EL CORAZON DE PETROGRADO Y EL DE VENEZUELA
Julio Castillo Sagarzazu
El 3 de marzo de 1918, León Trotsky, por encargo del entonces bisoño gobierno soviético, encabezado por Lenin, firmo la paz de Brest-Litovsk. En palabras de este último, fue “un abismo de derrota, desmembramiento, esclavitud y humillación”, pero no tenían otra opción ya “los cañones alemanes apuntaban al corazón de Petrogrado”. Con esta firma, entregaban casi tres millones de kilómetros cuadrados, cerca de 55 millones de habitantes y enormes reservas de carbón, hierro y petróleo.
Lo más humillante es que la firma de este tratado no fue con los vencedores de la guerra, sino con los perdedores. Todas las maniobras para ganar tiempo esperando la derrota definitiva del imperio alemán por parte de los aliados o el soñado levantamiento del Soviet de Berlín, no surtieron efecto. La maquinaria de guerra rusa esta desvencijada y la población ya no aguantaba más.
Los aliados ganadores tomaron sus previsiones, los franceses desembarcaron en Odessa y los británicos se desplegaron en Múrmansk y hasta los japoneses se apostaron en el oriente soviético, justamente para impedir que los alemanes llegaran a Petrogrado aprovechando la debilidad rusa.
Este tratado obviamente fue desconocido por todas las potencias vencedoras, después de la firma del Tratado de Versalles. Era la oportunidad de apuntar entonces al corazón del comunismo que ya era una amenaza para sus interese en Europa. Sin embargo, no lo hicieron.
En la Segunda Guerra Mundial, el General Eisenhower, le quito la gasolina a su curruña, el también general George Patton, para evitar que llegara primero que los rusos a Berlín, pues sabía que su intención era “seguir luego a Moscú”
Es legítimo entonces pregfuntarnos ¿Y todas estas alianzas aparentemente contra natura, de dónde vienen? ¿Por qué se hacen? La respuesta es muy sencilla: Son cosas de la geopolítica. En efecto, así como “el corazón tiene razones que la razón no comprende” (expresión nada menos que de Pascal) la geopolítica tiene las suyas que a veces la política sola no comprende.
Una nueva pregunta: ¿Y esto por qué? ¿De dónde viene este pragmatismo casi cínico? La respuesta la tiene un diplomático inglés, Lord Palmestton, que decía: “Inglaterra no tiene amigos permanentes, ni enemigos permanentes, tiene intereses permanentes” Es la cruda verdad: Los países no tienen amigos, tienen intereses.
¿Y esto como se come hoy en Venezuela? Pues se come así: Hoy día Venezuela es una pieza importante del ajedrez geopolítico mundial. Chávez nos metió en ese tablero con sus amistades peligrosas; con la llegada a Venezuela de Hezbollah; con su reconocimiento de la guerrilla colombiana con lazos evidentes con el narcotráfico; con el desembarco de más de 30 mil cubanos, no por Machurucuto, sino por la rampa 4 de Maiquetía y ahora, con la dispersión del dinero opaco de Venezuela por el mundo; por la dejación de soberanía en las fronteras y por la profunda crisis que nuestra diáspora ha generado en los países del continente, desde el Rio Grande hasta la Patagonia.
Hay analistas que dicen que Venezuela ya no es una prioridad; que nuestros problemas no le interesan a nadie. Esto es solo parcialmente cierto. Nuestros problemas ciertamente interesan a muy pocos. Pero los países se interesan por los problemas de otros cuando les causan problemas a ellos. Un vecino puede desbaratar su casa y es su problema, pero si lo hace con un estruendo y de madrugada, ya es mi problema y eso es lo que está haciendo Maduro con Venezuela, con el vecindario y con el mundo: Causando problemas.
Es por esa razón que Venezuela sigue estando en la agenda internacional, porque somos un grave problema geopolítico. En la cumbre del G7, fuimos nombrados. La presidenta de la Comisión Europea, el presidente del Consejo Europeo y el Secretario de Estado Norteamericano, “siguen de cerca” el proceso que lleve a unas elecciones libres y justas”; el barco iraní cargado con lanchas misilisticas parece que se desvió de repente; los noruegos insistirán en una tercera ronda de negociaciones con la aprobación de la UE, los Estados Unidos y Canadá; se convoca una reunión que recauda más de 1.500 millones de dólares para los desplazados venezolanos y Borrel se reúne con Arreaza. Todo esto ocurrió, nada más, que la última semana.
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Esa es la razón por la cual nuestra crisis no se puede entender en clave nacional solamente. Los análisis que se hacen fundados en las fuerzas de la oposición y las del régimen, siempre serán parciales. La discusión sobre si se negocia o no se negocia con Maduro, es absolutamente intrascendente. Con Maduro están negociando desde hace tiempo, por diversas vías y lo seguirán haciendo, con nosotros, sin nosotros o contra nosotros. Él tiene interés en hacerlo, se equivocan quienes dicen que por tener la fuerza armada de su lado no lo tiene. Está en minoría nacional, rodeado de escorpiones; sin el dinero de antes. Claro que quiere negociar, obviamente que en sus mejores condiciones. Para él, y para todo el que negocia, eso es lo lógico.
Lo que las fuerzas democráticas deben hacer es mantener una postura firme, unitaria y clara para que de esas negociaciones salgan elementos que nos permitan avanzar para el rescate de la democracia.
Hay que entender también que el termino “negociación” implica que todas las partes pondrán sobre la mesa sus aspiraciones y que normalmente resultara algo que “convenga” y no necesariamente que satisfaga a todos. Ya veremos. Tengamos la posición inteligente de Churchill quien nunca se opuso a negociar con Hitler, de hecho, el mismo estuvo a punto de encontrarse directamente con él. Lo que Churchill criticó y con justa razón, fue el vergonzoso Tratado de Múnich. Eso es lo que debemos evitar.
Hay una oportunidad abierta, no quiere decir que ganemos la apuesta. Nadie lo ha dicho, pero lo repetimos, si no participamos activamente en la búsqueda de una negociación política, lo harán otros por nosotros. Recordemos que las viejas democracias están acostumbradas a negociar con dictadores, con delincuentes y con quien tengan que hacerlo si les conviene.
Los cañones apuntan al corazón de Venezuela. Hay una oportunidad para entendernos entre nosotros para enfrentar a la dictadura y seguir avanzando. No es inteligente desperdiciarla.
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