COLLAGE SOBRE RÓMULO BETANCOURT (LIV)
(Gobierno Constitucional –XVI-)
Carlos Canache Mata
La insurrección de
la Base Naval de Puerto Cabello (“el porteñazo”). El Presidente
Rómulo Betancourt no estaba en Caracas cuando en la madrugada del 2 de junio de
1962 estalla la insurrección de la Base Naval de Puerto Cabello. En la mañana
del día anterior, había viajado por tierra con destino a la ciudad de Mérida,
para asistir a la reunión anual de Fedecámaras. Había pernoctado en Barinas,
donde a las 7 y 30 a.m. recibe un Radiograma del Ministro de Relaciones
Interiores, Carlos Andrés Pérez, participándole el estallido de un golpe
militar, a las 5 de la mañana de ese día, 2 de junio, en el Batallón de
Infantería de Marina N° 2, en Puerto Cabello. El Presidente suspende el viaje y
decide retornar de inmediato a Caracas en el avión que, de acuerdo con un
operativo de la Casa Militar, debía permanecer en el aeropuerto de cada ciudad
donde estuviera el Presidente. Aterrizó en La Carlota, y ya, a las 9 y treinta
de la mañana, estaba en Miraflores.
La rebelión de la
Base Naval de Puerto Cabello –la más importante del país- fue jefaturada por oficiales casi por completo
extraños a esa Base: el Capitán de Navío Manuel Ponte Rodríguez (el oficial de
mayor rango), el Capitán de Fragata Pedro Medina Silva (recién transferido como
segundo comandante de la Base a Puerto Cabello) y el Capitán de Corbeta Víctor
Hugo Morales. Los sublevados someten a
prisión al Capitán de Navío Jesús Carbonell Izquierdo, Jefe de la Escuadra, al
Capitán de Fragata, Guillermo Ginnari, Jefe de la Base, y a otros oficiales. Desde
Radio Puerto Cabello, en poder de los
alzados, el Capitán de Fragata Pedro Medna Silva, a las 10 y 45 minutos de la
mañana, leyó una proclama intentando
justificar el pronunciamiento contra el Gobierno Constitucional y hace un
llamado a otras unidades a plegarse al movimiento, especialmente al
Destacamento 55 de la Guardia Nacional, acantonado en Puerto Cabello, que
controlaba el aeropuerto de la ciudad.
Los sublevados
movilizan el Batallón de Infantería de Marina “Urdaneta” N° 2, ocuparon
diversos sitios claves de la
ciudad, tomaron el parque de la Base,
ocuparon el Castillo Libertador (donde liberaron y armaron a decenas de
guerrilleros y a parte de los suboficiales insubordinados de Carúpano),
dominaron el Fortín Solano, se apoderaron del Cuartel de la Digepol y del de la
Policía Municipal, sometiendo posteriormente a la Prefectura de la ciudad. Sin
embargo, aparte de que tampoco ocurrieron en esta ocasión pronunciamientos
militares en las otras guarniciones del país, el historiador y escritor Edgardo
Mondolfi Gudat, señala lo siguiente: “…Hubo
dos circunstancias que redujeron al mínimo las posibilidades de éxito
del alzamiento. La primera era que los marinos rebeldes creyeron contar con el
apoyo del destacamento de la Guardia Nacional que se hallaba destinado al
servicio de los muelles de Puerto Cabello, cuya misión principal –dentro de los
cálculos hechos de antemano- era que bloquase las carreteras que conducían
hacia Valencia y Barquisimeto para retardar la entrada de las fuerzas leales.
Al no responder como se esperaba, esa posibilidad se frustró, permitiendo que
todos los batallones de Infantería y material rodante adicto al gobierno se
desplazaran a sus anchas hasta Puerto Cabello por la vía principal…El otro
elemento adverso fue que, aparte del
destructor Zulia, que yacía sin poder moverse del
puerto dada su inoperante condición, los alzados no contaron con el respaldo de
la escuadra, lo cual no solo limitaba el campo de acción naval de la revuelta
sino que colocaba a la base, el castillo y demás posiciones controladas por los
rebeldes a merced de que fuesen hostilizadas por el resto de la flota. El hecho
cierto es que la escuadra no permitió que ninguno de los buques fuese tomado,
logrando fondear fuera de la rada y activar su artillería en apoyo del
gobierno” (1).
Los medios de
comunicación informan que “en horas de la tarde” del mismo 2 de junio, la Base
Naval fue recapturada por fuerzas leales al Gobierno Constitucional. ¿Cómo
ocurrió eso, qué había pasado esa misma tarde? El ya citado historiador
Mondolfi recoge un episodio que apareció registrado en la revista Élite: “En la
tarde del mismo día del alzamiento, el teniente de fragata Justo Pastor
Fernández Márquez concibió un audaz y original plan para rescatar a los
capitanes Carbonell y Ginnari Troconis, quienes permanecían encerrados en una
habitación del comando naval. El teniente Fernández Márquez se vistió de
sacerdote y se presentó al comando. Numerosos infantes de marina montaban
guardia alrededor de la pieza donde estaban detenidos los jefes leales.
