jueves, 22 de septiembre de 2011


POLÍTICAMENTE CORRECTOS
Axel Capriles
Cuando en los inicios de su ascenso al poder Hugo Chávez prometió freír las cabezas de los adecos en aceite o juró sobre la moribunda Constitución, la ortodoxia política consideró esas expresiones “políticamente incorrectas”. Nadie llama abiertamente al rencor y al fanatismo ni reniega de la Carta Magna que lo inviste de poder. Dichas alocuciones, sin embargo, agradaron sobremanera a grandes sectores de la población y le ganaron al Presidente el fervor popular. Produjeron más aceptación que rechazo. Decir lo incorrecto pareció, entonces, correcto. Las frases impactaban emocionalmente porque, aunque nada diplomáticas, la gente las sentía sinceras, expresaban lo que muchas personas guardaban en su interior pero no se atrevían a decir en público. Independientemente de sus implicaciones éticas o legalidad, los exabruptos implicaban el compromiso con una forma de ver el mundo.
Los líderes de la oposición venezolana pecan por lo contrario. Son extremadamente cuidadosos en decir sólo lo “políticamente correcto”. Este término se usa para designar un lenguaje maquillado que busca, a toda costa, minimizar la confrontación, seguir la ortodoxia política o cultural y evitar todo aquello que pueda ofender o ser rechazado por ciertos sectores de la sociedad. Implica la preocupación extrema por agradar, posiciones acríticas que esquivan las aguas turbulentas. Vemos así al glosario de la oposición repleto de palabras como unión, inclusión, colaboración, amor, todo aquello con lo que todos están de acuerdo. Nadie habla, sin embargo, de asuntos espinosos pero fundamentales para la transformación de la sociedad venezolana como es el problema del monopolio estatal sobre el petróleo. El lenguaje “políticamente correcto” de la oposición deja fuera del debate público los temas esenciales para convocar el cambio. Es una oratoria de lugares comunes adaptados a la consciencia colectiva impuesta por el chavismo. Es un lenguaje cuidadoso y protegido que permanece en lo superficial para conformarse al orden establecido. 

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