COLLAGE SOBRE RÓMULO BETANCOURT (XXXV) (Llegó la Dictadura: la Resistencia, el Exilio –XI-)
Carlos Canache Mata
En el mes de mayo de 1957 arreció en el exterior una
campaña para que se expulsara de territorio norteamericano a Rómulo Betancourt.
En la República Dominicana, la prensa del dictador Rafael Leonidas Trujillo
decía que Betancourt era un comunista al que no se le debía
permitir que residiera en territorio estadounidense. Como señala la
historiadora Mirela Quero de Trinca, Betancourt “para no ocasionar molestias al
Gobernador Luis Muñoz Marín, Betancourt se fue a California” (1).
El 2 de junio, se
celebra una entrevista en Nueva York entre Rómulo Gallegos, Rómulo Betancourt,
Gonzalo Barrios, Jóvito Villalba e Ignacio Luis Arcaya, en la que se acordó
formalizar un acuerdo de las fuerzas políticas venezolanas, incluyendo que se
le propusiera así a Copei - que no había perdido la legalidad-, frente a la
coyuntura electoral próxima a presentarse con motivo de la sucesión
presidencial. Allí se decidió que Jóvito Villalba redactase el documento
conjunto de los exiliados.
En el mes de
julio, Betancourt regresa a Puerto Rico, donde entonces residía. En el “Report
on Comunist Problems in Latin América”,
de fecha 21 de agosto, se refieren a Rómulo Betancourt como “el líder comunista
de toda Latinoamérica” (the comunist leader of all Latin América) (2). A mediados de octubre toma definitivamente la
decisión de marcharse de la isla para evitar ser interrogado por el Comité
Contra Actividades Antinorteamericanas, que se había creado por
iniciativa del senador Johnston, en una investigación que se realizaría en el
mes de noviembre. Sale de Puerto Rico, el 28 de octubre ya se ha mudado a Nueva
York. Desde allí, en carta, de fecha del 15 de noviembre, le escribe a Gonzalo
Barrios, donde le observa: “Esto de aquí –lo de la investigación del senador
Johnston- como que está sepultado bajo toneladas de tierra. Esto me tenía
preocupado desde hace meses, no por que pudiera salir algo contra mí, sino
porque me hubiera obligado a salir de esta área, ya que estaba descartado por
mí mismo la menor posibilidad de aceptar esa jurisdicción (3). Y un mes
después, en Memorándum para el Comité Coordinador de las Actividades de Acción
Democrática en el Exterior, de fecha 15 de diciembre, Betancourt informaba que
la UP había desde Washington trasmitido un cable, en el que se lee: “En cuanto
a la referencia que el senador Johston hizo del ex-Presidente venezolano Rómulo
Betancourt, calificándolo de ‘el cabecilla comunista de la América Latina’ las
autoridades norteamericanas de Washington recordaron que si tal cosa fuera
verdad a Betancourt jamás se le habría dado visación para venir a Estados
Unidos” (Antología Política. Volumen Sexto 1953-1958. Fundación Rómulo
Betancourt. Caracas. 2004. Pág. 638).
Meses antes,
el día 26 de julio, el Congreso había
fijado el 15 de diciembre para la elección del Presidente de la República para
el período 1958-1963, y, como anticipo de de la farsa plebiscitaria que ya se
tenía en mientes, en el segundo Considerando del Acuerdo respectivo, se decía
que “además de las normas constitucionales que determinan dicha elección debe
tomarse en cuenta la nueva realidad política y social creada en el país por la acción del
Régimen de Gobierno del Ideal Nacional”;
y el 4 de noviembre, Pérez Jiménez, en Mensaje Especial al Congreso, manifestó:
“…El Proyecto de Ley Electoral es la solución que el régimen propone para el
período constitucional que comienza en abril de 1958…El Proyecto contempla una
fórmula de universalidad, según la cual se expresará la opinión que se tenga
del actual régimen. Queremos que el mayor número de habitantes del país pueda
manifestar libremente lo que piensa de su gobierno, y, al efecto, se propone la
realización de un plebiscito mediante el cual se determinará si se está de
acuerdo con las ejecutorias del régimen y, por consiguiente, si se considera
que la persona que ha ejercido la Presidencia de la República en este período
debe ser reelegida” (4). El plebiscito violaba descaradamente el artículo 104
de la Constitución vigente, que la propia dictadura se había hecho aprobar por
su espuria Asamblea Nacional Constituyente de 1953. En el plebiscito votaban
los venezolanos y los extranjeros con dos años de residencia en el país;
“condición esta última en la que Betancourt veía la mano del ex-gobernante Juan
Domingo Perón, quien exiliado en Venezuela (había llegado, para quedarse, el 9
de agosto de 1956: nota de CCM) asesoraba a Pérez Jiménez” (5).
