"Invertiremos la cultura del conformismo y la dependencia"
"Aquí prevalece la visión dominante del Estado hacia el ciudadano estimulada por el Gobierno" "Les decimos a los venezolanos que no les vamos a quitar nada sino a darles mucho más "
Ricardo Villasmil sostiene la necesidad de ensamblar las políticas económicas con las sociales a través de la cooperación Estado, sociedad civil y sector privado ENIO PERDOMO
ROBERTO GIUSTI , RICARDO VILLASMIL , COORDINADOR DEL PROGRAMA DE CAPRILES | EL UNIVERSAL
domingo 22 de abril de 2012
Ricardo Villasmil puede ser la antítesis del típico Iesa-boy, con su franela manga corta, sus pantalones tipo paracaidista y el casco sobre el escritorio. Pero este motorizado caraqueño es Coordinador del Programa de Gobierno de Henrique Capriles, tarea que asume con sobrados méritos académicos. Ingeniero Agrónomo de la UCV, exhibe dos maestrías en administración e historia, así como un doctorado en economía.
-¿Cómo resolverían ustedes el dilema entre mercado y Estado, ante la necesidad de darle contenido social a un Gobierno de Capriles?
-Ese el tema del progresismo y la falsa dicotomía entre una política social y una económica. Algunos se pronuncian por la primera, otros por la segunda porque, advierten, la mejor política social es la económica. Y se enfrascan en una discusión estéril.
-No es estéril si se tiene claro cómo proceder.
-Una buena política social se focaliza en la prevención. La pregunta es cómo hago para evitar que alguien caiga en la pobreza, no cómo atiendo a quien ya es pobre. Ese es un problema de solidaridad que no se puede descuidar, pero lo otro es fundamental. De allí el énfasis de la candidatura en materia de educación y atención materno infantil. En este momento el país vive graves problemas de desnutrición. Así, el Gobernador de Aragua dice que es natural la alta tasa de mortalidad de recién nacidos porque las madres llegan al hospital desnutridas.
-Un problema básico en un país con presupuestos mil millonarios.
-Los primeros años de vida, incluyendo el período de gestación, son claves para la formación del ser humano. Lo que dejes de hacer en ese período no lo puedes compensar luego. Tú no puedes esperar que un individuo muera o quede con taras por las carencias de esos primero años. Muestra evidente del fracaso rotundo de las política sociales del Gobierno. Si prestas una buena atención materna infantil, te concentras en la familia, en su calidad de vida y ofreces un sistema educativo incluyente y de calidad, tendrás un individuo capacitado. Es función esencial del estado garantizar que eso sea así.
-¿Únicamente del estado?
-No necesariamente y ahí nos topamos con la noción ecléctica del progresismo. Si eso se puede hacer en asociaciones con el sector privado, ONGs o la descentralización, perfecto. Lo importante, como decía Deng Xiao Ping, es que el gato cace ratones. Pero eso no es suficiente porque un individuo capacitado necesita hacer uso productivo de esas capacidades. Y si pones el énfasis en la política social, descuidas la económica. El resultado es una población capacitada pero que no puede ejercer esas capacidades. Es el caso de Alemania Oriental y de Cuba, de donde la gente se va en busca de mejores oportunidades.
-¿Reconoces las bondades de la educación en Cuba y Alemania Oriental?
-No podemos reinventar la historia pero sí aprender de ella. Cuba fue ejemplo en salud preventiva y de atención familiar durante muchos años. Tomemos las experiencias positivas y evitemos que la gente se vaya en una balsa o brinque un muro en busca de mejores oportunidades. La idea es combinar ambas cosas y eso es progresismo. El sector público trabajando en la formación de capacidades y creando las condiciones para que el sector privado invierta, genere empleos de calidad y pague impuestos. Así se crea un círculo virtuoso porque con esos ingresos el estado crea infraestructura y desarrolla políticas sociales.
-¿No se parece eso a la vieja noción socialdemócrata del Estado del bienestar?
-No necesariamente. El Estado del bienestar también vive una crisis en Europa a consecuencia de los incentivos que genera y de la excesiva carga fiscal. Pongamos, por ejemplo, un Gobierno que se estrena en un país afectado por una situación de pobreza. Una solución sería tomar todos los recursos para auxiliar a los necesitados. Pero si haces eso seguirás creando pobres porque no pones el acento en la prevención de la pobreza. No sólo debes mirar al adulto o al adulto mayor, sino, también, evitar que el niño llegue a esa situación.
