Mariano de Alba: “La posibilidad de una salida de fuerza en Venezuela ha generado altísima reticencia en países más aliados”
La Gran Aldea
Como especialista en Derecho Internacional y Relaciones Internacionales, Mariano de Alba, le lleva el pulso a la crisis venezolana y al comportamiento de las demás naciones con respecto a esta situación. Por eso señala que si los países aliados sólo se limitan a hacer comunicados y declaraciones altisonantes, sin hacer el trabajo necesario por detrás, vamos a estar más lejos de una salida. Eso no quiere decir que la comunidad internacional deba ser la encargada de resolver los problemas de los venezolanos, pero sí debe actuar de la forma realista que permiten los canales diplomáticos. Aun así, cree que el liderazgo democrático tiene que hablarle claro al país y decirle al país de forma transparente “que la comunidad internacional no nos va a resolver el problema interno, ni tampoco va a reconstruirnos el país, que es un esfuerzo más titánico aún. Para eso dependemos de nosotros mismos”.
-¿Cuál es su balance de la jornada de esta semana en la Organización de los Estados Americanos (OEA)?
-Creo que el balance es muy tenue. La OEA ha venido perdiendo relevancia para discutir y buscar soluciones a la crisis venezolana, entre otras razones porque el régimen de Nicolás Maduro prefirió desconocer a la institución y retirarse, ya que sabía que no tendría ningún costo; y también porque después de varios años de aprobar resoluciones que no han tenido un impacto en la vida de los venezolanos, que se apruebe un documento más puede percibirse hasta chocante. Es la comprobación fáctica de que la organización no cuenta con las herramientas para abordar nuestra crisis.
-¿Que sigue ahora en esa instancia?
-No creo que sea realista hacerse expectativas. En las actuales circunstancias, lo que se puede esperar de la OEA es que continúe siendo un espacio de denuncia sobre lo que está sucediendo en Venezuela. Incluso, la resolución aprobada es bastante cautelosa, ya que no profundiza sobre las conclusiones de la Misión de Determinación de Hechos del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas y tampoco adelanta una posición sobre qué sucederá con la Asamblea Nacional y Juan Guaidó a partir de 5 de enero de 2021.
-Ya que menciona a la ONU, ¿cuál es su opinión sobre el discurso dado por el presidente Juan Guaidó en la reciente reunión anual de la organización?
-Creo que fue un esfuerzo valioso para retratar la realidad de Venezuela, sin embargo, hubo algunos errores en la ejecución. El primero fue tratar de vender la idea de que el discurso sería ante la Asamblea General de las Naciones Unidas, cuando todos sabemos que ahí la representación, lamentablemente, la tiene Nicolás Maduro. En segunda instancia, también se manejó mal el asunto de cuántos países estuvieron presentes, no se debió exagerar la cantidad de naciones conectadas a la alocución del presidente Guaidó. Eso en cuanto a las formas; en cuanto al fondo, el aspecto central fue invocar el principio de la Responsabilidad de Proteger, cosa que considero un acierto, porque es una realidad que el régimen venezolano no ha demostrado tener ninguna voluntad para atender la crisis que atravesamos; y eso tiene que llevar a la comunidad internacional a pensar más opciones para acercar una solución a lo que sucede en nuestro país.
-¿Se ha ejecutado alguna acción o coordinación entre países aliados para avanzar en el principio de Responsabilidad de Proteger solicitado por Juan Guaidó?
-Me parece que faltó un trabajo diplomático previo, porque se ha visto muy mal que Guaidó invocara la Responsabilidad de Proteger y luego la reacción internacional haya sido nula. Ese discurso no debió darse de forma improvisada y sin antes haber tenido conversaciones con las democracias del Hemisferio Occidental, para que después de la petición hubiera acciones contundentes, comunicados y señalamientos concretos sobre cómo avanzar en la aplicación de dicho principio que, para estar claros, involucra medidas diplomáticas, humanitarias y en último caso el posible uso de la fuerza, que no está siendo considerado por ningún país en este momento.
-¿Pero es viable la aplicación de la Responsabilidad de Proteger en Venezuela? No pareciera haber disposición en la región para acompañar esa iniciativa, así como tampoco la hubo para impulsar ninguna de las aristas del TIAR.
-Viable es, pero las medidas diplomáticas y humanitarias; es importante entender que la Responsabilidad de Proteger no es un camino que lleva inexorablemente al uso de la fuerza. Hay una gran cantidad de esfuerzos previos que debemos recorrer y agotar, antes de llegar a la instancia armada. Yo creo que la solicitud del presidente Guaidó es materializable si se ponen los acentos donde corresponde, y no en la exigencia de una operación militar, que ni los países más aliados están dispuestos a ejecutar.
-Hay presión del sector opositor más radical para que la solicitud de Responsabilidad de Proteger se vote en la plenaria de la Asamblea Nacional, ¿esto es necesario para su aplicación?