Fernández Márquez habló con ellos en plan sacerdotal. Los infantes no
sospecharon. Cuando el teniente los invitó a pasar a un sitio adyacente, donde
esperaban unos oficiales que estaban en acuerdo con él, los infantes fueron
encañonados por las ametralladoras y desarmados. De inmediato se procedió a la
liberación de los capitanes Carbonell y Ginnari” (2). Ya libres, Carbonell y
Ginnari reagruparon un sector de la Infantería y recapturaron la Base Naval
donde se hallaban detenidos. Fueron hechos presos, sucesivamente, Víctor Hugo
Morales a las 18,00 horas del 02/06/62, Pedro Medina Silva a las 20,00 o 20,45
horas de ese mismo día, y Ponte Rodríguez a las cuatro de la mañana del
03/06/62 en el Castillo Libertador, donde funcionaba el centro de operaciones
del comando rebelde, y en el que los leales allí detenidos pasaron a dominar a
los sublevados; también fueron detenidos los principales conjurados civiles,
Quijada, Carvallo y Lairet. Varios Oficiales insurrectos fueron capturados
porque se presentaron al Comando de la Base Naval ignorando que ya había sido
recapturado por sus propios Comandantes.
Entonces, la
situación que se presentó, fue la siguiente: “La ciudad quedaba en poder de 200
infantes y 300 civiles armados, la mayoría guerrilleros, mientras desde el mar
amenazaba la Escuadra y a la entrada de la ciudad la Guardia Nacional recibía
refuerzos del batallón ‘Piar’ de Barquisimeto; del batallón ‘Carabobo’ de
Valencia y del Motoblindado de Maracay. En la madrugada del 3 avanzaron varios
tanques por el sector de La Alcantarilla. Detrás de cada tanque iba un pelotón
de diez soldados. Ningún ruido sospechoso, ninguna señal peligrosa se advertía,
´pero al pasar el último tanque llovió fuego de todos lados y quedaron muertos
diez soldados y heridos varias decenas. Los tanques abrieron una descarga
mortal contra las casas de la emboscada. El Liceo ‘Miguel Peña’ se había
convertido en una verdadera fortaleza con dos secciones de ametralladoras y una
escuadra antitanque en defensa de marinos, infantes y civiles. Más de dos horas
duró el combate y la toma del Liceo. La lucha terminó en la tarde del 3 y costó
centenares de vida” (3).
En el diario El Nacional
del 5 de junio, hay un reporte, fechado el día 4 en Puerto Cabello, de los
enviados especiales Quevedo Pachano, Alí Brett y Zuloaga, en el que se informa:
“El Fortín Solano, al suroeste de este puerto, continuaba hoy ocupado por un
grupo de insurrectos y con frecuencia se escuchaban disparos de metralla y
fusiles. Este puesto militar no fue atacado por fuerzas aéreas en esta fecha y
los que dirigen las operaciones de restablecer el orden en la ciudad. No se
precisió el número de personas armadas que se encuentran en el fortín, pero
estiman los comandantes militares que
ese sector cuenta con gran cantidad de armamento. Se calculan en trescientos
los muertos dentro del fortín” (4). Otra información transmitida el día 4 por
una llamada telefónica especial desde Valencia reza así: “El fortín Solano que
era el último reducto de las fuerzas rebeldes, se silenció a partir de las tres
de la tarde. El silencio de este fortín se considera como una rendición de las
fuerzas rebeldes” (5).
El General Carlos
Soto Tamayo, quien fuera Jefe de la Casa Militar del Presidente Betancourt, en
su libro “Rómulo, democracia con garra”, hace unas consideraciones al final del
análisis de El Porteñazo, que parcialmente cito: “El Carupanazo y el Porteñazo
son golpes militares muy diferentes a los anteriores. Ambos tienen en sus
raíces motivaciones ideológicas. En el último, la influencia comunista fue más
acentuada que en el primero…Con la derrota de los insurrectos de Puerto
Cabello, el Presidente Betancourt terminó con las asonadas militares que ponían
en peligro la estabilidad del sistema democrático en Venezuela, restableció la
unidad y la disciplina dentro de la Institución Armada, y evitó que el país
fuese convertido en vasallo de intereses ajenos al sentir nacional y, por ende,
sujeto a dependencias foráneas. Una vez más, Betancourt demostró su
inquebrantable lealtad a la democracia y su entereza para defenderla” (6).
El 3 de junio,
cuando “el porteñazo” ya había entrado en su etapa final, el Presidente
Betancourt, en el discurso pronunciado en el acto de clausura del II Congreso
Campesino, afirmó: “…Contra este gobierno han formado una alianza, ya no tácita
sino expresa y concreta, dos fuerzas empeñadas en derrocarlo. Están las fuerzas
constituidas por los remanentes indigeridos de los dictatorialistas que
salieron de estampía el 23 de enero, y están las fuerzas de la seudoizquierda:
del Partido Comunista y del Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Los
complots fraguados por esa extraña alianza han cristalizado en los brotes
sediciosos de Carúpano y de Puerto Cabello”, y
agregó que los venezolanos lo habían escogido como su Presidente “porque
sabían que era un hombre no hecho de quebradizo alfondoque, sino capaz de hacer
en cada momento, en defensa de las instituciones de Venezuela y del derecho a
vivir los venezolanos libre y democráticamente, lo que sea necesario hacer”
(7).
