COLLAGE SOBRE RÓMULO BETANCOURT (XXXIV)
(Llegó la Dictadura: la Resistencia, el Exilio –X-)
Carlos Canache Mata
El año 1957 va a
ser el año final del régimen dictatorial encabezado por el general Marcos Pérez
Jiménez. Circunstancias acaecidas en el escenario internacional, la situación
económica y el desenlace político-electoral del problema de la sucesión
presidencial planteada para el próximo período constitucional, así lo van a
determinar.
Analicemos, a
vuelo de pájaro, la situación existente: a) En el contexto internacional, ya en junio de
1956 el dictador General Manuel Odría había permitido unas elecciones para que
se efectuara el cambio de gobierno, en las que triunfó Manuel Prado Ugarteche;
y en América ascendía una percepción menos propicia para los gobiernos
autoritarios. A este respecto, el historiador Ramón J. Velásquez dice: “A
medida que avanza 1957 el ambiente continental se hace más hostil a los planes
continuistas de Pérez iménez. El asesinato de Somoza a fines de 1956 y el de
Castillo Armas en 1957; el refugio de Perón en Caracas derrocado en 1955; el
derrocamiento del dictador colombiano Gustavo Rojas Pinilla; la ruptura de
relaciones con Chile y con Argentina son acontecimientos latinoamericanos que van
a estimular el estallido de la crisis nacional…” (1); b) Sobre la situación
económica, el gran economista brasileño Celso Furtado señaló que nuestro país,
no obstante que “su producto bruto por habitante se aproximó en 1956 a 800
dólares, es decir un nivel similar al promedio de los países industrializados
de Europa Occidental (atribuible a los ingresos provenientes de las actividades
petroleras, gracias al principio de reparto paritario de las ganancias entre el
gobierno y las compañías, implantado de facto por la Junta Revolucionaria de
Gobierno que presidió Rómulo Betancourt y se consagró en la ley de Reforma del
Impuesto sobre la Renta durante el Gobierno Constitucional de Gallegos,
ingresos que aumentaron con las concesiones petroleras de 1956, nota mía, de
CCM)…Sin embargo –continúa diciendo Furtado-, Venezuela presenta todas las
características estructurales de una economía subdesarrollada” (2). Durante los
10 años de la dictadura, la situación económico-social de las grandes mayorías
de la población se desmejoró y su precaria capacidad adquisitiva dificultó,
como lo expresa el economista Eduardo Mayobre, “la formación de un mercado
doméstico para las actividades agrícolas e industriales nacionales y la
formación de una clase trabajadora productiva” (3); c) En cuanto a la situación
política, y ante el anuncio del régimen fijando el 15 de diciembre como fecha
de realización de las elecciones previstas constitucionalmente para el año
1957, Rómulo Betancourt, en acto celebrado en su honor el 12 de enero en The
Carnegie International Center of New York, pronunció un discurso en el que
expuso: “Creemos que en este año de 1957
sea posible hallarle una solución pacífica, evolutiva, eleccionaria, a la
difícil coyuntura venezolana, que ha estado siempre en trance de estallar en
forma de violento sacudimiento colectivo. El gobierno de Venezuela ha anunciado
que en el curso de este año convocará a elecciones para la renovación de los
poderes públicos, para elegir Presidente de la República y Congreso. Frente a
ese anuncio, Acción Democrática ha definido una actitud positiva. Hemos dicho
que no estamos fomentando revoluciones y
creemos adecuado para Venezuela lo que ya sucedió en el Perú: la transición de
un régimen de fuerza a otro democrático por el camino normal de una consulta al
electorado. Esa consulta, como es obvio, no podrá realizarse regularmente, para
que surgiera de ella un gobierno asistido del consenso colectivo, sin la previa
existencia de un clima de libertades públicas” (4). En consecuencia, solicitaba
que el gobierno venezolano decretara una amnistía, liberara los presos
políticos, permitiera el retorno de los exiliados, facilitara el funcionamiento
de los partidos y eliminara las mordazas de la censura. En esa ocasión, hizo
también el anticipo de un futuro frente único democrático.
