ENRIQUE VILORIA VERA
Lo importante no es lo que se come, sino cómo se come.
Epicteto
Como resultado de la
brutal guerra económica que el IMPERIO libra sin piedad y cotidianamente contra
este país soberano, castro-madurista, ex chavista, revolucionario, anti
sionista, rojo-rojito, y admirador del Putin y del sanguinario médico argentino
de apellido Guevara, he decidido que - para evitar el innecesario canal
humanitario propuesto por los crecientes enemigos de nuestra muy justa y humana
revolución-, y paliar un poco la feliz y medicinal hambruna del venezolano no
enchufado, se permite la realización de
parrilladas socialistas y solidarias a lo largo y ancho del país.
A estos efectos, la
tala y quema de todo árbol - ¡Al árbol no debemos solícito amor! -, rama,
arbusto, brezal, matojo, bejuco, selva, arboleda, bosque, soto, monte o jungla
que sirva para encender las brasas del fuego socialista liberador.
Se autoriza, en
consecuencia, la realización de sendas parrilladas públicas y solidarias en
todas las calles, plazas, senderos, callejones, escalinatas y avenidas de la
Patria bonita y feliz, para asar lo que se pueda… sin ánimo excluyente se
autoriza pues el siguiente menú socialista del siglo XXI.
·
Perro callejero a la brasa,
si es un can extraviado de alguna casa burguesa tanto mejor.
·
Gato de cualquier raza o
color cocinado a fuego lento.
·
Pincho mixto de ratas y
ratones.
·
Alacranes rostizados.
·
Colitas crujientes de
roedor.
·
Zamuro desplumado y
deshuesado.
·
Palomas y palomos a fuego
arrebatado.
·
Perezas sin uñas en su
propio pelaje.
·
Rabopelados recién paridos
acompañados del amoroso rabopelado y su pareja.
·
Frutos secos de cucaracha,
bachaco y mosquito chamuscados.
·
Cachicamo en su concha.
La Ministra de la Revolucionaria
alimentación socialista del siglo XXI queda autorizada para incorporar nuevos
ingredientes a estas parrilladas, pero como en Cuba está prohibido comer carne
de vacuno, de res como se llamaba por acá.
En fin, con Luis Vélez
de Guevara, quien no tiene nada que ver con el héroe bolivariano, recodemos
que: La perfecta hora de comer es, para el rico, cuando tiene
ganas; y para el pobre, cuando tiene
qué.
YO, EL ROBUSTO GUASÓN
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