miércoles, 14 de octubre de 2020

Nada de apertura, acuerdo o negociación a la vista



GONZALO GONZALEZ

EL NACIONAL 


Los venezolanos y la comunidad internacional democrática estamos en presencia de una realidad evidente y constatable, la dictadura chavista no tiene intención de abordar ni concretar una solución constitucional, democrática y pacífica a la crisis política. Sus recientes decisiones y acciones lejos de crear condiciones en esa dirección apuntan en sentido contrario. Estamos en presencia de una huida hacia adelante, de un ejercicio de intransigencia irresponsable ante la dramática situación del país.

La Ley Antibloqueo reflota la írrita constituyente y concede al gobierno poderes extraordinarios sine die acompañados de una opacidad y ausencia de controles para hacer y deshacer a discreción en todos los ámbitos que el oficialismo considere necesario. Esta ley es de hecho mas no de derecho la derogación de la Constitución vigente, es el tiro de gracia a una carta magna hace tiempo desconocida e inobservada por el chavismo. La constituyente roja no hizo una nueva Constitución pero la Ley Antibloqueo funcionará como tal. No abundo sobre los efectos y consecuencias negativos de la ley de marras porque hay profusa información al respecto proveniente de la Academia, de juristas, politólogos, economistas, ONG, opinadores varios, políticos democráticos e individualidades del chavismo, incluso de constituyentes que cuestionan la forma y el fondo tanto del proceso de elaboración y debate de ese instrumento legal.

Decidieron mantener a todo evento los comicios del 6 de diciembre a pesar de la pandemia, de la ausencia de condiciones políticas y legales para que ese proceso sea expresión genuina de la voluntad ciudadana, de las evidentes fallas y carencias técnicas y logísticas indispensables existentes en el CNE para realizar un proceso complejo como lo es el parlamentario y finalmente, negaron la solicitud hecha por la Unión Europea y sectores nacionales de postergar los comicios.

Respondieron de manera negacionista y descalificadora los señalamientos de diferentes organismos de la Organización de Naciones Unidas referentes a gravísimas y recurrentes violaciones de los derechos humanos cometidos por fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado.

El chavismo no es un movimiento político democrático, posee una acendrada y demostrada vocación dictatorial, cree que el poder –“absoluto e insuficiente”, como reza el epígrafe de La autobiografía de Fidel Castro (tomo II) escrita por Norberto Fuentes– debe ser para siempre, que el continuismo es lo procedente y que el poder debe mantenerse a todo evento. En consecuencia niega la alternabilidad y es reacio a cualquier negociación que suponga dejar, limitar o compartir el poder. La alianza del chavismo con sectores de la delincuencia organizada nacional e internacional es otro impedimento para que haya negociación y acuerdos positivos en función de los intereses del país.

Para el régimen, existen condiciones nacionales y foráneas susceptibles de contribuir a su esfuerzo denodado por imponer su continuismo.

Internamente apuesta a varios factores y situaciones: en la eficacia de sus recursos de control político y social (particularmente la FAN y la delincuencia organizada), en que la lucha de poder en el seno de las fuerzas democráticas impida la necesaria unidad y convergencia de las mismas, en que la presencia de la mesita en la nueva e írrita Asamblea Nacional sea una operación de maquillaje democrático aceptable para algunos sectores, y en una nueva ola migratoria que termine de vaciar de jóvenes y adultos jóvenes al país…

En el campo internacional, es probable que no busque revertir el rechazo de los Estados democráticos y organismos multilaterales pero sí enredarlos en un sinfín de gestiones y actos propiciadores de diálogos y entendimientos que le proporcionen tiempo al régimen para consolidarse (remember República Dominicana y Barbados). Para ello cuentan con cambios de gobierno en Bolivia y Ecuador (en ambos los candidatos de Evo y Correa puntean en las encuestas), en que una eventual victoria de Biden suponga un respiro en las sanciones y en la presión de Estados Unidos por el cambio político en Venezuela, en que la necesidad del apoyo de Podemos al PSOE en España y la acción del lobby chavista en el viejo continente reste fuerza a la posición de la Unión Europea que se ha ido endureciendo paulatinamente y finalmente en que la convergencia autoritaria internacional conformada por China, Rusia, Irán, Turquía, Cuba y satélites respectivos continúe apoyándolos.

No pretendo en lo absoluto, descartar para siempre las posibilidades de una negociación para salir de la crisis política, solo llamar la atención con relación a que esa fórmula no parece factible y viable en los tiempos que corren y llamar a la necesaria reflexión para no seguir vendiendo quimeras y ajustar la política de las fuerzas democráticas a esa realidad.


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