Entre el 26 de
enero y el 8 de febrero de 1957, Acción Democrática reunió en Puerto Rico la
“Conferencia de Exilados” para evaluar, además
de la situación partidista, el acontecer político venezolano y
continental, y, a tal efecto, los grupos de desterrados presentaron ponencias sobre varios temas. Se aprobó la “Ratificación de Principios
Teóricos y de Orientación Programática Normativos de Acción Democrática”, la
reorganización del CC (Comité Coordinador de las Actividades de Acción
Democrática en el Exterior) y su traslado a México. Muy importante fue la
decisión de introducir en Venezuela dirigentes y militantes para fortalecer la
organización partidista, al frente de la cual se encontraba José Francisco
“Quico” Sucre Figarella, quien ejerció la Secretaría General del CEN desde
septiembre de 1956 hasta el 3 de julio de 1957, fecha en que fue detenido. Otra
decisión de trascendencia histórica adoptada por esa Conferencia fue la
reiteración de la necesidad de formar un frente de los partidos de oposición
para la lucha por el rescate de la democracia. La historiadora Mirela Quero de
Trinca nos cuenta: “Otra de las resoluciones tomadas en la ‘Conferencia de
Exilados’ estaba relacionada con la urgencia de formar un bloque opositor con
los partidos políticos venezolanos, sacar un manifiesto conjunto y hacer
demostraciones públicas de unidad. En este sentido, una de las medidas ya
anteriormente tomadas, consistió en eliminar toda crítica a los otros partidos
y dar cabida a las opiniones de URD y Copei en la prensa partidista, como ‘…una
demostración tangible de la buena intención frentista’; como se evidencia en el
tradicional mensaje del 13 de septiembre en ocasión del aniversario del
Partido, donde además de analizar la situación venezolana y la cuestión
electoral, se anuncia a la militancia que los partidos políticos venezolanos,
AD, URD y COPEI, habían acordado evitar la discodia interpartidista y decidían
apoyar una candidatura única , ya fuera de miembro de partido o de un
independiente. Finalizaba el mensaje con las consignas de elecciones libres,
unión de las fuerzas opositoras, amnistía para los presos y retorno de los
exiliados” (5).
El primero de mayo
de 1957, Día del Trabajador, monseñor Rafael Arias Blanco, Arzobispo de
Caracas, emite una Carta Pastoral que es leída en las iglesias de todo el país
y publicada en el diario La Religión. Allí se condena la mala distribución del
ingreso en el país y, aunque se hace referencia a una producción per cápita de
unos 540 dólares (por debajo de los 800 dólares estimados líneas arriba por el eminente
economista Celso Furtado), también se afirma que es la primera de América
Latina y más alta que la de varias naciones desarrolladas. Dejemos que un
fragmento de la Pastoral nos lo diga: “Nuestro país se va enriqueciendo con
impresionante rapidez. Según un estudio económico de las Naciones Unidas, la
producción per cápita en Venezuela ha subido al índice de quinientos cuarenta
dólares, lo cual la sitúa de primera entre sus hermanas latinoamericanas y por
encima de naciones como Alemania, Holanda, Australia e Italia. Ahora bien,
nadie osará afirmar que esa riqueza se distribuye de manera que llegue a todos
los venezolanos, ya que una inmensa masa de nuestro pueblo está viviendo en
condiciones que no pueden calificarse de humanas” (6). Luego, la Pastoral sigue
mencionando el desempleo que “hunde a muchísimos venezolanos en la
desesperación”, los salarios “bajísimos”, el déficit de escuelas, la falta de
prestraciones familiares que permitan alcanzar un mayor bienestar, las
deficiencias en el funcionamiento de institutos y organismos creados para el mejoramiento y seguridad del trabajador,
la burla a la Ley del Trabajo y los instrumentos legales previstos para la
defensa de la clase obrera, y las injustas condiciones en que muchas veces se
efectúa el trabajo femenino. En fin, se podría afirmar que la Carta Pastoral es
un réquiem por una lamentable realidad sociológica vivida especialmente por los
trabajadores venezolanos,
En el próximo
Collage nos referiremos al viacrucis político.
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1-Ramón J.
Velásquez. “Proyección histórica de la obra de Rómulo Betancourt”. Betancourt
en la Historia de Venezuela del Siglo XX. Ediciones Centauro.
Caracas/Venezuela/1980. Pág. 53-54.
2-Eduardo Mayobre.
“Venezuela 1948-1958 La Dictadura Militar”. Fundación Rómulo Betancourt. 2013.
Pág. 53-54.
3-Eduardo Mayobre.
Obra citada. Pág. 46-47.
4-Eduardo Mayobre.
Obra citada. 163-164.
5-Mirela Quero de
Trinca. “Estudio Preliminar El Tercer Exilio de Rómulo Betancourt”. Antología
Política. Volumen Sexto 1953-1958. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas. 2004.
Pág. 578.
6-Eduardo Mayobre.
Obra citada. Pág. 176.
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