oposición, si en las primeras concentraciones y marchas orientadas a la restitución del orden constitucional la labor de la Policía Nacional y la Guardia Nacional fue detener el avance hacia la sede de los poderes públicos, rápida y violentamente fueron instruidas –casi siempre con el acompañamiento y la agresión sin contención alguna de bandas armadas– para disolver, perseguir y acosar en espacios públicos y privados a los manifestantes y a los dirigentes políticos que han encabezado cada evento de protesta; también ha habido puerta franca para penetrar violentamente, hacer y dejar hacer al bandidaje en vecindarios y negocios aledaños a la protesta. Así es como desde el gobierno, que ha destinado incuantificables recursos para hacerse de un enorme arsenal para reprimir, se ha sembrado y alentado la violencia sin dar muestra alguna de disposición a escuchar, ni al liderazgo democrático al que descalifica como golpista ni a los manifestantes que expresan lo que la vasta mayoría del país reclama: medicinas, alimentos, elecciones íntegras, que se respete a su representación legislativa, que no haya presos políticos y, ahora, con urgencia, el cese de la represión. Eso hay que contarlo, una y otra vez.
La pérdida de garantías al espectro completo de los derechos de los venezolanos, tan detalladamente enunciados en la Constitución de 1999 como rasgo distintivo del régimen que se decía refundador de la democracia, es en efecto otra faceta de nuestra secuencia. La pérdida de derechos políticos se fue acelerando con la suspensión del referendo revocatorio, el desconocimiento de la Asamblea Nacional y la postergación de las elecciones regionales y locales. Ahora, con la convocatoria a una supuesta asamblea constituyente sin que medie un referendo consultivo y sobre bases comiciales inconstitucionales como las recién anunciadas, se completa la negación del voto directo y universal y, en esos términos, ni esa convocatoria inmediata a elecciones ni la de gobernadores en diciembre resuelven electoralmente la crisis venezolana; en cambio, reafirman la negación a reconocer el derecho de elegir un cambio a buen rumbo. Esto hay que repetirlo, dentro y fuera de Venezuela, una y otra vez.
elsacardozo@gmail.com

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