Rómulo Betanourt
había previsto que, si estando en Nueva York era citado por el mentado Comité
Contra Actividades Antinorteamericanas, no atendería la cita, y se iría a
Montevideo, Uruguay, donde la Universidad lo había invitado a dictar
conferencias sobre “El Mercado Común Europeo y sus repercusiones económicas y
políticas en América Latina”, invitación que había aceptado con la advertencia de que, si por alguna
circunstancia, tuviese que trasladarse a Venezuela, el compromiso no se
cumpliría, que fue lo que terminó ocurriendo a causa de la convocatoria del
plebiscito.
El plebiscito para la elección del Presidente de la República y Diputados al Congreso
Nacional, como estaba previsto en la Ley Electoral, que habían redactado
Laureano Vallenilla Lanz (h) y Rafael Pinzón y fue aprobada por el Congreso
Nacional en las sesiones extraordinarias de noviembre por el período 58-63, se realizó el 15 de diciembre de 1957. No
hubo Registro Electoral, el único requisito que se exigía era el de presentar
cualquier documento de identificación: cédula, título profesional, etc. Al
votante se le entregaba una tarjeta azul, para la expresión afirmativa, y una
tarjeta roja, para expresar la negativa, pero fue seis días después, el 21 de
diciembre, cuando en la sede del Consejo Electoral se dió lectura al acta de
escrutinios conforme a la cual el total de votos emitidos fue de 2.924.985, de
los cuales 186.013 fueron nulos, 2.374.790 fueron azules afirmativos, y 364.182
fueron rojos negativos. En seguida, el Presidente del Consejo Electoral proclamó electo al General de División Marcos
Pérez Jiménez como Presidente de la República para el período constitucional
1958-1963, y el Secretario leyó la nómina de Diputados propuesta para el
Congreso por el mismo período y se ordenó la expedición de las credenciales
correspondientes. Dos horas después, a las 11
de la mañana, el Consejo Electoral
en pleno se trasladó al Palacio de Miraflores, para hacer la participación al Presidente de
la República.
Comenta Mirela
Quero de Trinca: “…En el exilio, Betancourt buscaba solidaridad en varios
gobiernos y cancillerías americanas para presentar el caso en la OEA, argumentando
que el plebiscito desafiaba al Sistema Jurídico Interamericano. Finalizaba
esperanzado: ‘Está próximo el final del drama y no vacilo
en afirmar que en los primeros meses de1958 ya Venezuela será un país regido
por normas democráticas de gobierno y de administración’ “(6).
La Junta
Patriótica se había formado el 11 de junio de ese año de 1957, que finalmente
estuvo integrada por URD, PCV, COPEI y AD. Como acertadamente precisa la
historiadora Quintero de Trinca: “Ante el anuncio del plebiscito, la Junta
Patriótica respondió llamando a la abstención, lo que unido a las
manifestaciones estudiantiles, a emisiones de radios clandestinas y a sucesivos
manifiestos dirigidos al Congreso Nacional, a las mujeres, a las Fuerzas
Armadas, a los intelectuales y a los profesionales, formó una matriz de activa
oposición al régimen” (7).
Consumado el
bonapartista plebiscito del 15 de diciembre, creció el descontento popular,
inclusive en los sectores económicos, que reclamaban el impago de las deudas, y
había malestar en las Fuerzas Armadas. En relación a este último aspecto,
Manuel Felipe Sierra, después de referirse a la recepción de fin de año
celebrada el 31 de diciembre en el Palacio de Miraflores, añade lo siguiente:
“…No obstante, la noche anterior, el Ministro de la Defensa, general Oscar
Mazzei Carta, recibe a un oficial de las Fuerzas Aéreas que denuncia un plan
subversivo dirigido por un militar de nombre ‘Hugo’. El único oficial con
medios suficientes para intentar una acción de ese tipo es el general Hugo
Fuentes. El oficial es detenido. Pérez Jiménez añade al coronel José María
Castro León en la lista de sospechosos. Conocido como ‘El Cabito’, Castro León
promovió reuniones conspirativas en La Victoria y en Maracay antes de la caída
de Gallegos en 1948” (8). La situación militar, era, evidentemente, crítica.
Estábamos a las
puertas del estallido del 1° de enero de 1958
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1-Mirela Quero de
Trinca. Estudio Preliminar. El Tercer Exilio de Rómulo Betancourt. Asntología
Política. Volumen Sexto 1953-1958. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas. 2004.
Pág. 579.
2-Obra citada.
Pág. 768.
3-Rómulo
Betancourt. Carta a Gonzalo Barrios. Antología Política. Volumen Sexto
1953-1858. Fundación Rómulo Betancourt. Caracas. 2004. Pág. 634.
4-Historia Gráfica
de Venezuela. Compilación de José Rivas Rivas. El Gobierno de Pérez Jiménez
(segunda parte). Centro Editor. Caracas. 1963. Pág. 94-95.
5-Mirela Quero de
Trinca. Obra citada. Pág. 581.
6-Mirela Quero de
Trinca. Obra citada. Pág. 581.
7-Mirela Quero de
Trinca. Obra citada. Pág. 582.
8-Manuel Felipe
Sierra. “Marcos Pérez Jiménez”. Biblioteca Biográfica Venezolana. C.A. Editora
El Nacional. 2009. Pág. 80-81.
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