-¿No castra el Estado protector las potencialidades del venezolano?
-Totalmente. Muchas veces no se trata de algo intencionado sino de que lo urgente nos hace perder el foco de la noción de progreso por concentrarnos en la manutención. No se trata de darle sólo un piso a la gente, sino un trampolín para superar su situación.
-El concepto de sociedad civil trasciende al Estado promotor y convierte a aquella en co-protagonista de las políticas públicas. Hay muestras de ese tipo de democracia participativa , incluso impulsadas por Capriles. ¿Cómo asumir esa experiencia desde el Gobierno central?
-Haber sido alcalde y gobernador te hace comprender la necesidad de la corresponsabilidad en los distintos niveles de Gobierno. Pero también de la corresponsabilidad del sector privado y de la sociedad civil. Un Jefe de Estado no sólo es un Jefe de Gobierno. Hay que verlo como un orquestador de soluciones integrales para el país, entendiendo que requerimos la participación de todos. La cooperación entre lo público y lo privado implica que cada quien ocupe un espacio y tenga una función determinada.
-¿Cómo se distribuyen esas funciones?
-En béisbol la jugada clásica de cooperación es el doble play. Dos actores se coordinan, cada quien desde su espacio, para obtener un resultado. Si uno trata de hacer lo que le corresponde al otro, se confunden y nadie va a la pelota. Lo importante es tener clara la responsabilidad de cada uno para lograr la armonía y sacar el doble play.
-Es decir ser laxo con los ricos.
-En Venezuela siempre ha habido una rivalidad entre ambos sectores. "Este lo que quiere es ganar plata, explotarnos", se dice de una parte. "Este me quiere quitar lo que gano", se aduce desde el otro. Lo mismo ocurre entre empresa y trabajadores. Pero la concepción de la sociedad como un todo nos indica cómo es más lo que nos une que lo que nos separa.
-¿No son insalvables las diferencias entre patronos y trabajadores?
-Las rivalidades son naturales y existirán siempre pero eso no implica la imposibilidad de acordarse. Hay que manejar eso de manera que se imponga la cooperación. Ahí está el caso alemán donde tienes un Estado fuerte y un sector privado fuerte. Así mismo hay sindicatos fuertes y estos entienden que, para que les vaya bien, a la empresa debe irle bien. En Venezuela aún no tenemos esa comprensión. Mucha gente piensa que si a la empresa le va mal, a ellos les va bien. O al revés. La empresa piensa que le puede ir bien si al trabajador le va mal. Eso es imposible.
-Para lograr la armonía que propones entre factores enfrentados se debe erradicar la polarización y liquidar la estructura clientelar de las misiones. Pero en este último caso Capriles propone oficializar las misiones.
-¿Cómo resolverían ustedes el dilema entre mercado y Estado, ante la necesidad de darle contenido social a un Gobierno de Capriles?
-Ese el tema del progresismo y la falsa dicotomía entre una política social y una económica. Algunos se pronuncian por la primera, otros por la segunda porque, advierten, la mejor política social es la económica. Y se enfrascan en una discusión estéril.
-No es estéril si se tiene claro cómo proceder.
-Una buena política social se focaliza en la prevención. La pregunta es cómo hago para evitar que alguien caiga en la pobreza, no cómo atiendo a quien ya es pobre. Ese es un problema de solidaridad que no se puede descuidar, pero lo otro es fundamental. De allí el énfasis de la candidatura en materia de educación y atención materno infantil. En este momento el país vive graves problemas de desnutrición. Así, el Gobernador de Aragua dice que es natural la alta tasa de mortalidad de recién nacidos porque las madres llegan al hospital desnutridas.
-Un problema básico en un país con presupuestos mil millonarios.
-Los primeros años de vida, incluyendo el período de gestación, son claves para la formación del ser humano. Lo que dejes de hacer en ese período no lo puedes compensar luego. Tú no puedes esperar que un individuo muera o quede con taras por las carencias de esos primero años. Muestra evidente del fracaso rotundo de las política sociales del Gobierno. Si prestas una buena atención materna infantil, te concentras en la familia, en su calidad de vida y ofreces un sistema educativo incluyente y de calidad, tendrás un individuo capacitado. Es función esencial del estado garantizar que eso sea así.
-¿Únicamente del estado?
