Los retos electorales de G4
Trino Márquez
Los estudios de opinión más recientes revelan que la mayoría
de los venezolanos desean que la crisis nacional se resuelva de manera pacífica
y electoral. Le temen a la violencia. No quieren golpes de Estado, ni invasiones
extranjeras, ni levantamientos populares que desencadenen jornadas sangrientas.
Ya desconfían de las sanciones internacionales. No han forzado la salida del
gobierno. Ni siquiera lo han obligado a introducir giros significativos en sus
políticas, traducidos en mejoras en la miserable calidad de vida de la gente.
Nicolás Maduro
y su entorno conocen los datos. Sus encuestadoras no pueden proporcionar cifras
distintas a las que arrojan las empresas más serias y objetivas. A partir de esos
números, el gobierno decidió impulsar las elecciones regionales, llamadas ahora
megaelecciones, porque se convocarán de forma conjunta los comicios de
gobernadores y alcaldes; y, posiblemente, de los consejos legislativos estadales y municipales.
Los integrantes
de la Mesa de Diálogo Nacional (MDN), autocalificados como opositores, han
dicho que acudirán a la cita. Para honrar su palabra, lo harán cualesquiera
sean las condiciones fijadas por el gobierno. Dentro de la oposición más dura,
la concurrencia ha sido descartada. Un
grupo de escritores y periodistas pidió en una carta a Juan Guaidó que lidere
la participación de la oposición en las elecciones regionales y locales.
Sería la reconquista del voto como instrumento de lucha. Ven en esas votaciones
la oportunidad de abandonar el abstencionismo y
retornar al carril electoral. Coincido con ellos y agrego lo siguiente.
Los factores
que antes se movían en torno de la Mesa
de la Unidad Democrática (MUD) y que ahora se agrupa en el G4, aún no han
definido su postura final. Consideran que existen aspectos que deben aclararse
antes de asumir la postura definitiva. Tienen la razón. El gobierno pretende
realizar las elecciones en condiciones que le garanticen –aunque no triunfen en
todos los estados y municipios- el control de la totalidad de las gobernaciones
y la inmensa mayoría de las alcaldías.
Voy a referirme
a algunos desafíos ante los cuales se encuentra la oposición MUD-G4, para
llamarla de un modo que permita identificarla. Con relación al núcleo conformado
en torno a la MDN no hay nada que decir. Está mucho más preocupado en no incomodar,
ni desagradar a Maduro y a Jorge
Rodríguez, que en ejercer la oposición. No han realizado el menor balance
autocrítico del descalabro sufrido el 6 de diciembre. No examinan por qué el
pueblo no los favoreció con su voto y apenas representan una porción
infinitesimal del electorado. Jamás critican al gobierno por la persistente campaña
dirigida a aniquilar a Voluntad Popular, a Primero Justicia y a Acción
Democrática. Los inhabilitados políticos, sean partidos o dirigentes, no es asunto
que les concierna. Tampoco los derechos humanos. Viven para cuestionar a Juan
Guaidó. Criticarlo por ‘extremista’ y ‘llorón’. Al régimen que arruinó al país
no lo tocan ni con el pétalo de una rosa. Se mueven en el mundo de la fantasía:
si votas, ganamos.
El G4 debe
considerar seriamente si acude o no a esos comicios y si dialoga con el
gobierno con relación al tema político crucial de 2021: las elecciones
regionales. Varias son las materias fundamentales. La selección del nuevo CNE
se puso en marcha. Un grupo de notables profesionales y académicos está
dispuesto a proponer sus nombres para integrar
ese cuerpo. Alrededor de algunas de esas figuras puede lograrse un acuerdo que
permita presentarle al país un CNE decente. Aceptable. Esta tendría que ser una
negociación directa entre el gobierno y el G4, luego refrendada por la Asamblea
Nacional controlada totalmente por el oficialismo. Si el debate se libra solo
en el cuerpo legislativo, saldrá otro frankenstein como los vistos a lo largo
de las últimas dos décadas. La apertura total de la amplia red de medios
públicos a los candidatos opositores
debería ser otro tema del debate. Una de las formas más groseras del ventajismo
madurista, se expresa en el dominio obsceno de los medios de comunicación
financiados con fondos públicos. El acuerdo debería incluir el acceso equitativo. La
eliminación de la figura del ‘protector’ del Estado, invento del madurismo para
anular el triunfo de los candidatos opositores, representa otra materia
esencial. Uno de los argumentos fundamentales esgrimidos, con razón, por los
abstencionistas es la creación de esa nefasta figura. El cumplimiento estricto
de los horarios electorales, incluido el cierre de las mesas a la hora exacta,
constituye otro tema vital. Ya se sabe lo que ocurre los días de votación entre
gallos y media noche.
Menciono estos nudos
críticos. Podrían agregarse algunos otros. No es necesario presentar una lista
tan larga como la que se debatió en Oslo, Barbados o República Dominicana. Logros
básicos podrían animar a los electores y mantener vinculado el G4 a la
comunidad internacional. Obtener el apoyo de estos factores, renuentes a
reconocer la legitimidad de las elecciones promovidas por Maduro, resulta clave.
Hay que
aprovechar que al gobierno también le interesa la participación del G4 en los
comicios regionales. Ya se llevaron un chasco el 6D con la ‘oposición’ que
ellos inventaron. A lo mejor no quieren repetir el mismo fiasco.
@trinomarquezc
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