Rodeado de varias joyas de la corona latinoamericana, "Mel" regresó a Tegucigalpa después de las vacaciones. Al estilo Julio César, su brazo fuerte pone orden, exige castigos, consulta para reformar la Constitución o para convocar asamblea constituyente (todo esto el señor que intentó un golpe de Estado). ¿Veremos de nuevo el mismo capítulo? El sistema político hondureño, que se libró heroicamente de un asedio implacable... ¿está dispuesto a comerse ese caramelo y lanzar a Honduras a la incertidumbre? Consultar al electorado sobre la reelección, daría la razón a Zelaya frente a Micheletti y los poderes públicos en 2009. "Mel" dirá que eso, "comprobadamente legal", era lo que él quería hacer cuando lo sacaron.
Insurrección urbana bolchevique, guerras campesinas largas estilos chino, vietnamita y camboyano, foco guerrillero cubano, las revoluciones del siglo XX se hicieron a partir de la máxima de Mao: "el poder está en la boca del fusil". Influidos por el "gran rechazo" marcusiano de los setenta, muchos izquierdistas abjuraron de cualquier devaneo con las instituciones burguesas, elecciones, sindicatos, parlamentos (algunos antipolíticos tienen todavía el seso pegado ahí). Por eso las revoluciones sólo triunfaron contra autócratas decadentes, de los que las mayorías querían deslastrarse como la peste, y perdieron en las democracias al mantenerse al margen. El llamado socialismo militar, -Velasco Alvarado, Torres, Torrijos-, de factura putchista, tuvo resultados impresentables, tortuosos, sórdidos.
El primer revolucionario en descubrir el camino electoral fue Adolf Hitler. Como bramaba Goebbels en el Reichstag "si la democracia es tan estúpida que nos concede sueldos y viáticos en nuestra labor carnicera, allá ella. Venimos como lobos que asaltan el rebaño". La bolivariana es una hija de otoño del comunismo internacional cuando se encontraba en peor momento. Luego de la caída del Muro de Berlín y la desintegración del comunismo en 1990, Fidel Castro toma la iniciativa de estimular los restos de los radicales latinoamericanos, para discutir qué hacer en la nueva situación. Así nace el Foro de Sao Paulo, cuyo anfitrión fue Lula da Silva, líder de los obreros metalúrgicos brasileños. Asiste un significativo grupo de políticos, guerrilleros, intelectuales y artistas, los venezolanos Pablo Medina y Alí Rodríguez Araque; Cuauhtemoc Cárdenas y Jorge Castañeda de México; el jefe de las FARC, Manuel Marulanda; Mario Benedetti, Chico Buarque y varios otros.
A partir del triunfo electoral bolivariano en Venezuela surge la nueva doctrina jurídica que convergerá con la estrategia revolucionaria del Foro de Sao Paulo. Su creadora fue la Corte Suprema de Justicia con la supraconstitucionalidad de la revolución en 1999, al declarar como inspirada en Lenin que una elección inconstitucional convocada por el gobierno (sin tener atribuciones, además) tiene efectos supraconstitucionales. Incinera el principio universal de que Derechos Fundamentales, a la vida, la libertad, la propiedad, la separación de poderes, eslabones del contrato social que permite la convivencia democrática y civilizada, no pueden someterse a referéndum. Y si lo hacen, las aniquilan las euforias que agitan los caudillos carismáticos.
Antonio Negri, ideólogo de las Brigadas Rojas, dice que "el poder constituyente es la revolución... no puede estar sometido a norma alguna: la potencia que esconde... es rebelde a la integración en un sistema jerarquizado de normas y competencias... siempre... permanece extraño a derecho". ¡Nada de bocas de fusiles! Gracias a las virtudes del "poder constituyente", conocido así en los bajos fondos autoritarios, y a la última Corte puntofijista, ya los revolucionarios no necesitan violencia, ni siquiera utilizar el lenguaje de la "guerra", para tomar el poder. Sólo abrazarse a la hiperdemocracia y la "participación protagónica", la aún inconclusa vía democrática al totalitarismo: triunfo electoral populista, propuesta de cambio constitucional en la luna de miel, constituyente y listo. Su feromona es limpiar mágicamente el mundo de corruptos, dirigentes incapaces, empresarios especuladores.
La Corte Suprema de Justicia venezolana hizo historia con la doctrina que luego se aplicaría en Bolivia, Ecuador y ahora tal vez en Honduras. Oportunismo, desconocimiento del Derecho y economía de escrúpulos para torcerlo, explicarían las varias sentencias turbias entre 1993/1998. ¿Pondrán los hondureños el destino del país en la ruleta rusa venezolana? ¿Cuál es el lobo y cuál el cordero?
sábado, 4 de junio de 2011
Ruleta rusa venezolana
CARLOS RAÚL HERNÁNDEZ | EL UNIVERSAL
4 de junio de 2011
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