Piensa lejos, mira cerca, actúa rápido, escribe pronto.
LEANDRO AREA P.
Ninguna idea parece haber quedado en pie; ningún
concepto. Este cataclismo, -que ocurre, que nos ocurre-, y que en verdad la pandemia
del Covid-19 ha ayudado a acelerar, no solo concierne a los que pretenden el
monopolio del pensamiento o de la vacuna, sino que nos invade a todos, a cualquiera,
- con el perdón de la expresión-, como negocio o como desdicha, sin distingo de
dónde ni de qué condición. Piensa lejos, mira cerca.
La arquitectura sobre la que la civilización se
sostiene a traspiés, ese armatoste venido a menos, se resbala sobre sí mismo y trastabilla
con nosotros adentro. Espacio y tiempo añadidos a la voraz licuadora del vacío.
El mundo en busca de muletas. Las respuestas no existen. Los lobos aúllan
confiados y esperan. Actúa rápido, escribe pronto.
Mientras, las exigencias del presente marcan la
pauta de la relación esperanza y urgencia; el ahora, el ya, el inmediatamente,
prevalecen ante las eminencias de la angustia. Sobrevivir egoísta, vivir el relámpago,
satisfacer las miserias, la mueca del qué importa sobre el entusiasmo, la
compasión o el sacrificio. Vida hecha pedazos, a gusto de los que gobiernan la
relación apetito-escasez.
La política, toda iglesia posible es política,
es un barco al revés dentro del cual nos guarecemos incrédulos cada vez a mayor
desazón y desconfianza, mirándonos oblicuamente, respirando lo que queda; cada
quien en busca de propio salvavidas propio; a propósito.
Hay otro nivel de percepción de la realidad y es
que al mismo tiempo que pareciera que todo cambiara, todo permanece; es la vida
que sigue su curso previsible. El imperio de las repeticiones. A menos que
exista una calamidad natural o social que nos saque del mismísimo siempre.
Porque hay personas y sociedades concretas que
asumen su zozobra como algo natural.
Que padecen de esas adversidades de manera crónica,
y cuyas causas son fundamentalmente políticas, sociales y económicas, que se
reflejan en el ejercicio disminuido de la libertad y en la carestía de la
posibilidad de satisfacer necesidades básicas; que se acostumbran o doman.
Y cuánta realidad puede soportar el individuo
sin desear escapar de ella, sin rebelarse. Es más: y cuánta libertad es capaz de regalar ese
individuo o la sociedad a cambio de seguridad. La vieja pregunta repetida: democracia
o dictadura, ¿seguirá vigente? No será que el exiguo menú que se ofrece obliga
a escoger a la clientela humana entre populismos y totalitarismos. Calle ciega
a la vista.
Pareciera ser tiempo de los clientelismos o de
los regímenes antes subidos a la fuerza, que ahora logran hacerse del poder a
través de los votos que ofrece la disminuida “democracia burguesa”, con una
población descreída, sumisa, indiferente, egoísta, harta pero mansa, jalada por
las greñas de sus penurias constantes.
Y usted que tanto escribe, me dirán, a todas
estas qué nos propone: señalaría que la militancia subjetiva, lo cual no es
poco frente a la indiferencia y los egoísmos que carcomen el sentido (en) común
de la política. Piensa lejos, mira cerca, actúa rápido, escribe pronto. No te
dejes vencer por las pandemias. Vacuna para todos.
Leandro Area Pereira
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