¿Cuál es la respuesta del liderazgo político ante la agenda electoral?
Redacción
La Gran Aldea
Si bien la democracia es mucho más que la posibilidad de sufragar, las elecciones son parte fundamental del sistema. Eso lo saben todos los actores de la vida nacional, pero primordialmente quienes ejercen el poder en Venezuela y han estimulado alrededor de una veintena de procesos electorales desde 1999 a la fecha mientras, en paralelo, vienen paso a paso desmantelando la institucionalidad democrática del país.
En esta ocasión el proceso se incuba en una Asamblea Nacional cuya selección, ocurrida el pasado 6 de diciembre bajo condiciones cuestionables, le restan legitimidad como poder legislativo y, a su vez, le roban fuerza al sufragio como instrumento de cambio. Esta Asamblea Nacional oficialista con algunas motas “opositoras” a conveniencia es la que encabeza la selección de las nuevas autoridades del Consejo Nacional Electoral (CNE), quienes tendrán la responsabilidad de actuar como árbitros en unas futuras elecciones regionales.
Pero incluso con este precedente se han postulado nombres de interés para integrar el CNE, lo que es una clara manifestación de la lucha ciudadana por rescatar espacios que han sido secuestrados. Los resultados de este proceso inicial de “selección” arrojarán mayor luz acerca de lo que está por venir, pero nada indica que el nuevo CNE no sea más que una repetición de lo que ha sido en los últimos lustros donde, con suerte, podría quedar algún rector en representación de la sociedad civil mientras el resto son militantes activos del chavismo.
Así, una vez más, de la mano del chavismo el país será conducido hacia un callejón electoral y lo más grave es que de igual manera serán conducidos los partidos políticos y sus líderes, que parecen haber sido sorprendidos por un evento que era sabido que llegaría y para el que han debido estar preparados, no solo como estructuras organizativas y representativas de segmentos importantes de la población sino como motores de esa necesaria respuesta ciudadana ante los hechos.
Las “elecciones” funcionan como un barniz que quienes ejercen el poder en Venezuela necesitan renovar periódicamente para seguir luciendo como demócratas, aunque sus raíces autocráticas se profundizan con el tiempo; pero las elecciones también son un paso forzado en el camino histórico por el que Venezuela ha tenido que transitar una y otra vez a lo largo de estas últimas dos décadas, y que tendrá que hacerlo nuevamente en esta oportunidad.
Lo determinante acá es saber si habrá algo diferente en esta ocasión. ¿Existe una estrategia?, ¿están cohesionados los partidos opositores para desarrollar algún tipo de movimiento táctico?, ¿hay alguna forma de articulación con la ciudadanía para dar respuesta a lo que viene?
La ausencia de respuestas es quizá más grave que la fórmula repetida del chavismo cuando el tiempo corre inexorable para un país que luce desmotivado, desarticulado y carente de guía, mientras algunas parcialidades juegan sus propias cartas. Lamentable.
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