Sanín
(Afredo Tarre Murzi) pone en boca del Presidente Betancourt esta frase: “La
cruenta batalla de Puerto Cabello se recordará siempre como el esfuerzo bélico
más significativo que se hizo bajo mi gobierno para preservar en Venezuela un
régimen emanado de la soberanía popular y un sistema ajustado a la Constitución
y las leyes (8). Jesús Sanoja Hernández, el balance que hace, después de
afirmar que el PCV, el MIR y algunos disidentes de URD se vincularon a los
cuarteles y al proyecto guerrillero, es éste: “Para desgracia de la izquierda
guerrillera y hasta cuartelaria, ni la insurrección ni el golpe aparecieron en
el calendario revolucionario de los años 60 como opción de triunfo, ni siquiera
como fórmula de fortalecimiento de los partidos en armas, los cuales más bien
se debilitaron y dividieron” (9). Al historiador Manuel Caballero, el
“porteñazo” le merece estas consideraciones: “La sublevación fue sangrienta: se
peleó durante varias horas y se calcuala que hubo entre tres y cuatrocientos
muertos. Betancourt se mostró inflexible en su exigencia de rendición incondicional´…le
permitió compactar detrás de su gobierno a la mayoría de unas fuerzas armadas
aterrorizadas ante la posibilidad del triunfo de un alzamiento comunista…se
unen así pues diversos sectores militares, algunos de verdad influidos por la
doctrina comunista, otros que habán participado en las conspiraciones
´reaccionarias´ de 1958 y 1960, finalmente algunos de los habituales pescadores
en río revuelto…Sea como sea, en 1962 se cierra, por los próximos treinta años,
un ciclo de intranquilidad militar que había comenzado en 1945: el Presidente
vencedor parecía haber devuelto al corral el toro que él mismo había soltado en
1945” (10). Otro historiador, Germán Carrera Damas, sostiene que “el liderazgo
de Rómulo Betancourt hizo posible un acercamiento entre ese sector del poder
militar y el sector democrático del poder civil” y que “las insurrecciones de
fuerzas navales en Carúpano, el 4 de mayo de 1962; y en Puerto Cabello, el
inmediato 2 de junio, revelaron la penetración de la quinta
columna comunista en la infantería de marina y en la marina…Ambas
alcanzaron cierto nivel de violencia y arrojaron considerable número de bajas;
pero al no ser secundadas en otras guarniciones, fueron sometidas prontamente”(11).
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Notas
1-Edgardo
Mondolfi Gudat.”Temporada de Golpes. Las Insurrecciones militares contra Rómulo
Betancourt”. Editorial Alfa, 2015. Pág. 436-437.
2-Edgardo
Mondolfi Gudat. Obra citada. Pág. 437. En la cita pongo el nombre completo y
correcto del oficial (en la fuente de la cita estaba incompleto) que se vistió
de sacerdote: Justo Pastor Fernández Márquez, quien posteriormente fue edecán
del Presidente Raúl Leoni, Comandante General de la Marina (1984-1986) y, ya en
situación de retiro, Presidente del Consejo Supremo Electoral (febrero de 1998),
falleciendo a los pocos días de su nombramiento.
3-Ramón J.
Velásquez. “Aspectos de la evolución política de Venezuela en el Último Medio
Siglo 1926-1976”. Venezuela Moderna. Fundación Eugenio Mendoza 1976. Pág.
229-230.
4-Historia
Gráfica de Venezuela. José Rivas Rivas. El Gobierno de Rómulo Betancourt
(segunda ´parte). 1961-1962. Ediciones Torán C. A. 1993. Pág.213.
5-Historia
Gráfica de Venezuela. Obra citada. Pág. 213.
6-Carlos
Soto Tamayo. “Rómulo, democracia con garra”. Editorial Texto. Caracas.
Venezuela. 1986. Pág. 310 y 311.
7-Rómulo
Betancourt. “La Revolución Democrática en Venezuela 1959-1964”. Tomo III. Pág-
140 y 141.
8-Sanín
(Alfredo Tarre Murzi). “Rómulo”. 1ª edición. Vadell hermanos Editores 1984.
Pág. 379.
9-Jesús
Sanoja Hernández. “Entre golpes y revoluciones”. 1ª edición: septiembre 2007.
Debate. Tomo II. Pág. 127.
10-Manuel
Caballero. “Rómulo Betancourt, presidente de nación”. 1ª edición: noviembre de
2004. Una coedición de Alfadil Ediiciones y Fondo de Cultura Económica. Pág.
309 y 310.
11-Germán
Carrera Damas. “Rómulo histórico”. 1ª edición: marzo de 2013. Editorial Alfa,
2013. Pág. 325 y 326.
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