El reencuentro de Leopoldo López con la
libertad
Trino Márquez
El reencuentro de Leopoldo López con la libertad estuvo
rodeado del misterio, la sorpresa y la espectacularidad de las operaciones
planificadas con precisión milimétrica, con el fin de asestarles un golpe noble
a enemigos implacables e incansables. El
gobierno quedó desconcertado. Tanto, que Nicolás Maduro destituyó al ministro
de Relaciones Interiores, el siempre compañero de ruta Néstor Reverol. Esa fue
una acción sensacional y desconcertante, no importa lo que digan algunos
cretinos de cierta ‘oposición’, envenenados por el odio, dedicados destruir a nuestros
propios héroes y atacar las narraciones que exaltan el valor de quienes han
pagado con cárcel y exilio su lucha por recuperar la democracia.
López nunca
debió ir a la cárcel. El régimen instalado en 1999 se ensañó contra él. En
2008, cuando se perfilaba como ganador de las elecciones para la Alcaldía
Metropolitana, el cargo de elección popular más importante, luego del Presidente
de la República, Hugo Chávez decidió inhabilitarlo por trece años. El entonces
joven alcalde del municipio Chacao no podría aspirar a ningún cargo a través
del voto ciudadano. El comandante se libró, con una zancadilla, de un serio
competidor por un período bastante prolongado. En 2014, el método aplicado para
acabar con el líder de Voluntad Popular fue aún más drástico: lo acusaron de
ser el instigador y responsable fundamental de la violencia que acompañó ‘La
Salida’, el movimiento que desató fieros enfrentamientos callejeros contra el
régimen aquel año. Para demostrar que el discurso de López estaba cargado de
odio y era una invitación clara a la
violencia, el gobierno contrató los servicios de una reconocida lingüista, la
doctora Rosa Amelia Asuaje. En sus pesquisas, la doctora Asuaje no encontró
ninguna evidencia que incriminara a López. Así lo declaró en distintas
instancias en repetidas oportunidades. Sin
embargo, Maduro mantuvo la acusación.
Poco tiempo
después que López fuese sentenciado a casi catorce años de prisión, Franklin
Nieves, el fiscal designado por el Ministerio Público para llevar su causa, huyó
del país. Desde el exterior declaró que a lo largo del juicio había sido
presionado por el régimen para responsabilizar al exalcalde, que los testigos
habían sido comprados y que todo el juicio había sido una patraña urdida por
los jerarcas del régimen para decapitar la carrera política de López. Nieves pidió
perdón por haberse prestado a semejante maniobra. Su confesión no tuvo ninguna repercusión
legal. Ni la Fiscalía General ni el TSJ se dieron por enterados. El gobierno lo
tachó de traidor y agente de la ultraderecha. Nada original. López permaneció
aislado en un calabozo en Ramo Verde, la cárcel destinada a quienes son
acusados y encontrados responsables de rebelión militar.
En su
primera rueda de prensa en Madrid, López
demostró saber cuál es el papel que le corresponde: se desmarcó de cualquier
tipo de invasión extranjera a Venezuela; aspira a convertirse en un factor de cohesión de los líderes opositores que se
encuentran en el exterior, entre quienes existen deferencias notables de
criterios acerca de cómo encarar la situación nacional; trabajará por conseguir
el mayor apoyo internacional con el fin de lograr en el menor lapso posible unas
elecciones presidenciales libres, justas y verificables; y tratará de que las
relaciones entre los dirigentes que se hallan en el exterior y los líderes nacionales se sincronicen, de
modo que todas las acciones apunten en la misma dirección.
Estos retos no
son nada sencillos de satisfacer. Las diferencias de opiniones, concepciones
políticas y métodos de lucha entre los líderes en el exilio son abismales.
Acoplar el exterior con la fuerza doméstica tampoco resulta fácil. La oposición
interna se encuentra muy debilitada y dispersa. Además, la tozudez del régimen
es granítica. A Nicolás Maduro no le importa para nada que el país termine de
arruinarse Su único objetivo consiste en permanecer abrochado al poder. Cuenta
con aliados poderosos dentro y fuera de la nación. Rusia, China, Irán y Cuba le
proporcionan el respaldo que requiere en el tablero internacional. Los
militares, el inmenso aparato represivo que montó, los colectivos y los grupos
paramilitares, le suministran el apoyo suficiente para sembrar terror y conservar
el mando.
Leopoldo López
ha demostrado poseer una enorme sagacidad y sentido de la oportunidad. Se ha
escapado de dos de los sitios donde ha estado recluido. Conoce los obstáculos que
menciono y sabe que deben ser removidos cuanto antes, con la participación de numerosos
sectores, para evitar que el país siga rodando cuesta abajo.
Por ahora, hay que celebrar que otro dirigente
recuperó la libertad para sumarse a la dura batalla por reconquistar la
democracia en Venezuela. Bienvenido.
@trinomarquezc
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