-Es falso y no estoy de acuerdo en que para promover la implementación de la Responsabilidad de Proteger haga falta que la Asamblea Nacional lo apruebe. Te lo digo de otra forma, la aplicación de este principio no depende de Guaidó, sino de los esfuerzos de promoción y coordinación que hagan los países interesados en que regrese la democracia a Venezuela. Guaidó no cuenta con el músculo internacional para adelantar esa gestión, recordemos que ni siquiera tiene un representante acreditado ante Naciones Unidas.
-¿Cómo podría darse esa coordinación que usted señala entre los países que apoyan la causa democrática en Venezuela?
-Lo que hubiese esperado de parte de los aliados, luego del discurso de Juan Guaidó, es que formarán un grupo para avanzar en función de la solicitud hecha por el Presidente interino; pero lo que de verdad está pasando, es que varios países utilizan el tema de Venezuela para beneficiarse en su política interna. También hay una falta de seriedad muy grave por parte de algunos voceros internacionales importantes, que usan la crisis nuestra como un asunto meramente retórico, el mejor ejemplo es la denuncia que hizo el presidente de Colombia, Iván Duque, sobre la adquisición de misiles iraníes por parte de Maduro y eso no pasó de ahí. La gravísima situación que padecemos no puede ser únicamente una cuestión que se debata en los micrófonos y en la prensa internacional. Si los países aliados sólo se limitan a hacer comunicados, ruedas de prensa y declaraciones altisonantes, sin hacer el trabajo necesario por detrás, vamos a estar más lejos de una salida. Los venezolanos no podemos pedir a la comunidad internacional que nos resuelvan la tragedia que pasamos, pero sí le podemos pedir que nos ayuden; y la forma realista que existe es a través de los canales diplomáticos que no se están utilizando plenamente, en ese sentido hace falta mucho trabajo por hacer.
-¿Cómo está viendo la comunidad internacional a la oposición en este momento?
-Definitivamente ven al liderazgo opositor muy fragmentado y hay algo más preocupante todavía: Una cantidad importante de países aliados que no entienden cuál es la estrategia de Guaidó y consideran que se ha vuelto sobre dependiente de la política exterior de Estados Unidos. Europa, sobre todo, no ve con agrado que la oposición sólo esté dispuesta a hacer acciones que la lleven al poder de forma inmediata. Yo sí creo que hacen falta dos pasos que no se están dando; uno es ponerse internamente de acuerdo sobre la estrategia para salir de la crisis, y el otro es lograr que la comunidad internacional se coordine lo mejor posible para empujar que la salida escogida se concrete. Lo que sí está muy claro es que mientras no haya unidad y una ruta conjunta, será más improbable que las naciones que apoyan a Venezuela sientan la obligación o el ímpetu para involucrarse más.
-¿Por qué en este momento no es realista pensar en una salida de fuerza en Venezuela?
-En este momento eso no es viable; pero no se puede descartar de plano, porque no se sabe qué va a pasar en Venezuela y nadie puede asegurar que en algún momento esa posibilidad no va a ser contemplada. Creo que lo correcto es trabajar para lograr una solución antes de que eso ocurra, pues ocasionaría un daño enorme a la población venezolana que ya ha sufrido en demasía. Pero la realidad es que la posibilidad de una salida de fuerza ha generado una altísima reticencia en los países más aliados: En Brasil, el sector militar es totalmente reacio a la idea; en Colombia, hay consenso político y militar sobre los riesgos que supondría una acción así; en Estados Unidos, el presidente Donald Trump se encontró con el desacuerdo no sólo de sus asesores en La Casa Blanca, sino con el rechazo del Pentágono. Hay que centrarse a trabajar en el ámbito de las opciones realistas y en este momento lo que más nos puede acercar al cambio es fundamentalmente la organización y coordinación de los factores internos. El mejor ejemplo de que en la región no hay voluntad para una intervención militar es el TIAR, donde se ha trascendido a las sanciones personales y mecanismos de cooperación financiera para detectar movimientos de dinero producto de la corrupción en Venezuela, del resto no se ha visto avance en más nada.
-¿Y por qué hay un sector de la oposición que se empeña en generar tantas expectativas al respecto?, ¿hay oportunismo político detrás de ese discurso?
-Es cierto que los venezolanos han hecho un esfuerzo incalculable por lograr un cambio político en el país, por eso llegan a la conclusión de que se ha hecho todo y no queda otra cosa que intentar sino esperar a que alguien nos resuelva desde afuera, pero eso es poco probable. Lamentablemente, durante algunos periodos, la dirigencia política opositora también ha tratado de sembrar esa posibilidad en la gente, cosa que hizo un daño terrible, porque creó falsas expectativas y por eso una parte importante de la población ha renunciado a los otros caminos y sólo confía en que una fuerza militar externa podría llegar a sacar a Maduro. En el año 2019 se trató de vender esa idea y como no se concretó, ahora estamos recogiendo las consecuencias de la frustración. Creo que el liderazgo democrático tiene que hablarle claro al país, hacer un mea culpa y demostrar propósito de enmienda. Deben decir de forma transparente, que la comunidad internacional no nos va a resolver el problema interno, ni tampoco va a reconstruirnos el país, que es un esfuerzo más titánico aún. Para eso dependemos de nosotros mismos.