-No necesariamente y ahí nos topamos con la noción ecléctica del progresismo. Si eso se puede hacer en asociaciones con el sector privado, ONGs o la descentralización, perfecto. Lo importante, como decía Deng Xiao Ping, es que el gato cace ratones. Pero eso no es suficiente porque un individuo capacitado necesita hacer uso productivo de esas capacidades. Y si pones el énfasis en la política social, descuidas la económica. El resultado es una población capacitada pero que no puede ejercer esas capacidades. Es el caso de Alemania Oriental y de Cuba, de donde la gente se va en busca de mejores oportunidades.
-¿Reconoces las bondades de la educación en Cuba y Alemania Oriental?
-No podemos reinventar la historia pero sí aprender de ella. Cuba fue ejemplo en salud preventiva y de atención familiar durante muchos años. Tomemos las experiencias positivas y evitemos que la gente se vaya en una balsa o brinque un muro en busca de mejores oportunidades. La idea es combinar ambas cosas y eso es progresismo. El sector público trabajando en la formación de capacidades y creando las condiciones para que el sector privado invierta, genere empleos de calidad y pague impuestos. Así se crea un círculo virtuoso porque con esos ingresos el estado crea infraestructura y desarrolla políticas sociales.
-¿No se parece eso a la vieja noción socialdemócrata del Estado del bienestar?
-No necesariamente. El Estado del bienestar también vive una crisis en Europa a consecuencia de los incentivos que genera y de la excesiva carga fiscal. Pongamos, por ejemplo, un Gobierno que se estrena en un país afectado por una situación de pobreza. Una solución sería tomar todos los recursos para auxiliar a los necesitados. Pero si haces eso seguirás creando pobres porque no pones el acento en la prevención de la pobreza. No sólo debes mirar al adulto o al adulto mayor, sino, también, evitar que el niño llegue a esa situación.
-¿No castra el Estado protector las potencialidades del venezolano?
-Totalmente. Muchas veces no se trata de algo intencionado sino de que lo urgente nos hace perder el foco de la noción de progreso por concentrarnos en la manutención. No se trata de darle sólo un piso a la gente, sino un trampolín para superar su situación.
-El concepto de sociedad civil trasciende al Estado promotor y convierte a aquella en co-protagonista de las políticas públicas. Hay muestras de ese tipo de democracia participativa , incluso impulsadas por Capriles. ¿Cómo asumir esa experiencia desde el Gobierno central?
-Haber sido alcalde y gobernador te hace comprender la necesidad de la corresponsabilidad en los distintos niveles de Gobierno. Pero también de la corresponsabilidad del sector privado y de la sociedad civil. Un Jefe de Estado no sólo es un Jefe de Gobierno. Hay que verlo como un orquestador de soluciones integrales para el país, entendiendo que requerimos la participación de todos. La cooperación entre lo público y lo privado implica que cada quien ocupe un espacio y tenga una función determinada.
-¿Cómo se distribuyen esas funciones?
-En béisbol la jugada clásica de cooperación es el doble play. Dos actores se coordinan, cada quien desde su espacio, para obtener un resultado. Si uno trata de hacer lo que le corresponde al otro, se confunden y nadie va a la pelota. Lo importante es tener clara la responsabilidad de cada uno para lograr la armonía y sacar el doble play.
-Es decir ser laxo con los ricos.
-En Venezuela siempre ha habido una rivalidad entre ambos sectores. "Este lo que quiere es ganar plata, explotarnos", se dice de una parte. "Este me quiere quitar lo que gano", se aduce desde el otro. Lo mismo ocurre entre empresa y trabajadores. Pero la concepción de la sociedad como un todo nos indica cómo es más lo que nos une que lo que nos separa.
-¿No son insalvables las diferencias entre patronos y trabajadores?
-Las rivalidades son naturales y existirán siempre pero eso no implica la imposibilidad de acordarse. Hay que manejar eso de manera que se imponga la cooperación. Ahí está el caso alemán donde tienes un Estado fuerte y un sector privado fuerte. Así mismo hay sindicatos fuertes y estos entienden que, para que les vaya bien, a la empresa debe irle bien. En Venezuela aún no tenemos esa comprensión. Mucha gente piensa que si a la empresa le va mal, a ellos les va bien. O al revés. La empresa piensa que le puede ir bien si al trabajador le va mal. Eso es imposible.
-Para lograr la armonía que propones entre factores enfrentados se debe erradicar la polarización y liquidar la estructura clientelar de las misiones. Pero en este último caso Capriles propone oficializar las misiones.
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