-A escasas semanas de las elecciones presidenciales norteamericanas, ¿cómo ve la situación y qué puede esperar Venezuela?
-Yo creo que la elección está mucho más cerrada de lo que señalan los medios y las encuestas estadounidenses; sin embargo, el escenario que parece más probable es que Joe Biden sea el nuevo presidente. Dicho eso, todo parece indicar que la elección va a ser muy controversial, donde, incluso, podríamos tener un escenario de impugnación de la votación, por parte del candidato que pierda. Eso llevaría a la democracia norteamericana a sufrir mucho y a que haya inestabilidad interna, situación que tendría implicaciones internacionales muy importantes, puesto que minimizaría la posibilidad de que haya una política exterior efectiva y eso puede afectar a Venezuela.
-¿A la causa democrática venezolana le conviene más que gane Joe Biden o que Donald Trump sea reelecto?
-La democracia estadounidense es cada vez menos ejemplar y eso dificulta sus esfuerzos de promover libertades alrededor del mundo. Con respecto a Venezuela, pienso que en el corto plazo no habrá un cambio fundamental en la estrategia hacia Maduro, sin importar si gana Biden o si Trump continúa en el poder. Sin embargo, si es reelecto el segundo, veremos una continuación de lo hecho hasta ahora: Presión diplomática y económica hacia el régimen, para que haya un quiebre militar. Con Biden, creo que si bien no van a cambiar muchos las cosas y se va a mantener el reconocimiento a Guaidó, eventualmente sí pudiese haber disposición a usar el programa de sanciones sobre los jerarcas del régimen para que haya una negociación y se concreten garantías democráticas en nuestro país, incluyendo las electorales. Al mismo tiempo es posible que su gobierno busque formas menos agresivas, desde el punto de vista económico, para presionar al madurismo. Biden podría ser más pragmático y eso puede impulsar una coordinación internacional más efectiva con Europa, por ejemplo.
-¿Cuál es su opinión sobre Josep Borrell y qué puede esperar Venezuela de él y de la Unión Europea?
-Creo que el intento que encabezaron los europeos es un paso positivo, pero no calcularon que Maduro, en este momento, no tienes razones para negociar condiciones electorales o posponer las parlamentarias. Sin embargo, hemos visto muchos ataques, a mi manera de ver injustos, contra Josep Borrell, porque no es cierto que estaba actuando por su cuenta y, en efecto, sí conversó con los actores más representativos de la oposición, quienes le dieron luz verde para que buscara las condiciones mínimas que garantizaran unas parlamentarias justas. Que haya diputados ahora realizando acusaciones y haciéndose los no enterados, revela una falta de seriedad hacia los esfuerzos internacionales y eso debemos corregirlo.
-¿No cree que hay la percepción de que siempre se tropiezan con la misma piedra? El chavismo siempre los llama, promete cosas para generar divisiones en la oposición y luego, a última hora, cierra todas las puertas.
-Eso es cierto y efectivamente no es la primera vez que sucede esta manipulación, pero lo que trató de hacer Borrell contó con el aval de la Unión Europea y de la oposición venezolana. Hay que aceptar una realidad: Las herramientas con las que cuenta la comunidad internacional para acercarnos a la democracia son limitadas, y lo que hicieron los europeos fue utilizar las que tenían a mano. Ahora, luego de las elecciones fraudulentas del 6 de diciembre, ellos van a usar todo lo que pasó como argumento para tomar mayores medidas y sanciones personales, hay la voluntad política para eso, aunque sean insuficientes para lograr un cambio político en Venezuela.
-¿Cómo puede la oposición mermar el apoyo que mantiene Nicolás Maduro con países como Rusia, China, Turquía y Cuba?
-Yo no veo una gran voluntad de esos países de abandonar a Maduro ni promover la redemocratización de Venezuela, pero la oposición y los países aliados deben abrir y fortalecer la relación con estas naciones, escuchar cuál es su visión de lo que está ocurriendo y, en cierta medida, ser muy pragmáticos para lograr puntos de encuentro que permitan avanzar. Para esto hay que actuar con mucha seriedad, y evitar declaraciones altisonantes que causen un efecto contrario al deseado. Yo diría que el apoyo de China es bastante endeble, sobre todo por el rol que tuvo en materia de apoyo económico a Venezuela. Se dieron cuenta de que prestarle dinero a Maduro es una mala inversión. El acuerdo con Turquía también está basado en lo económico. Con Rusia, el contexto internacional no ayuda, porque el enfrentamiento que tienen con Estados Unidos hace que el objetivo fundamental de su política exterior es hacer ver que Norteamérica es más débil de lo que aparenta ser, y aprovecha la situación de Venezuela para tal fin.
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